Jovita Gonzáles Fourth comment

The authority of Tí­o Esteban, the new mail carrier, in ”a forlorn-looking two wheeled vehicle” is an interesting passage. There is a palpable break. A sign that the Usted and borderlines of the Spanish language have ceased to permeate the everyday life of the community. It no longer applies as a rule. We must heed obidience to a new language code. As a mail carrier, a US postman, Tí­o Esteban has switched language masters’ (p.107)

In the backdrop of the early 1900’s in Dew on the Thorn by Jovita Gonzáles1 technological advances are no threat to the lifestyles of the ranchers who are in no hurry to catch up with the ever changing landscape nor is it rejected either. two wheel vehicles and trains are viewed with the eye of distant curiosity as if seeing an odd object. This product of the mind is not rejected by racial lines, indeed, we are curious no matter whence it cometh from. As always, and as most history insists in telling to our deaf ears. Technology is accepted far more than the gringo is or ever will be. So reading Chapter IX The Cupid of the Brush Country is quite interesting. These two phenomena: the ranchers still trying to live a lifestyle of old, ever refusing to let go of their glorious past, and the imminent change and the mechanical knowhow of the Yankees advance, flow in opposite directions yet together posit a mystery.

All this is reminiscent of Don Quijote who insists in living a long lost time in a present that has surpassed him beyond recognition.

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1 González, Jovita. Dew on the Thorn. Ed. José Limón. Houston: Arte Público Press, 1997.

Bloqueado

A ser verdad me encuentro sumamente aburrido. Aburrido porque no tengo material para escribir. Me hace falta material. Desde hace mucho que dejé de sentir entusiasmo por escribir y yo le hecho la culpa a la falta de alcohol o a la falta de estimulantes en mi medio ambiente. Creo que algo hace falta, no sé si es lo último o writer’s block aguditis. Lo único que sé es que hecho de menos el acto de poder escribir con ganas, con inspiración. Creo que todos aquellos que escriben les pasa eso, se quedan atorados por ahí­, por eso se sufre, porque no hay nada de qué escribir. Y solo queda esa vieja sensación de sentir la necesidad de escribir algo así­ como cuando los mancos te dicen que aún sienten sus partes a pesar de la prótesis. No estoy mutilado, habrá que remarcar aquí­ para aquellos cuya imaginación les allana el camino sin permiso. Y así­, no hacen falta ejemplos, miles de fotos de escritores torturados por la falta de la musa. Yo no creo en musas. Con esa falta de costumbre de creer en espí­ritus aleatorios como una deidad superior o en viejas deidades del antaño reducí­ mi gusto por escribir a una simple sensación carnal, a un acto hedonista. Escribí­a por el placer que inducí­a entrar en un trance de revivir las memorias.

Me encanta cuando me salen ideas de qué escribir y hago anotaciones en mi cabeza para luego entretener la idea de que escribiré. Por estos dí­as esas ideas quedan en ese mar etéreo que da más que recibe. Pero algo ha pasado aunque siento, como es en estos casos, que algo está por cambiar. Simplemente es falta de disciplina. Para escribir hay que escribir todos los dí­as, eso que ni qué y eso es lo que casi no hago. Tendré que cambiar eso pero creo que no sucederá de la noche a la mañana

Iztapalapa

juaEn mi estancia en el DF durante el 2004 nunca fui a Iztapalapa. Las múltiples voces que el DF susurraban las maravillas de la delegación desistí­an de sus esfuerzos al toparse con mis infectados valores humanos. Nunca fui, claro, mi estancia fue en Marzo y la mera idea gráfica de verme en ese mar de gentucha hizo sacar a flote mis peores valores medioclaseros. No me dejé bañar por el pueblo en pocas palabras. Iztapalapa viene a mente no por ser una pequeña efigia mental de lo que suele bombardearnos el mes de marzo en las Filipinas mediante los medios que nos informan sino mediante la tristeza que nos causa la polí­tica mexicana. Desde mi cómoda silla en Suecia, o como dirí­a Chango100 aka Manuel Lomelí­ en su extinta página de pittylist , – Vivir cómodamente en Suecia mientras llora por México -, veo con asombro y tristeza la vil manipulación de polí­ticos por la insensible e arrogante clase polí­tica mexicana. No es difí­cil poder comprender las leyes que operan dentro del diario devenir del mexicano. Cualesquiera que haya leí­do la Pirámide de Marlow podrá comprender cuán fácil es manipularnos en estos momentos tan crí­ticos para nuestra consciencia.

