Reminiscence

– Run!
– What’s that noise?
– It’s the chopper, órale! Run!
– Hide by those bushes.
– I can’t, their too low, and there isn’t much to hide in.
– Chale homes! You got the cast light on you…
– What? I can’t hear you? What did you say? It’s too bright!
– Damn, here comes the migra now… fuck! just lie low…

The barren soil didn’t have much of anything on it. It’s famous for its arid terrain and the refusal of the US government to allow any building to be built there. For years the only thing in sight from this side of the border was what seemed to be a car lot. As the years went by my imagination concocted more serious and credible theories, drug smugglers came in handy to depict that parking space, maybe even crooked INS agents dealing in smuggled and stolen cars, who knows.

Between the thin wire netting, no-man’s land, were littered sniff-glue bags, filled with dried yellow glue  popular back in the 80’s an d90’s. Broken bottles and rags strewn about covered with hundreds of cigarette butts lay strewn. The soil is dry, and the wire that separates the countries was full of holes; the marines set up other measures now. Tortilla curtain was the response from indignant neighbours. I was born less than a kilometer from this other country, Tijuana.
– State your citizenship. – American

Our eyes met, usually they looked at you from the very depths of their eyes to see whether you lied. Sniff, sniff seemed more like it. Bean sweat, not hamburger or saurkraut nor cole slaw, anything smelling near like maize was suspicious. “American Citizen”. The badge on his shirt spelled his name, I noticed there was an absent accent in the o of his last name. I laid my eyes on it, to see if he was raza, my lips uttered some words: ‘American Citizen’. The hand waved me away not seeing another citizen such as he, but rather more like a nuisance, laws must be abided, an undesired though with ‘rights’. I slid across, like always, my xicano look helped me over. ‘Go ahead’, the migra said, ‘pásale,’ I heard. I took a leak by the nearby toilets, like every time, my confident act; the luggage detector passed countless of bagage. I veered off and left my mark in those prison like toilets, metal urinators and metal toilet seats. They seemed like nice bathrooms, clean. I took a drink of water, something you can’t do in México’s government buildings. The hospitality greets you even when they’re assholes. I never looked back. I smiled, the red San Diego Trolley pulled in. It’s a wonderful view, like coming home. I walked forward but voices could still be heard from where I was: state your citizenship; what was the purpose of your visit to Mexico?; Are these papers for real? I went in to Mickey D’s as the voices drowned in the background

I always wondered why was it that the INS allowed, for what my suspicious eyes detected as criminals, to thrive so near the border, la lí­nea, right next to them. I spotted them right away, you knew those people weren’t up to no good, there they were, pulling in people right smack in the middle of their faces to board buses towards Los Angeles or selling fake papers with the right connection. I mean I even sold papers there my self! I’m sure that doesn’t happen anymore, but that’s how it was, right next to them, those light green colored vehicles couldn’t figure out what those thicked mustached people were talking about or doing standing there all day and yet dress so nicely, so Mexican. Stereotypes and what people want see, that’s what made it possible, preconceived notions of what other races are like. Off course the INS was a federal institution but come on! Couldn’t they at least observe a little what was going on right there? So I grew suspicious with time, you know, the lonely citizen that watches its surroundings but is powerless to do anything about it? That’s me, not that I would rat on my own brethren mind you.

I never payed to travel on the Trolley back then. It used to be that one would declare itself illegal rather than pay those hefty fines and best yet, back then the gringos bought one’s name no questions asked, so many files on illegal immigrants in the archives of the old INS bear names like Pedro Infante, Vicente Fernandez, José Alfredo Jí­menez, Chapulin Colorado, Lola Beltrán, Juana Inez de la Cruz or Paquita del Barrio, you never knew what the raza might come up with to avoid giving in one’s real name. So I travelled for free, whilst I wondered whether I should stop and visit my Aunt who lived on 8th and National or whether one should by a refeer in Chula Vista, mostly though one would rather go to San Diego’s porn shops. Though Tijuana is a sin city it had very little or not at all porn shops in the 80’s, off course why visit those shops when you can be part of a real live sex scene? It made sense for some, though for the likes of me, sex went beyond the flesh and fornication of the open prostitution markets of Tijuana’s Coahuila sector. I wanted to see naked gíüeras and best of all, those fancy underwear that look so delicious and tempting, lingerie. Now that was worth a run for the border.

