Ambrosia que mi paladar busca.
Mi lengua ya no siente,
quiere una experiencia fuerte.
¿A qué sabe? No sé, hace mucho que los sabores pasan por mis sentidos en sentido contrario.
– ¡Echalé más chile gíüey! –
Un sabor ya más que familiarizado, sé a qué sabe.
Y mi cuerpo mira la comida como quien mira llover através de la ventana, aburrido.
Me hace falta mi comida, los olores que me llevan a mí pasado, sí, me gusta viajar en mis meriendas, de esos días de caldo cuando reíamos con ganas al ver el número del foco en la sopa.
Olores que me transportan a escenas románticas bajo velas y trozos de pan que con vino combinabamos como ritual antes de amar.
Ahora todo queda ausente (cual vívere sin sal), mi boca ansiando un poco de ti, ambrosia mia, deseo si tan darle un poco más de sazón a mí vida, ¡alas! aquí estoy, mirando como la tierra se remoja.