En Tijuana yo soy una minoría. Soy un nativo de esos en pos de extinción. Hoy hasta visualice mi precario destino como el chicano tijuanense que soy. Me imaginé ser eso que las olas arrojan a las arenas, los últimos escombros que nadie quiere, entre mar y tierra. Soy ni del mar ni de la tierra adentro y me entró esta idea porque entre más me pongo a pensar en la mexicanidad que yo comprendo no hay cabido para ello en el resto de México. Yo empiezo de cero como mexicano y sufro los vituperios que mi gente me lanzó por ser de Tijuana, yo para ellos, ahí se acabo México, literalmente, yo soy muy poco mexicano para ellos.
Llamada de una amiga mía aquí en Estocolmo, ella paisa pues, ring, ring.
– ¡Hola! ¿Qué tal? ¿Cómo estás? ¿Ya hiciste tu pan de muerto? No, ustedes ya no celebran eso ¿verdad?
Yo no sé porque el resto de México piensa así de uno por allá, como si fuéramos ya otra cosa que no sea mexicana. Si la ciudad siempre recibe gente de todos los estados mexicanos, que tierras cachanillas sean ajenas es otra historia, pero la gente mexicaniza, las practica las tradiciones y eso da vida a esas costumbres.
Como le dije a mí morrilla de seis años, me hablo por telephone right? Papáááááaá, me dice, tell me about la Llorona. N’ombre, y se la cuento, ya se la he contado como 600 mil veces, pero me dice, she doesn’t live in Sweden right? M’ija, I say with my magical and evil imaginative mexican brain of mine special de el día de los dead tone, wherever there is a mexican, la Llorona is there, you’re mexican right? y nomás se oye, GULP!
Bueno, el caso va a que el problema no yace en que yo no sea un Mexicano como el estado nos hace entender como somos, si no que la xente, y lo sabe puesto que dudan, si semos o no mexicanos, si no que soy un mexicano tan diferente que no se nos reconoce dentro de esa gama ideológica que raya y pinta who is mexican.
Lo puntualizan por donde quiera, más, como tantos pensamientos he escrito al hecho, es nuestra manera de hablar. Esto se vuelve en su expresión más violenta cuando se nos achaca que ni español sabemos escribir, usar ni hablar y siempre eternamente corriguiendonos nuestro dizque ’errores’. Eso es violento porque no hay manera de hacer un mundo, se prohíbe nombrar cosas nuevas que ya existen o haya nombre de ello en los acervos de Castilla, forget that it is a new land, con gente nueva que vive siempre luchando ¡qué no semos gringos! Si no me la creen, echense una lookeada al blog El Charquito pa’que se las quemen.
En Tijuana coexiste el inglés junto al español.
Somos gabachos porque la extrema pobreza de Tijuana produce una situación donde florecen nuevos idiomas como el (e)spanglish. Para después decirnos que no hablamos bien el español, a ese idioma al que tanto le tienen amor que no inviertan más de lo que deben para enseñarlo y las clases altas regañan a todos por ser mal educados. No exagero, la gente nombra las cosas como su ambiente lo da.
A Tijuana le quitan ese derecho a diario porque se le teme deje de ser Mexicana siendo que Tijuana siempre a sido bicultural, siempre a negado su gemelo gabacho San Diego, le damos la espalda a esa historia pero el chiste más grande de mi generación es que Tijuana y su historia se impartía en inglés por el canal seis, Tijuana Window to the South! Los de mi generación nunca recibimos la educación de Baja California como los textos gratuitos que se dan por estos días, mucho menos historia de Tijuana, estabamos siendo alimentados propaganda del estado (léase DF) pero la realidad es otra, somos gringos too. Porque sus costumbres son nuestras ya, who hasn’t comido Thanksgiving turkey leftovers a ver? Esto del Halloween tiene más historia en Tijuana de lo que la xente piensa. Se dio cuando en San Diego se dio. Gringos porque todo ese desmadre que avientan sus ondas las recibimos a diario de allá y for free. Gringos porque en cualquier día de la semana el segundo idioma más escuchado en Tijuana es el inglés, tanto como con los turistas que los inmensos números de familias que hacen vida de esos dos pueblos en esa area, San Diego/Tijuana.
Somos gringos porque el gobierno nos tuvo que poner el alto a esa rachita de estar nombrando la raza con nombres gabachos, de repente ya no había Tiburcio’s, Alfredo’s o José’s si no Jonathan’s, Jennifer’s y Jhonny’s. Jhonny la chingan, se escuchaba en rincones nacionalistas, temerosos de esta nueva raza que desdeña que le desdeñen sus dos procreadores CA/BC.
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