Watching grass grow

the 29th/6 2015. 12ºC or 53.6ºF. Gray. Usually I reserve my merino wool shirts for the winter days. Yet am drawn to them still. That is, I find the need to wear them because I haven’t moved enough to feel heat become burdensome. Not that it will or promise to be. Even when I was painting the ceiling of a kitchen today, when I broke a slight sweat, I didn’t feel heat, just some sweat beeds running down my forehead bothering me. A few sunrays managed to peek through the thick layering of clouds that bespeckle the sky and a slight feeling of a humid pressure made its presence be sensed, or was it my imagination? I find it teasing to see the sun color the otherwise dull landscape before me because it kind of makes you feel you want more. Then they disappear from sight again. Only the brush or the grass give hints that it might be summer. Some tall grass shoots give the appearance of an unmanaged lot like an old scruffy man. They thrive in what is. So I find myself watching grass grow. This is it.

biking by brinellgatan

those preadolescent somalians girls

strolling on the bike path

heads garbed in beautiful hijabs

laugh as they hold a smartphone

What makes them laugh I wonder

that arab looking guy

that I presumed gave me a hate look

I wonder

does he wish to blow me up?

this dark haired browned skinned

middle eastern young dude

dressed like an emo

with earphones plugged in

gets honked by an automobile

driven by an older arab looking dude

who turned a corner to wait for him

does that young dude want to be stopped?

then I wondered how is it that

rasist motherfuckers nationalist assholes

don’t cry out for the rich to pay

for national debt

Dí­a de raya

Mañana será dí­a de raya. Eso significa que algunos suecos soltarán greña. Yo, tranquilo. Como no me queda otra que ser bueno, desde lejos observo el desmadre. O serán los años. La ponzoña que ingiero ya es más para poder dormir que para salir a hacer desmadre. Hoy hace frí­o. Se lee que en Pakistán la gente muere por la calor. El hielo ni alcanza a llegar a los hogares dicen las noticias suecas. Mientras tanto, aquí­ sopla heladito. Habrá que moverse para sentir el calor y el solecito que sale da muestra de un calor ajeno y distante. Se puede sudar, si uno hace el esfuerzo, pero no en la sombra. Hace frí­ito.

Paso estas vacaciones sin planes algunos sin más allá de pasarla tranquilo. Le estoy ayudando a una jubilada de noruega pintar su cocina. Es una anciana de esa que nació un tantito después del fin de la II guerra mundial. Cuenta mil y unas cosas. Sobre muertos, recién muertos y muertos por haber. Cuenta sus historias, de cómo nació, sus padres, sus familiares. Vive sola, pero se rodea de ayuda, tiene su cuchara metida por todos lados. Yo me limito a ver y trabajar, escuchar por igual. Hay historias de su padre y los tatuajes de su padre, de sus familiares que pertenecieron a la resistencia noruega y de cómo se enamoró de x hombre y cómo el destino les separó. Escucharla es como añadirle anécdotas a mis lecturas de la II guerra mundial y sobre Noruega. Esos tienen una historia llena de invasiones, si no fueron los daneses, fueron los suecos o los alemanes. Durante mi trabajo descubrí­ unas botellas de cognac mientras limpiaba la superficie antes de pintar. Se antojaron. Pero ya no soy el caco que antes era, pero las cosquillas están ahí­. Aunque es interesante dejar pasar los minutos en casa ajena, el ruido de la casa de otros no es el mismo de los ruidos de la de uno.

Hoy también descubrí­ que hay ciertas libertades cuando uno cesa de estar a la expectativa. Por ejemplo, llevo ciertos años sin entablar relaciones con el sexo opuesto. Tampoco me esmero en hacerlo. Aquí­ se me hace muy complicado todo eso. Así­ que no miro al sexo opuesto sueco como lo harí­a en México. Se me hace un espanto de poca madre. Así­ que desisto del todo. Y como ellas no son aventadas, pues estamos que ni los unos ni los otros. Pero hay libertad.

