Yonder Lies It


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Curiosamente en Tijuana se sabe bien cuando son las 12 de la tarde, es nada más de mirar para arriba y fijarse si el sol esta en medio de la estratosfera. Son las doce nos impresionaban los viejitos y viejitas antes con sólo mirar para arriba y saber dar con la hora en estos tiempos Suizos de Swatch.

Aquí­ no, no es tan fácil.

Por ejemplo, las doce parecen unas 9 de la mañana, el Sol nunca se pone a eso del Post Meridiano, alude siempre a un Ante meridiano, pero como que nomas agarra viada de ladito, como un eterno crepúsculo matutino.

Ya me habí­a percatado antes de ello, y me sorprendió cuando lo noté, no es como en Tijuana me dije y lo recuerdo porque el sol se asomó casi todo el dí­a hoy.

Como ser humano y haber pasado 30 años en aquellas tierras que bien hacen en llamarse Californianas, mi cuerpo se ajusto bien y bonito a esos movimientos astrales, el sol era el sol y la luna era la luna.

Aquí­ no, hay demasiado que ver, dan mucho de que hablar. Si el sol no está afuera todo el dí­a, está oculto tras bancos de nubes espesas que hacen verlo como nunca lo habí­a visto antes: albo, como cuando las quemazones y el sol se puso rojo allá (Tijuana mind you) y la raza se quedaba asombrada, aquí­ lo mismo, a excepción que en el solsticio invernal el sol sale pero engaña, no calienta, sólo da luz, curioso pensé la primera vez que me atreví­ a salir con si tan sólo un suetercito, y percatarme del frillazo de a madres que hací­a y aquel buey de adorno nomas, mientras tiritaba bien arrepentido. El sol es tópico callado entre el astro y uno, cambia de posición, es inquieto, si sale da alegrí­a verle. Mientras que la espera es larga en veces, como en estos tiempos de oscuridad, de nubarrones, cuando sale, da en que pensar.


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