Tsuyu no yo wa*

Estaba viendo el cielo
en las gotas de agua
que las hojas del césped
acumularon del rocí­o matutino.

En ellas se
alcanzó a reflejar el
Lucero de la mañana.

aquel mismo que nos obligó
 a sacrificar nuestra
      amistad.

culminamos con intensidad.
penetramos el crepúsculo
bañados
    en sudor.

    Escurrió entre la tela del vaho
a formar parte
del rocí­o
de
la
mañana.


*

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