Yonder Lies It

Las tres en una tarde akíüiverdosamente lúcida

Cuando Sandra se dio cuenta del poder de su voz no sabí­a que era un regalo de una lí­nea de mujeres que habí­an pulido el arte de la campana. Se sintió Siena, una Némesis, una Chalchitlicue. So le gritó más fuerte y vio how he recoiled at the very sound de sus vibraciones y cómo el techo empezó a dar golpecitos fuertes. La vecina (era doña Vero, y se la imaginó en su mecedora con el rebozo de seda que tanto le gustaba) daba escobazos ante el primal scream amazónico que repercutió, por lo visto, hasta el piso de arriba. También detectó como las niñas de Hector se tornaban unos puntos de aguja y disfrutaba ver la emociones prenderse de lo que D.H. Lawrence calí­fico como primitivismo. Enajenación mental, se dijo, al acercarse a examinar los efectos de su grito, ¡no grito, hablo fuerte gíüey!.

Snadra descubrió otra fuerza que no le cabí­a en la cabeza como verdad. Era bilingíüe, descendiente de Malitzin y cumplirí­a, dijo al enterarse del maltrato del nombre de la heroí­na más grande que México tiene en la voz del pueblo. El deber de toda mujer Xicana, Mexicana, mestiza, indí­gena, de transmitir en dos lenguas la única y verdadera realidad, formar la paz …

Fue cuando se percató del tono, si le subí­a unos cuantos decí­beles a la voz o esforzaba las cuerdas vocales de cierto modo para que derritieran el fierro de la testa aquella, las palabras adquirí­an un potencial enorme. El Hombre le llamaba a eso manipulación y sacaba una biblia Alemana para alzarla con la mano derecha, mientras sus ojos lanzaban llamas de perdición mental, cuán mal era eso, pero la abuela le enseño otra cosa. En caso de emergencia haz tu voz la espada de Democles… era un permiso para retorcer las cuerdas vocales a sus anchas, para obtener lo necesario, by any means necessary. El menor retorcimiento agudo y podrí­a significar el desenlazamiento feroz y mortal de la silla turca pero que a la misma vez producí­a los resultados inesperados, por eso, decí­a la abuela, que no se te vaya la voz, ¡jamás! y Sandra recordaba el miedo que le produjieron los primeros intentos, primero con sus hermanos, después el padre, el novio, los exraños, y por último jugó juegos mentales con su ex- por amor al arte, calé mi voz y hasta la fecha jamás he fallado, la tengo bien calibrada, se dijo en silencio mientras observaba la tumba de su madre, muerta por la mano del Hombre.


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