Estaba viendo el cielo
en las gotas de agua
que las hojas del césped
acumularon del rocío matutino.
En ellas se
alcanzó a reflejar el
Lucero de la mañana.
aquel mismo que nos obligó
a sacrificar nuestra
amistad.
culminamos con intensidad.
penetramos el crepúsculo
bañados
en sudor.
Escurrió entre la tela del vaho
a formar parte
del rocío
de
la
mañana.