Lenguaje: Sueco Páginas: 292 Casa editorial: Bokfí¶rlaget Wan Zhi Traductor: Anna Gustafsson Chen Título original: Zai xiyu zhong huhan ISBN: 9789198347746 |
Como decía, no soy lector de un solo idioma. Ni siquiera podría acercarme a un intento de lectura netamente monolingíüe. La idea me aterra. Leo bastante en sueco, inglés, español, me aventuro en noruego, el italiano. No leo nada traducido si hay manera de leer el libro en su idioma original. Se me hace una pereza intelectual no intentar leer un libro en su idioma original, para mí, que os quede claro eso. Porque esto da dejos de arrogancia que si hay gajos de ello no hay nada aquí que no grite una batalla contra esa incertidumbre o sombras que arroje un tufo de ese maldito mal.
Si me propongo a leer un libro de los múltiples autores que a mí me apetecen y no lo puedo leer en su idioma original, lo leo en la lengua que más se le acerque y hago excepciones con el mandarín porque sencillamente no hay idioma que yo conozca que se le acerque a ese idioma asiático. Son mis condiciones como lector y cosa que he repetido varias veces ya anteriormente en esta catatomba de letras. Los beneficios son muchos porque abarco a una especie de lectura internacional que monolingues no acceden a no ser por la labor de los traductores que laboran en traducir de un idioma a otro con mucho esmero y amor. Esas personas que trabajan en la sombra del autor son realmente excepcionales y sin embargo pocos reconocen su labor.
Ahí tenemos a Donald Keene quien me trajo a Yukio Mishima al inglés. Dios mio, que soltura, que amor, que pasajes, que historias, aún las siento en mi paladar. Pareciese ayer que leí a Colours. Y no hablemos de Isabel Vicente. Ese alúd de la traducción que te hace caminar por tu propio idioma como extranjero con un Berlitz en la mano en un mar de arena que solo a tientas y ni así se busca camino al hundirse buscando aire. Jode, cuantos autores rusos no han probado mi lengua humilde gracias a Isabel Vicente cuya cocina sabe al verdadero mundo de palabras con un sazón inexplicable.
Pues al grano, he acabado de leer mi 4to libro de Yú Huá ä½™è¯. O 5to, quién sabe ya. Se trata de un libro titulado al español como Gritos en la llovizna. En español lo maneja Seix Barral. Yo lo leí en sueco y aquí en Suecia lo maneja una editorial que se llama Wanshi. Traducido al sueco por la traductora Anna Gustafsson Chen quien ha sido la traductora más productiva en traernos a Yu Hua a Suecia. Buena empresa, buena labor.
La verdad sea dicha esperaba un libro como los otros 3 que he leído de él, y no; se me hizo pesado pero al mismo tiempo me agradó. Yu Hua se especializa en la pobreza, el abandono y la perdida de relaciones y seres humanos durante el transcurso de la vida de uno. A mí me atraen ese tipo de narraciones porque me relaciono muy bien en esos entornos. No voy a comparar el nivel de vejaciones que los personajes de Yu Hua sufren o las odiseas que se atraviesan en los campos de arar un día cualquiera, las costumbres, tradiciones de los pueblos chinos son sui generis en el siglo XX. Pero sí veo dejos tanto sentimentales como comprensión de pobreza y lo que esto suele significar tanto para adultos como pequeños. Muchas veces me hizo reír y otras veces me hizo ver las cosas desde otra perspectiva. Este libro en especial, por ejemplo, relata los recuerdos de un pequeño durante su niñez y es sorprendente el nivel de observación que el niño tiene y realmente no quisiere tener ese don de poder recordar varios lustros con ese lujo de detalle. El pasado es bonito recordarlo, nostalgiarlo y revivirlo pero igual abruma, el presente se ofusca y me imagino que doloroso, muy doloroso aunque dé resultados o reflexiones que ayudan a comprender la situación humana y el comportamiento de las personas y a sus acciones. El protagonista, Sun Guanglin, acepta ya en su adultez, las cosas que tuvo que sufrir a pesar de la mano dura de los adultos que lo rodearon en su niñez y los perdona, los comprende. Un ejercicio sano pero vaya lastre, muchos vestigios y acciones del ayer suelen ser nocivos para la salud mental.
Decía, es lectura pesada y nada dulce y agradable como los otros tres que se caracterizan por tener un dejo al estilo de Hemingway con frases cortas y al directo. Gritos en la llovizna es un poco más pesado en ese aspecto pero igual, digo, vale la pena leer el libro.