Veo con asombro la traición anunciada. Los mexicanos queremos creer. Es por eso que tipos como yo creí­mos hasta que se confirmó la indeseada verdad: Rafael Acosta ”Juanito” sucumbió ante la presión, creo que toda buena lectura de los periódicos mexicanos durante las últimas semanas desde que terminó el ciclo electoral podrí­a intuir que los malos de la polí­tica mexicana ya se olí­an el débil carácter de ”Juanito”. No son pendejos ni un segundo, le habrán hecho por ahí­ un perfil psicológico y dando con su talón de aquiles pues procedieron con toda la calma del mundo, nada podrí­a ya salvar a ”Juanito”. í‰l no queda mal, el que queda mal es AMLO, pues no supo asesorar el carácter de ”Juanito” y eso lo hace quedar mal. No vivimos hace cien años atrás, vivimos hoy. Y es por eso que veo a Carlos E. Pascual frotándose las manos.

Veo con tristeza la situación polí­tica de nuestro paí­s porque está claro que carecemos de consciencia colectiva, de principios polí­ticos e integridad propia como para poder sentir más allá del grujir del estómago, la ambición personal de superarse sin pensar en el Otro.

Comprendo a Rafael Acosta ”Juanito”. Y es que los mexicanos no estamos acostumbrados a tener integridad, no creo que sepamos cómo practicarla más que en casos de absoluta necesidad.

Aún así­, ¿de qué otra sopa nos queda con estas arras que nos tocan?

Fruta malquerida

A esa hora solí­a pasar el autobús verde y crema del Charlie con destino al descanso. Y pasó enfrente de mí­ como cualquier otro dí­a. Serí­an algo así­ como las seis de la tarde por ahí­. Yo estaba sentado en la banqueta dejando las horas pasar su ritmo sin mucha preocupación porque esos dí­as no daban para más. No marcaba el tiempo a ser verdad. A no ser por las manchas de los higos uno no sabrí­a ni el mes, pero los higos estaban maduritos, listos para comer. Recuerdo mi niñez cómo nos daba deleite esa temporada, ahora los niños no salen para darle vida al dí­a con esos eventos. Sabrá Dios que les llama la atención por estos dí­as. Llevo años viendo cómo nadie se molesta por recoger los higos pero sí­ he visto gente molestarse por pisar las gajas pisoteadas por los peatones indiferentes a sus entornos. Llevan en la mente sus preocupaciones, algún pasado pesado o sueños de algo por lograrse, casi nunca algo presente más que para rezongar con maldiciones al aire libre que la naturaleza lleva su curso. La higuera es testigo del descuido porque no pasa una primavera sin que broten hojas y a la semana las manchas de hollí­n que la ciudad cubre con el paso del dí­a llena el verde de las hojas nuevas con el clásico polvo negro. Pero ella sabe sobrevivir de alguna manera y de vez en cuando le arranco un higo para clavarle mis dientes y saborear esta fruta de antaño. Una vez hice negocio con unas de ellas. Las guardé un tiempo y producí­ varios kilos de jalea que las ñoras de la vecindad supieron apreciar porque al otro año querí­an más de lo mismo pero yo solo me animé hacerlo una vez. De vez en cuando escucho un ’ándale mi buen, aní­mese hacer jalea de nuevo’. Yo nada más sonrí­o y mejor no prometo nada porque la verdad, estimado lector mio, me gana la flojera. Pero creo que me estoy desviándome un poco de la historia que empecé.

Fue justo cuando mis ojos recayeron en ese triste acontecer que hasta la fecha me tiene el alma en susto. Gente de mal que no se tienta el corazón ni para rezar le clavaron un filero al pobre Matias. Fue justo ahí­ en ese lugar que perdió la vida por un artero bueno para nada por la simple razón de quitarle unos nuevos Vans que habí­a adquirido con el sudor de su frente. Cayó de golpe  como piedra en el cemento de la banqueta. Ahí­, mira, donde está ese higo medio verde. No me abandona la memoria porque yo pude evitarlo pero como los cobardes, quedé tieso ante el resplandor del sol en la navaja cuyo destino llevaba un golpe duro que clavó no nada más su filo en el hí­gado de Matias sino en la memoria de los ahí­ presentes.

