el ronroneo de los vehículos a las seis de la tarde es hipnotizante, como un lowtempo jazz beat: burras, ranflas y baikas hacen su daily show.
curiosa realidad rota de repente:
el íšltimo ruido que se apodera de la vida del centro de la ciudad;
por segundos sólo existe su estruendo, llega de los aires con destinos a Otros:
un rompe-momento que calla a la calle; omite el hoy el segundo que retumba
su despedida se vuelve un puente entre este momento y el anterior, poco a poco el bullicio de la gente y el ronroneo de los motores retoman los sentidos de las calles, misestribos, mi camino.
el silencio de las voces de la gente, del zigzageo que hago por las banquetas tupidas de raza, hacen que los latidos de mi corazón sigan el ritmo de la ciudad.