Lo curioso de todo esto es que me encomiendo a Dios y le ruego que me ayude a encontrarla. Porque hasta eso, pienso que la mujer de mi vida está predestinada, ella, existe y ambos daremos con el uno al otro. Así­ pues, están las cosas en el reino de las eternas nubes donde cunde la soledad como césped en el Sabana.

Hacerse el sueco en la ví­spera de San juan

En nuestra lengua hay un dicho muy acertado para lo que voy a recontar esta vez. Hacerse el sueco, es un dicho de origen latino:

El origen del dicho ”hacerse el sueco”, que se aplica a quien se hace el distraí­do para no darse por entendido o aludido, está en la palabra latina soccus, que designaba una especie de pantufla que calzaban los cómicos en el antiguo teatro romano. De soccus provienen los vocablos zueco (un calzado de madera), zocato (zurdo) y zoquete (tarugo de madera corto y grueso).

Para algunos lingíüistas, sin embargo, la expresión procede de los marineros suecos que atracaban en los puertos españoles y aprovechaban su desconocimiento del idioma para entender solamente lo que les interesaba.

Así­ pues, los suecos que están a punto de celebrar una de esas tradiciones suecas del que todo mundo aparenta entusiasmo, el tan mentado midsommarafton o ví­spera de San Juan. Y hasta brindan esperanzas de poder ligar, hoy, la idea es, como Sheldon suele decir en The Big Bang Theory, poder hacer coitus. Es un dí­a de asueto y todo lo que conlleva a ello suele verse por la televisión. Harta fila para irse de minivacaciones a quién sabe dónde, comerciales de comida tradicional para estos lares y memorias infinitas de la costumbre tanto buenas como malas y el comienzo del verano se celebra a lo grande, y aquí­ eso significa ponerse hasta las cachas de briagos. Es uno de los dí­as festivos más importantes en Suecia. Es un dí­a lleno de alegrí­a que suele compartirse con la familia y las amistades.

Antes me entusiasmaba este dí­a, lo querí­a documentar y lo hice con ese romanticismo de un immigrante recien llegado, sin previa experiencia de ello, lo estudié y lo celebré algunas veces y al paso de los años y la vida, mi perspectiva ha variado. Ahora me toca verlo de desde esa realidad alterna ajena al entusiasmo, el lado oculto de midsommarafton o midsommar.

Mañana sacaré mi banderita y la pondré en el balcón porque el calendario dice que habrá que ondear la cruz nórdica sueca por eso de la celebración. No haré más. Mi familia no celebra eso, o por lo menos no lo hace conmigo y no tengo amistades con quien celebrarlo tampoco. No es queja, es una realidad que vivo desde la soledad de mi habitación. No me molesta porque sé de antemano que no soy el único en mi situación, están los inmigrantes, los viejitos y jóvenes que les ha tocado la soledad a una edad muy joven para ellos y demás secuaces como indigentes destituidos o inmigrantes ilegales en en el paí­s. Los medios informativos no deparan en ello, ni las autoridades ni las instituciones gubernamentales, para esos pilares de la democracia, la tradición sigue en marcha y es mejor hacerse el sueco con aquellos que no tienen con quién celebrar este dí­a lleno de entusiasmo.

Lo que me causa un poco de curiosidad es cómo pocos o poquitos de los xenófobos que existen en Suecia y alegan que los inmigrantes no se adaptan a las tradiciones suecas no invitan a celebrar este dí­a con ellos. De hecho, el sueco no tiene por costumbre andar invitando a gente que conoce muy poco así­ sea que sean compañeros de trabajo de muchos años, para nada, la labor es la labor y la vida privada es la vida privada. Integrarse a Suecia es una ardua labor y sé de antemano que podrí­a llevar décadas o por lo menos una generación antes de asimilarse completamente a ella.