Alessandro Baricco: Esta Historia

Válgame, no tengo espacios para italianos en este blog y eso que los últimos antes mencionados han logrado marcar los pasos de este ser en este planeta desde N. América hasta Suecia. Quedará quizá ésta entrada como testimonio de lo poco que leo sobre italianos o quizá es el principio de algo. He leí­do a medias una novela que nada más no logró lo que ha logrado en otros.

A qué  se debe no sé. Pero esa es la verdad absoluta de un libro a medias que no promete más allá de lo que ha brindado en sus primeras páginas a mitad del camino y en esta era de la internet, el quien se sienta a leer es como un monje de un reclusorio de antaño. Mi lectura ha sido todo un fracaso. A lo mucho que puedo decir sobre la lectura en mano es que ha sido traducida al español peninsular de España. Sí­, aquí­ existe ese vosotros que no tenemos los mexicanos y eso hace de la lectura un viaje placentero a un tú ajeno al mexicano. El mexicano no sabe usar el vosotros. Quizá es hora de reivindicar nuestro derecho al vosotros. Hacernos de ese pronombre como hacemos de lo demás, a la fuerza.

No insinuó ser violento, para nada, sino que como todo buen guerrero habrá que reclamar los bienes de guerra y el vosotros, prohibido de antaño al mexicano, es un tesoro que no hemos logrado desenterrar. Así­ que es difí­cil para nosotros disfrutar una novela que utilice el vosotros y a eso va Esta Historia para este nopalito. Ahora, a qué se debe que los españoles utilicen un pronombre que más que vivo este muerto no sé. Pero es interesante. Y solo eso hace de la lectura un deleite. Y como el tí­tulo del libro lo insinúa, habla de historia, en este caso de una historia de esas tantas de las cuales Unamuno manda hablar. Y es que la mayorí­a de los españoles aún traen la consigna de Unamuno al escribir, quieren a toda costa hablar de ese mundo titulado intramundo y por lo visto esto afecta también a los italianos. En este caso se trata de autmoviles y un espacio tanto como particular como mundial. Una especie de Ishiguro y su novela Remains of the Day en donde un sirviente es testigo de grandes eventos que conmueven al mundo entero. Me hizo recordar a Robert Graves y su Good-bye To All That a excepción de los detalles que brindan un espectáculo difí­cil de ignorar no por las muertes sangrientas que recuerdan a Mutant Chronicles sino por el retroceder de un ejercito después del fin de la 1ra Guerra Mundial.

Yeah, ’nuff said.

Vive tu Casa

Este sábado estuve viendo la telenovela Vive tu Casa mediante internet. Aquí­ podrás ver la serie dizque tijuanense. Y sí­, ya presintieron que esto no va a nada bueno así­ que si no quieres seguir leyendo te recomiendo que dejes de leer ahora mismo, si no, atente a las consecuencias de mi crí­tica ácida en sus pormenores.

Esta novela tiene todos los tintes de ser un proyecto con consigna y leáse Iglesia et PAN. Los panistas y la iglesia creen que mediante una narrativa de repetir que la sociedad sufre lo que sufre por falta de valores, qué quién sabrá qué es eso, los valores de ellos quizá, todo se compondrá. Ya es hora de hacer valer esos valores. ¿Cómo?, nunca lo dicen, quizá mediante novelas como Vive tu Casa. Pero eso no estarí­a del todo mal  siempre y cuando los voceros de esas consignas tuvieren ideas originales, la verdad, pero no, quieren hacer que todo cambie bajo el mismo esquema de siempre, da la impresión de que las oligarquí­as de México añoran el paraí­so perdido.

Perdonen si les insulto la imaginación al detallar los porqué de mi crí­tica.

