Yonder Lies It

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Uno no lo pensarí­a así­ pero son las cosas ansina, uno tiene en la constitución del diario devenir aquello que nos alimenta la idea de quiénes somos. Ese ideal ya sea racial, o de identificación personal, predomina en la mayorí­a de las decisiones que tomamos para guiarnos en la selva de disfraces que portamos en ese espectáculo llamado acto social. Pues es ahí­ donde portamos el Yo que mejor nos conviene y no descansamos hasta que nos damos cuenta que estamos solos, solo ahí­ podemos practicar ante el espejo, como dirí­a MJ en The Man in The Mirror. MJ sin querer estaba a décadas del futuro que hoy vivimos. Y no, el futuro no solo aguarda tecnologí­a, si crees que la tecnologí­a es parte del futuro, creo que deberí­as de cuestionar todo el aparato que tienes para alimentarte el Yo. La tecnologí­a, como el devenir, requiere de lo único que tienen en común, el cerebro. So yeah, la idea de la monogamia no se extiende a la idea de las caras que portamos ante los demás. Creemos ser fieles a la imagen enfrente del espejo pero los Mayas nos ganaron en esa carrera, no es la plata del conquistador que mejor refleja, es la piedra oscura de la obsidiana que más llega a una aproximación del verdadero Yo. No hay traición en el espejo Maya pero si mucha en el espejo europeo, ese lleno de argén que los españoles nos dejaron, lo que hay es burla, burlar el Yo, a los demás y jugar un tanto eso que los adictos de las barajas llaman poker, lo que los gabachos llaman como el buen Herman Melville lo llamó, Con man y en buen tijuanense jugar la bolita: dónde quedamos al terminar de vernos?

Y recuerdo ese vestigio del anteayer: para cruzar las clases sociales habrá que labrar no la tierra sino la manta sagrada del lienzo que usamos para contemplar el Yo. Los amantes del mito de Narciso harí­an también un bien si en vez de emular la idea de verse en el pozo para adorar una imagen efí­mera mejor serí­a si contemplaran más allá de los aspectos que las aguas al fondo ascienden para el consumo de la vanidad y empezar a contemplar los cambios en pleno proceso. Habrá que tener mucha paciencia para ver esos ajustes psicológicos que le hacemos al devenir para sentirnos más Yo.

Esos pensamientos me nacen al ver la televisión porque veo demasiados gíüeros en mi vida. Y creo que me está empezando afectar estar lejos de mi gente, la gente morena, prieta, indí­gena, blanca, mestiza. Aquí­ no existe para mí­ esa contemplación de verme entre los mí­os, solo me veo afuera de la imagen que alimenta el Yo de los suecos. Esa retrorefracción no es incluyente para mi tipo. No hay reflejo aquí­ para mi persona, no hay esa contemplación que hace sentir a uno parte del colectivo, soy demasiado moreno, demasiado mestizo para poder perderme en el argén de la burla que soy alguien. Existe un fondo y en ese fondo la imagen no asciende para nutrir la vanidad y ni siquiera para garantizar una sensación de pertenencia. Nix, solo están las memorias de lo que soy y lo que fui y esas construyen un Yo que desvanece al momento de alejar la mirada al interior del pozo.


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