Está lloviendo, como suele hacerlo durante midsommar. De hecho hace un poco de frí­o. Al fondo se escuchan las gaviotas que suelen venir a pasar el verano por estos lares, con sus clásicos chillidos. Durante una vuelta a la tienda me percaté de los niños inmigrantes que jugaban pelota en mi vecindad, ningún suequito que les hiciese compañí­a. Ni llevaban coronas de flores en la cabeza tampoco, ni andaban buscando flores silvestres para los arreglos festivos, no, jugaban pelota, quizá matando el tiempo para aguantar Ramadán.

 

One

Resguardame de mi propia narrativa

Resguardame de mis propios sentimientos

No dejes que el odio se asiente en mi

o que juzgue a las personas dioquis

Dame la fuerza para seguir creyendo que soy un instrumento para tus designios

que lo que hago es para tu honor

disculpa si cada noche

hago todo lo posible para destruir

el medio que haces

que haga las cosas que hago

y disculpa si molesto cuando hay más desmadre que te necesita

más que las nimiedades mí­as

 

A mis huesos

No sé cómo

habra

de acabar

la sangre mia

ni mi carne

o aquello que llamo yo.

Llámame

Insólito

o nada

de los millones de huesos que hay hoy

tras miles y miles

de cavernas o guerras

o batallas

o campos

jode

fosas clandestinas

cenizas

pozoles

descuartizados

hamburguesas

o por

suerte

de naturaleza

restos

oseos

de antaño

si queda

alguna partí­cula flotando

que alguien respire

ese soy yo

Insólito.

Ya no hace frí­o

Es dos de Junio y llueve. Ha habido llovizna prácticamente todo el dí­a. Salgo a la calle a comprar ví­veres. Saco mi bicicleta. Es Negra. No tengo otro tipo de transporte. Nunca he aprendido a manejar un vehí­culo motorizado. Nunca me ha llamado la atención. Aún así­ me causa pena pedalear hacia la tienda y me cuesta trabajo sacar los argumentos a favor de bicicletear. Son varios, como por ejemplo, el consuelo de que los dinamarqueses bicicletean por todos lados en Copenhagen. O aquel de que por lo menos no contamino el medio ambiente, aún así­, siento el nudo de la vergíüenza en mi estómago, deberí­a, corre a contracorriente de la sensatez, saber manejar, tener un vehí­culo. Pero, bicicleteo a la tienda. Me puse una chamarra Fjí¤llrí¤ven. Naranja, a prueba de estas temporadas, mojadas, con vientos y fuertes. Un impermeable nice. Pero no hací­a frí­o. Lo digo porque a pesar de que soplaba bien y bonito el aire no se sentí­a penetrar las manos secas y descuartizadas de mi cuerpo. Las mismas manos que unto con aceite de oliva para hacerlas más húmedas. Es ya claro y seguro que la calor esta para quedarse, aun así­ sea que llueve, y está gris, mi color preferido de reciente para acá. Y con calor digo más bien tibio, ya que los huesos no se quejan aunque quien sabe si sea el trago de tequila que me chingué en la biblioteca el cual me hace olvidarme de él.

En camino a la tienda, los charcos de agua acumulaban el polen de los arboles del vecindario. Pedaleaba con cautela ya que llevaba en un cesto algunos botes de aluminio para reciclarlos y ganarme unas cuantas coronas suecas que uso como descuento al pagar la cuenta de lo que compro. Ver las calles mojadas siempre me da un poco de nostalgia. Empiezo a romantizar todo a mi alrededor. Y voy pensando en qué escribir, o escribir lo que voy pensando. Es un enfrascadero de pocas.

Eso de andar en bicicleta por doquier es muy europeo. Es nada más de ver series como X-Company. La bicicleta te da ese dejo de una vida simple, nada más lejos de ello. Y mucho más en un pueblo que valora tener un vehí­culo motorizado. Aquí­ se trata de enseñar de que tienes dinero mediante un buen vehí­culo que cueste lo mismo que una vivienda. Por lo tanto, yo ya me saco las canas. Se va acercando el tostón. Hago todo lo que puedo para no dejar que mi linda cabellera no se blanqueé. Así­ que compro ví­veres basados en lo que creo ayuda a contra arrestar el paso del blanqueo. Ajos, por ejemplo. Dizque eso ayuda. No sé, pero lo hago, vaya vanidad.