Jovita Gonzáles Comment 3

In Dew on the Thorn by Jovita Gonzáles1 the color of races play a significant role, gringos have blue eyes and servants are dark. Yet more interesting is the fact that the Caste system plays a role in the late 1800’s as is evident that society revolves around the color of the skin. Add to this the fact within the narrative that these Mexicans of the late 1800’s in Lower Texas had never seen a negro in their midst and you got yourself a decent cocktail to churn out all kinds of speculations.

But what bothers me the most in Jovita’s narrative is that her main Mexican characters are not considered to be Americans. This binomial bothers me. They Americans and We, Mexicans. I don’t know, I just can’t seem to place myself in that narrative.

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1 González, Jovita. Dew on the Thorn. Ed. José Limón. Houston: Arte Público Press, 1997.

Fragmenta

clock1

Lucia la tarde un esplendor de ayeres.

En ese rincón del pueblo se anuncia con regularidad desolación a varias leguas gracias a los cúmulos que rellenan el paisaje de romanticismo indeseado y miles de horizontes sinfí­n como un campo anuncia diente de león.

– Bueno, lo que pasa es que tiene ciertas maneras de acercarse a los textos como si siempre se acercara a una biblia de los antiguos dioses. No es que quiera sentirme superior por ser más flexible intelectualmente pero me da cierta risa cómo es que reacciona a mis comentarios sobre los personajes cuyos nombres no pueden ser tocados con el aire que respiro. Hay veces que me da envidia esa pasión suya por creer, para serte franco. Pero a la misma vez ¿cuántos tienen el poder de hacerte sentir que has profanado una visión sacrosanto de la mente? í‰l cree verdaderamente en esos dioses y es un sacrilegio tocar con el pétalo del escepticismo todo aquello que es lo sagrado para él. Hay que admitir que es un mundo totalmente inadmisible para aquellos que no portan los mismos ideales de la vida después de la muerte. Todo lo que sea una afrenta a la estructura mental de esa creencia hace trizas de todo lo que yo creo aquí­ en este mundo terrenal. Y lo peor de todo es que me cuesta recuperarme de la afrenta, regresar a mí­ mismo. Así­ que cuido las palabras que pronuncio al hablar con él y eso que solo lo encuentro en bares y eso y aún así­ me pone en guardia, no quiero verle sobrio sino, soy capaz de convertirme al Opus Dei.

– Es una buena persona para beber. Pero,  ¿para qué dejas asociarte con pederastas? Por eso me gustan los católicos. Dicen que no usa shampoo porque no le gusta sentir elixires quí­micos en su melena.

– Te burlas de él.

– Lo que sé es que le gusta mucho el antiguo testamento. Y como esos locos gabachos que les gusta revivir el pasado medieval y jugar partes como en el viejo juego de Dungens and Dragons pues no creo que sea un insulto, algo que es una verdad para él. De hecho, lo he visto andar vestido con túnica a altas horas de la noche.

– Para él no es un juego. Le gusta estudiar y disfruta disfrazarse como tal no porque es un juego sino porque cree que es importante pasar por el ritual de hacer lo que los predecesores antes hicieron. No es como uno que posterga todo al último momento.

La tarde caí­a a lento paso para nuestros héroes cotidianos. Ellos discutí­an la vida de un amigo sin percatarse de que en otro sitio la vida de ellos era trazada por igual colectivamente. El plan era salvarlos. Sí­, eran unas mentes podridas, eso que ni que, hasta yo me doy cuenta del intento fútil e inútil que serí­a hacerlos convencerlos de que sus esquemas mentales portaban un virus que no les dejaba ver la verdad. El virus tiene su historia, llegó junto con nosotros, creí­amos que lo habí­amos erradicado al momento de realizar que serí­a una batalla cruel y cruenta por unos cuantos seres que la verdad, y que me perdoné el omnisciente por ser tan critico, pero de tan de poca calidad. El virus les ha distorsionado la mente y ahora como en la pelí­cula de Matrix, podrí­a yo estar haciendo otras cosas. Nuestro agente ha sacrificado mucho y ahora esta perdido en ese mar de glorificaciones carnales que nada tienen que ver con el avance de la mente pero henos haciendo una labor ardua que ni beneficios nos trae mas que laborar para salvar unos cerebros infectados por el virus. Nadie sabe para quién trabaja, y que me perdone el omnisciente por ello, pero así­ es.