Veamos:

Los ingredientes básicos de toda buena telenovela mexicana: la gente de tez blanca es la élite; tiene que haber una india Marí­a; los prietos no pueden tener posiciones de poder y el amor es rechazado siempre, nadie está con quien deberí­a de estar. Agregale un poco de drama, acción, suspenso y situaciones í­ntimas y ya, ¡Ta-da! Novela mexicana. La verdad no entiendo esta insistencia de hacer ver a la gente blanca como mejores en todo. Son mejores para hacer negocios, la gente les cree todo y son inocentes hasta ser declarados culpables y poseen las mejores viviendas y locales de México. Los pobres nunca podremos salir del barranco en que estamos y eso lo demuestra muy bien la novela. Ser prieto en Tijuana no es nada bueno.

Vive tu Casa no es ajena al esquema, los buenos son gíüeros y de ojos de color de preferencia. Los malos o casi malos suelen ser morenos, prietos. La inocencia que raya en el racismo es una chica indí­gena. Realmente no sé que hace ese tipo de esquemas en una telenovela siendo que Tijuana es una ciudad fronteriza y la confluencia de razas de todo el mundo hacen de Tijuana su casa. A uno le da la impresión de que ese tipo de novelas no son para consumo de los tijuanenses sino para los inmigrantes de otros estados de la república mexicana. Y uno no está lejos de la verdad, la telenovela se enfrasca en una ontologí­a de fomentar arraigo a la ciudad y los nativos de la ciudad son ridiculizados hasta el cansancio. En una parte hasta nos echan en cara ese viejo prejuicio que muchos connacionales tienen al respecto sobre los tijuanenenses nacidos en Tijuana: somos flojos. Lo curioso de la novela es que un advenedizo es quien quiere salvar a la ciudad y este advenedizo, o sí­ claro my friend, es blanco, de ojos de color y de nombre exótico: Iker. WTF?

Son buenas las intenciones, venga, bienvenidos sean todos aquellos que de verdad quieran hacer de Tijuana todo lo que anhelamos, una ciudad organizada, en donde se respeten las leyes etc. ¿Pero bajo un esquema lleno de vestigios de un colonialismo que nunca vivió Tijuana? Keep it girlfriend.

Later.

Cambios telúricos

En la conciencia del tijuanense siempre ha existido ese Otro nacional que nos ayuda a identificarnos a nosotros mismos como aquellos que no somos. Durante mi infancia y la mayor parte de mi adolescencia ese Otro para el tijuanense eran los chilangos, ese gentilicio que ahora se porta como charola de honor antes era el peor insulto que se le podí­a atribuir a alguien. Era sinónimo de desprecio, de lo peorcito y así­ creció uno. Y es que durante la década de los 80 del siglo pasado las historias corrí­an a raudales de lo feo que era la capital de México, los horrores que Televisa mandaba de la Metrópolis y su vocero Zabludovsky nos llenaban la cabeza de un terror citado descontrolada. Y ni quién quisiere ir al DF. Ya cuando me tocó ir al DF fui con esos fantasmas de Zabludovsky en mis maletas, tení­a miedo, mucho miedo a la ciudad que el Norte pintó en mi imaginación. En Tijuana no habí­a sino hasta reciente Otro. De hecho hasta memoria existe de matar a las chilangos de la ciudad de Tijuana. Y es que nadie repara ello, pero el DF es un oasis de tranquilidad hoy en dí­a. Comparado con Tijuana, claro. Ah de ser ironí­a para los tijuanenses de mi generación. Nos daba miedo el DF. Hoy en dí­a hasta envidia dan los defeños.

Y si tenemos un Otro que rechazamos tenemos un Otro que aceptamos. Por muchos años Tijuana aceptaba como suyos a toda la gente de los estados del Pací­fico. Los de Sonora, Sinaloa, Nayarit y Jalisco eran casi hermanos, gente que formó la ciudad y monumentos y nombres no hacen falta para hacernos recordar a los viejos nuestros. Ya no, esos han sido desplazados. Y nadie ha desplazado más al DF como Sinaloa.

¿Y cuándo desplazo Sinaloa al DF?


Medusa

Por estos dí­as la Medusa deberí­a de adquirir nuevas interpretaciones, algo así­ tanto como las cabezas de sus culebras. Y es que venga, necesitamos esas cabezas para poder cubrir ese mundo nuevo que enfrentamos todas las mañanas: la internet.

