Conocí a un amigo que no veía en años. Serían mil o dos mil, tenía rato.
LLegó a mi tierra, paraje, confluencia, donde pocos nacemos ahí, donde pocos sentimos amor, donde pocos sabemos vivir madrugadas rojas, o mañanas lluviosas.
Ví su nobleza engrandecida por la pobreza extrema, donde la dignidad alimenta el espíritu y se dibuja en sonrisa al ver la esperanza y aluza las ventanas del alma pero que carcome el exterior y causá rechazo en personas similares a mi. De esas que aman lo material.
Nos miramos, nos abrazamos y platicamos. Yo, el educado, le enseñe el avance de los poemas, la literatura y la voz escrita que la humanidad considera pop.
Su sonrisa sentía un pesar que después adquieró vida por sí.
Veo que llevan años queriendo captar la esencia de la decadencia. Decadencia citadina, decadencia moral, decadencia espiritual, y carnal. Mas los que hablan de ella no viven las sombras negras que tiñen al alma de lo desconocido y que tanta admiración eleva hasta el arte mortal.
Vemos, aquí, me muestra un poema, que ese estado de la vida es indeseado mas se le romantiza con estructuras que soban el paladar del gusto culto en tu sociedad moderna pero que pocos viven y que pocos llegan siquiera a palpar esa negrura humana.
Le contesto, nuestra fe no nos permite llegar a ese estado carnal, no logramos concebir nuestra humanidad llena de costras, mugre y con muy poca razón de la existencia de los demás. Admiramos la higiene tanto carnal como espiritual.
La vida de este ser, apunta a una fotografía de un indigente tijuanense que yace tirado en una banqueta llena de mugre gruesa del paso de visitantes en pleno centro, bajo estado onírico cuyo REM se mueve al paso de la ciudad en estres y cuya piel muestra costras sucias, costras de intentos sanos, cabello que ha colectado tizne por años, bien es digna de vivir. Sin embargo, muchos hablan de ello, muchos se hacen famosos de ello, alaban lo descrito pero no lo vivido. Me parece inmoral que existan artistas que vivan de la esencia humana esa.
Sí, le contesto, lo es sin duda, sin duda alguna.
Hemos perdido la dirección de la humanidad.
Es todo tipo de liderazgo, contesto al aire como si estuvise hablando conmigo mismo. Sólo logramos organizarnos para no poder comprender aquellos que no quieren seguir nuestro liderazgo.
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