Chiaroscuro

Habí­a demasiada luz a esas horas de la noche.

Las sombras eran irreales. Casi cómicas. Se alargaban, se achicaban.

Desaparecí­an. Un juego incomprensible. Hasta que me detuve. Irradabia luz eléctrica sobre mi.

Un farol urbano que esconde todo.

El amigo del enemigo es asfalto que consume el hertz, neutron, electron, ohms y la humanidad que cree en alotropí­as.
Yo escupí­.

A las quién sabe cuál. Pero eran más de la una.

Y deje la saliva ser lo que fue sin juzgar a dónde irí­a. [Y de la nada un recuerdo hizo voz:]
No escupas en tierra porque el viento se lo lleva.

Y no lo hice. El dí­a soleado, agarrado de la mano de mi abuela. La tierra polvorosa de Tijuana. La calle segunda y Negrete. 1972.

Pero el terror de la tierra burbujear con mi saliva, de eso

ni quien me salve.

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