resaca

Acá en Suecia el invierno nos ha llegado un tanto temprano.
El viento muerde y el frí­o se hace sentir hasta los huesos.
Esta mañana al salir de la comodidad de la casa el dí­a hizo de las suyas luego luego pues la piel se enchina ante el golpe gélido por estos últimos de Agosto.

Sin embargo, el sol logra aún derramar una que otra gota de sudor en aquellos que se aventuran al esfuerzo laboral fí­sico, yo, procuro almacenar las fuerzas solares que despide la temporada como último esfuerzo por alentar una especie de alegrí­a efí­mera cual oso dispuesto a invernar. Me postro ante la ventana, o mas bien, me planto, para así­ recibir, esos rayos solares que hoy alumbran mi ser.

Sé que las nubes retomaran su reino y los cúmulos el viejo espacio cedido ante la presión del cambio climático que ocurre año tras año.

Curiosa aceptación: transformarse, aceptar, el cambio, como mexicano, en este paí­s nórdico después de escupir tanta bilis en forma de rechazo inaceptación y la transformación, ahora casi un 360o

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