– Creo que una vez lo vi queriendo matar moscas con las palmas de su mano.

– ¿Moscas?

– Drosophila melanogaster para que entiendas, ¿cappicci brutus?

– Válgame, que sensible te vuelves con cuatros copas de mezcal.

– En fin, iba, ¿no?

– Yeah.

– ¿Has visto Caprica?

Seguí­a la noche su curso ese dí­a, sin prisas, y daban las ocho, como en cualquier dí­a de otoño a pesar de ser un dí­a de verano.

– Tenemos pruebas del acontecer, habrá que proceder.

 

Jovita Gonzáles Comment 2

In Dew on the Thorn by Jovita Gonzáles1, the Anglo plays a rather significant roll not because we are not familiar with the eternal binomial in Chicano narrative between gringos and Chicanos but because it is an early ground we have walked upon before. Jovita is a predecessor of Aztlán geography and topology. It is a common ingredient in Chicano narrative to see the gringo in the distant. Way before we begin to deal with the gringo we have began to see Them. Jovita does this well. It details the aproximation of the inevitable, that is, the gringo in our midst. Then we deal with it. We can see this same technique in Ana Castillo’s novel So Far from God: The Peacock raiser encroaches in the consciousness unannounced. We have only heard of them and then we see them to lastly seek them.

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1 González, Jovita. Dew on the Thorn. Ed. José Limón. Houston: Arte Público Press, 1997.

Lowbrow

dundoTengo rato leyendo el conflicto personal entre una institución cultural de Tijuana llamada CECUT y unos artistas plásticos de Baja California. Voy a ser franco, no entiendo lo que es cultura ya sea en Tijuana o México o en general. No la entiendo no porque me hagan falta ejemplos de lo que es sino que no entiendo su existencia en un paí­s como el nuestro llamado México. En lo particular, la cultura a través de ojos teñidos de pobreza como los mí­os me parece una cuestión de élites y élite mexicana para empezar la cual no le llega ni a los talones de una élite razonablemente educada en más o menos una aproximación a lo que otros llaman cultura en paí­ses europeos o paí­ses como Canadá o USA. De hecho, la cultura mexicana está asociada bastante con el estatus social de la gente ya sea de dinero o de familia, es una simbiosis inseparable porque como todo en México, hay que saber sobrevivir para vivir bien en México. Todo lo demás es relegado a ese hoyo negro del pasado indí­gena mexicano conocido como artesaní­as.  [[ Never mind that the work of those very indians sell for thousands of dollars in New York and elsewhere. ]] Así­ que la cultura mexicana no escapa ese moho que corree todo ámbito mexicano, o sea, el compadrazgo, el amiguismo, la corrupción, el nepotismo y la clásica servidumbre que los artistas establecidos le rinden al gobierno en turno como Carlos Fuentes lo hace hoy y Octavio Paz lo hizo antes por unas cuantas migajas de estatus social.

Me temo ofender a cierta gente al decir que la cultura mexicana no está al servicio del avance o por lo menos el estimulo de la inteligencia del mexicano. Suena a generalización. Pero ¿qué otro artista aparte de Francisco Toledo, da en qué pensar? Hay bastante show, eso que ni qué (meister Toledo dunnit) pero que exista una cultura que en verdad genere una mentalidad para superarnos a nosotros mismos como mexicanos estamos pero si en la edad de la cueva hoy en dí­a para exagerar adecuadamente. En México aquellos que alteran el orden mental son puestos en prisión, Orozco et al. Pero para qué comparar el pasado con el presente. El deterioro de la cultura en México está siendo hecho trizas porque está claramente claro que la cultura mexicana, muerta de hambre por atención y una sed insaciable de fama está fragmentada porque así­ lo quiere el mecenas de la cultura mexicana: el gobierno cuyo mecenas son las élites sibaritas de México. A ver qué lindo dí­a se muestra un verdadero ejercicio critico de parte de nuestros artistas plásticos. Ars [est] celare artem

No existe una cultura independiente de envergadura y de alcance nacional en México. No hay dinero para ello. No trasciende esa cultura porque así­ lo quiere el mecenas de la cultura en México. La cultura no deja para los frijolitos. Así­ que el pleito entre el CECUT y los artistas plásticos es en parte show para atraer atención y fama a los disque protestantes que rehúsan tener un mecenas tan horrible. Son muy pocos los que verdaderamente pueden vivir independientemente del gobierno mexicano para hacer cultura y esos terminan mejor trabajando para otros mecenas por más dinero -léase EEUU en dónde terminan siendo aún más ignorados -. La causa que les da un raison d’íªtre para justificar el nivel de vida que llevan y eso no es arte my friend.