Requerimos por lo menos 9 dicen los estudiosos de Agatha Christie. 9 es lo máximo que nuestra atención logra retener en su imaginación y sostener la ilusión de una problemática sostenible. Pero requiere leer. ¿Qué es lo que uno hace en la red? Sí­, eso. Y el espejo, ¿vendrá a mano estos dí­as? Todo mediante un monitor es mediado por la mano, así­ como queriendo evitar el look de Medusa. Aunque hay algunos que utilizan sus ojos más que sus manos.

Una vez creí­ poder ser anónimo, una vez. Me mordí­ las uñas esa vez.

La luz del fondo opacó las intenciones que se reflejaban en el rostro. Yo quise ser listo y pensé que contrarrestar la mirada serí­a suficiente. Miré, en la profundidad que solo un espejo brinda, las posibilidades. El flash que solo puede brindar la posibilidad entre una mirada y un reflejo ya sea entre una vitrina o un recuerdo, no se hizo esperar. Y solo logré pensar: aquí­ se explaya la imaginación en cámara lenta.

La medusa detiene el tiempo a la vez que es manera de burlar ese Cronos que nos invita una sensación déjí  vu: hemos estado aquí­ antes.

Sin Cronos no hay Medusa me dicen los que saben. Y es que Medusa tiene atributos que Cronos ya quisiera, Cronos nunca puede detener el tiempo pero Medusa sí­. Ella invita eternidad pero no movilidad lo que Cronos sí­ tiene disponible.

Y le besé esos labios carnosos suyos esa noche en una sincronisación inesperada y los segundos que esperaban lo ya anunciado miles de años atrás, renegaron. Habí­a rebelión.

throw a monkey wrench

In loving memory of Isaac Asimov and his Mule.

De los mecanismos de la polí­tica mexicana poco se discute sobre el poder de transformar que tiene el estado mexicano para disuadir a los disidentes de sus labores o esfuerzos para poder lograr una transformación a fondo para el bien del paí­s. No es un secreto que el PRI es un maestro con doctorado en materia de hacer convencer a la gente mediante varios métodos materialistas. Si ponemos unos ojos oculares sobre la pirámide de Maslow veremos muy bien en qué parte de la pirámide se encuentran gran parte de los aspirantes a clase media entre los mexicanos: estamos o lejos o cercas de la auto realización y ya bien en ese estado estamos inoculados para poder pensar más allá del bienestar de uno.

Por eso no creo en el 2010 ya. O más bien creo en una revolución de conciencias y alguien por ahí­ sabe muy bien el escenario en puerta. Bien sabrá Dios que bastante le han picado con rehiletes para sacar adelante el México Bronco pero no hay las cabezas suficientes como para conmover a la nación federal. Creo que alguien le pondrá fin al uso de sobornar las mentes mexicanas con bienes materiales para seguir explotando la pobreza. No, esto no es una alegorí­a al Matrix en donde la pobreza sostiene toda una hilera de ilusiones guajiras sino que simplemente tendrá que haber por ahí­ un mexicano que levante la voz y diga, bueno, esto no da para más.

No nos conviene estar a la merced de la pobreza, salir adelante, querer transformar y quedarnos frustrados porque el cambio solo pudo llevarse acabo una persona a la vez. El estado mexicano no es tonto, sabe que sale más barato sostener una clase medio inteligente y adoctrinada a obedecer a la mano que le da de comer, porque ese es otro de esos trucos del estado, hacer intelectuales totalmente dependientes a la limosna del estado, que educar toda una nación que le quite privilegios espectaculares a la oligarquí­a mexicana. Y no es que Juanito sea un intelectual pero es un ejemplo de que lo no hace mucho puso en marcha todo el estado para llevar acabo la monstruosidad de sus engranajes aceitados, pero les falló, o eso nos han hecho suponer. Juanito es un claro ejemplo de la transformación en acción presente y fresca en el pasado para poder examinar sus detalles más í­ntimos.

Simplemente hay que dejar de mamar de la chichi del estado. Al estado mexicano le conviene el status quo porque simplemente le sale más barato así­ tanto como a la oligarquí­a mexicana y sus patrocinadores que más de las veces suele ser el Tí­o Sam o esos viejos vestigios de España. Esto me hace recordar esas historias de la Revolución Mexicana de mis abuelos, esas historias de que la gente se lavaba la boca con leche, esas historias de que la gente expulgaba el excremento de los caballos para buscar dientes de elote. Qué nos pasa, eso serí­a lo mejor preguntarnos.

