este sentir tiene sabor desganado – algo acotado.
El abismo de la nada guarda un hilo de amargura
no deja que las muecas de alegrías hagan presencia
Ni el paladar sentir el dulce de la esperanza.
Y esto es un día cualquiera, uno más de los que ya
agarraron concha en mi
Se cerró el tiempo del brío
y ahora quedan campos negros como inmuebles permanentes
Vacios eternos como moscas de verano, abundan.
Y estoy en medio de la nada, ya ni la lucha le hago, quiero
acostumbrarme al sabor de está soledad abrumadora
donde nadie ve ni oye lo que deseo, válgame, ni siquiera alcanzó ya a escuchar
mi llanto
la rutina hace su presencia, convida al estasis
y no le cuesta nada hacer que el reloj de mi vida
toque al ritmo de una cumbia a punto de acabarse
Si no fuere por la luz del día diría que estuviere más allá que acá ya.
Y aún así, existo en este umbral cuyo material engaña a la niña de mis ojos muy a sus anchas.