Las canas. Que rollo. Recuerdo sacarle las canas a la abuela Julia. Sacar canas en Suecia, me percato, es un asunto como en cualquier otro paí­s, aunque aquí­ algunos demuestran mandar todo a la chingada mediante la protesta de dejar que el blanqueo siga su curso, usan las canas como bandera de abandono a la vanidad. Bien para ellos, pero no se mira bien. I pluck mine. There, I said it.

Las cosas de Mayo

Leyendo las noticias locales veo/leo que uno de los titulares de las pocas cosas que se anuncian por estos lares anuncia que a pesar del frí­o el precio de la electricidad es bajo. Constato que hace frí­o. Justo hace unas horas antes andaba yo en bicicleta haciendo ciertos menesteres consuetudinarios de un domingo que me vio más obligado a hacerlo que hacerlo de buena gana.  Y es que este 31 de Mayo, Dí­a de las Madres por acá, el viento está a raja piel, la agua de la lluvia, juro vení­a medio helada y a titiritar un poco pues sí­, hace un tanto de frí­o, no cala, pero lo hace. Mis manos lo resentí­an mucho al pedalear.

Aunque por igual cuando la oportunidad y Njord lo permiten algunos rayos solares logran iluminar de la nada grisácea colores fuertes y vivos. Los colores de las recién salidas hojas de su invernadero se iluminan con los rayos del astro rey. Cosa que siempre me sorprende pues la frescura es casi tangible. Frescas, muy frescas acogen la luz, el calor y los caprichos de la nubes que actúan como agentes de aduanas, controlando el paso de la iluminación.  El viento sopla, veo las ramas y las hojas de los arboles danzan al son nórdico cuando no presumen su esplendor, y el trasfondo, pues como dirí­an los gringos, partly cloudy with light showers o los suecos praecipitatio. Me encanta.

Salgo, pero a la misma vez me cuesta salir. Salir a la calle me resulta una batalla enorme contra miles de emociones y siempre me refugio en la oración para ahuyentar las malas vibras. Ver a la gente me da estragos, como leer lo que pasa en el periódico. Este negocio de no poder andar con otros quiza por culpa propia, y no por alguna otra razón, aunque así­ quisiese que fuese, da puñaladas en el estómago, el corazón y punzadas del trayectos del pasado. Ouch sayeth I. Y resulta que a veces veo a alcohólicos caminar sin pena ni gloria todos embriagados sin qué preocuparse. Lo dejan todo. Es un abandono total del cuál da un poco de envidia ver porque no todos pueden dejarse arrastrar por el vicio y dejar que todo se vaya a la chingada, es en realidad, mucho de admirarse que cierta gente aquí­ en Suecia hagan eso, ni pena ni gloria, se entregan a la dipsomania y ni que diga el pueblo mas que conjurar las morales que no valen ya mas que para el acusador.

E intento tener paciencia, mucha de ella, a pesar de los vientos invisibles y su fuerza a tomar en cuenta.

 

Lilliput

At the edge of Eden

lies

Sweden

lies

of all kind

which Putin

would like to set straight

Oh the intra-Lilliputian row!

So here in the Highlands

we are told we are a target

for

Putin & pals

to set an example

but if Catherine the Great is anything in history

there is a soft spot

there

yet crazy is crazy and rage is rage

Lilliput

wants its share

Son las 19 horas

Este solsticio a ser

y la sombra  de la señal de tráfico

recae sobre el asfalto

y la xente sigue su curso

a las cinco de la tarde

Guacha

Guacho

la guacha

La mano de la calaca

apunta

la hora

y tu puto jefe ni su puta luz

a la hora de la hora

la memoria

de la letras

delatan

tus oscuras

intenciones

a las cinco de la tarde