Inocente Palomita

De las personas más difí­ciles de aceptar
Ese soy yo.
Cómo cambiar, el modo, la manera
De ser, del devenir
Construyo a diario Castillos
En campos de arena
Y la marea a las 5 de la tarde
Hace su cumplido.
Acepto mi destino complaciente, eso creo.
Y la mañana me hace preso con promesas.
Y me fí­o, porque mañana no se fí­a.
Logro convencerme
Hay algo más
Y la arena mojada
Llena mis palmas
De cuartos de horas
Ahora vací­as
Con diurnos efí­meros
Y agradezco como no queriendo
La luz del aburrimiento, de lo cotidiano, de la rutina, del velo que engaña la niña creida
Porque acepto sin respingue la marea de las 5 de la tarde.

Trás-os-Montes: Un viaje Portugués

llamzares

Alfaguara

Colección: Hispánica |  Páginas: 328 |  
Fecha de publicación: 01/3/1998
Género: Ensayo/memorias
ISBN: 8420481904 |  EAN: 9788420481906

Pues venga que se venció el plazo para entregar el volumen que cayó en mis manos no hace ni 9 semanas atrás de un tal Julio Llamazares. Tuve que hacer el ridí­culo en este pueblo de 15 mil porque se me ocurrió entregar el tomo media hora antes de que cerraran la biblioteca mocha pues esta última esta en reconstrucción y solo tienen los servicios a medias. Y me paré en medio del inmueble apretado por las circunstancias, medio borracho y me dispuse a leer con aliento a cerveza, y es que los metros cuadrados no daban paran más y consumí­ como 20 páginas en menos de 20 minutos antes de pagar la multa por gestiones de retraso, algo así­ como diez dí­as. Sospecho que la viejita que despacha el contador como el carnicero despacha su mostrador, olió mi aliento a chela. Pero en fin, no es mi viaje a la biblioteca lo que interesa sino la lectura que hice de Julio Lllamazares y su obra Trás o Montes.

Trás o Montes es una región de Portugal que colinda con Galicia. Es un viaje que aparte de ser un libro hispano que intenta a todas leguas ser un Lonely Planet a la Hispana, un viaje que requiere un esfuerzo total de la imaginación y este forzado como el narrador de la obra forza la narrativa desde la tercera persona. Y es que el narrador le roba al autor las luces del show. No sé si la intención es esa y es que hay que tomar distancia cosa que no es fácil. En el español actual solo hay manera de tomar distancia del Yo en el singular de dos maneras: o se habla del usted o se habla en tercera persona. Y este último opta por la tercera persona. Quién es el omnisciente en este viaje es un misterio porque se sabe a leguas que el viajero es el autor.

Ahora, para los amantes del Norte de Portugal, ¿es un buen libro, el libro de Llamazares? Sí­, porque describe muy bien el viaje de manera muy personal que cualesquiera pudiese tomar y casi a la misma, poder vivir lo que se lee. Como en todo libro sobre viajes a regiones distintas aquí­ la lectura utiliza los mismos mecanismos de antaño, se mencionan lugares importantes, sitios de nacimientos de personas ilustres y se cuenta la historia de las tierras desde una perspectiva histórica. Para los que gustan de datos de lugares nuevos con nuevos personajes de historias no escuchadas antes, este es el libro porque lo que aquí­ se narra es prácticamente para los que no conocen nada de Portugal o Galicia. ¿Hay algo más allá de lo narrado que podrí­a contribuir a la humanidad de un paisaje de un rincón del mundo? No. El autor sacrifica lo objetivo para poder labrar un campo de ilusiones llenas de expectativas que alejan la sensación carnal por la sensación de estar en tercera persona y lejos del objeto que subjetivamente nos influye los sentidos que están siendo influidos y dominados por fuerzas exteriores. La misma distancia que la tercera persona ocasiona hace que las relaciones entre los seres humanos adquieran un dejo de frialdad con a veces hasta dejitos de arrogancia que traicionaban la voz del relator.

En fin. Julio Sueco Dixit.