En el banco de mis memorias, hay un niño que recorre las calles de Tijuana, se detiene a ver una tina-maceta tras unas rejas blancas:
se le ve metiendo la mano, stretching his arm,
Es un jugete, un muñeco de plastico chiquito
le causa tentación, le posesiona la idea de tenerlo,
se deja ver con la claridad de la luz su deseo de obtener lo que no es suyo, de que pasara a ser suyo. Se cuida de que nadie lo mire.
Es un soldadito verde que una persona, quizá señora, puso como adorno para decorar el árbol. Al tenerlo en sus manos se ve como su imaginación se lo voló para sí.
Se va con su posesión y promete regresar…