Y lo peor de todo es que los artistas se han expuesto como hipócritas por impulso autista. Porque la gente sabe que ellos viven del PAN que el gobierno les da. Para un pueblo muerto de hambre como México no es difí­cil deducir quienes trabajan para quién y mucho menos saber quienes reciben las mejores dádivas. Es nada más de observar quienes no llevan lodo en los zapatos. Así­ que la clase medianamente educada que nunca chista por la condición humana más que para sacar provecho de ello y peor, para uso propio, como el Rey de Andersen, está desnuda y no hay belleza que admirar ahí­. Y no porque la gente no simpatice con ellos ni nada sino porque nadie les entiende la problemática en mano. No hubo pedagogí­a para las masas, sino como en el mundo que viven, pequeño que es en realidad, no tiene ese alcance universal que la necesidad tiene y el poder fáctico sabe que hay más preocupaciones que atender, como el hambre, como para unirse a una frivolidad como la bronca de personas de bien a dar por puestos frí­volos. Si los amantes de la estética mexicana en Baja California no saben tener sensibilidad de los entornos que usan para fabricar sus fantasí­as mucho menos tendrán las simpatí­as de los habitantes de esas poblaciones.

No entiendo, para ser honesto, cómo es que mis compatriotas no se dedican más al ejercicio de la contemplación, quizá eso no sea un arte, pero la reflexión es saludable, poder criticarse así­ mismo, entender las razones del existir y las relaciones entre instituciones e individuos deberí­a ser la labor a mano pero no, siempre me gana la esperanza de que mis conciudadanos sepan más de lo que demuestran pero no es así­ el caso. Amén de estar consciente de que algunos reprocharán lo anterior escrito pero es que es un insulto a la inteligencia mexicana que los artistas plásticos de Baja California no puedan con las mentes corruptas de la federación o quizá es seña de que están al mismo nivel.

comment 1

I have come to realize that Chicano narrative has fitted quite nicely into American folklore because it is a vision. Chicanos in general all share a vision of what it was and what it might become. That is why Aztlán although despised by most Anglo loving philes can accept the fact that we exist. Even though they use the most lethal and potent weapon against us, Ridicule, they recognize something familiar in Aztlán: it is a vision.

Qué radicales

La verdad, hasta ni chiste da ser parte de esa resistencia callada ya, pues nos adelantan un paso o dos y es cuando el opio da a lo más. Quién dijo que la religión es el opio de las masas no vio el futuro con buenos ojos, aquí­ nos tienen adivinando a ciegas lo que sucede hoy. Y es que da a qué sospechar ese giro repentino de todas las instituciones que en verdad valen la pena en la narrativa del diario devenir del mexicano. Los poderes facticos están empezando hablar bien de los pobres y mal de los polí­ticos.

[Norberto] Rivera, ha hecho puntiagudas crí­ticas a la manera como Felipe el Breve gobernó, sobre todo en materia social. Súbitamente preocupado por el pueblo pobre, desmarcándose sin explicación de lo que en él ha sido una firme opción preferencial por los ricos, el cardenal duranguense, aprovechando la historia bí­blica de la multiplicación de los panes, se ha dicho apesadumbrado por tanta miseria y hambre no atendida, ni por las instancias oficiales o institucionales ni por la propia solidaridad de prójimo.

De repente es moda estar del lado de los pobres. ¿Será por consigna? Quién, Carlos E. Pascual, será el innombrable experto en estados fallidos que quiere cambiar el cauce del rí­o de la historia ni idea.

Lo curioso es que si uno revisa los archivos de La Jornada esta nueva narrativa se da justo cuando se plantea una separación de partido/Iglesia. O quiza un o dos dí­as antes pero para la cosa da lo mismo. Y no es que La Jornada me haya sorprendido sino que hasta El Universal le entró al aquelerre de denunciar lo mal que está que la pobreza esté tan anclada en la sociedad mexicana, válgame, hasta el SDP tienen el tópico como tema principal de sus discursos.

A de ser la fiebre porcina, ya ven que todo es global.