Este libro lo tomé prestado de la Embajada Mexicana en Madrid, la cual dispone de una excelente biblioteca para paisas desterrados y cleptómanos como yo, en el 98. Me lo trajé a Suecia con la intención de leerlo y por fin pude hacerlo. Bien valió la pena la espera.
Antes que la llamada Narritiva del Norte ( Daniel Sada, Ricardo Elizondo Elizondo, Luis Humberto Crosthwaite et al) existiera, sacó Miguel Méndez un libro parteaguas. La portada nos dice de él que Nació en Arizona 1930 y creció en Sonora. Este vato, en la portada se le dice (vate) conjuega frases que hoy por hoy se le llama spanglish en su libro. Antecede a muchos que se dicen ser narradores de la actual frontera con esos aires de ser primeros. Peregrinos de Aztlán fue publicado en 1974; por ediciones ERA en 1989 con un tiraje de 3000 copias. Ya casi hace 20 años de eso. En la portada lo comparan con Juan Rulfo.
Vocabulario netamente fronterizo
Si bocas más refinadas leyesen este libro quedarían horrorizados del vocabulario que utiliza Méndez en su narrativa. Por ejemplo,
‘Su jefe era gacho, no les apañaba buen refín, el chante donde cantoneaban era de pura pinchi wood, no tenían ni madre en que caise muertos, ¡poor ruco! …’
Puro palabrerio fronterizo, además de eso existe un vocabulario documentado en sus textos que da orgullo leerlo escrito, en este libro encontraras palabras como: frajos (cigarros), huacha (mirar), de cincho (de seguro), birria (cerveza), bato, mechas (fósforos), buti (mucho), borlo (fiesta), bichi ( desnudo), winnies (salchichas), troque, (camioneta), wainos (borrachos) y más.
La perdida del idioma es una tristeza inmensa, la verdad, más si es suprimido, entre los unos y los otros, por eso muchos en Tijuana sufren lo mismo que los chicanos, ni de aquí ni de allá, pues si hablan su lenguaje los regañan, mas es un movimiento en progreso pues algo que empezó a sentirse en los EEUU hace años atrás ahora se siente también en ciudades fronterizas. El idioma es poder, por eso mucha gente se molesta cuando escuchan el habla chicana, pues significa un cambio de poderes. El español puro, el educado, es el alabamiento al poder, el lambisqueo a los que sostienen el orden del país, el idioma es un instrumento y fiel acompañante de imperios. El dioma que se utiliza en la frontera, pues, bien vale la pena documentarlo para generaciones posteriores, de eso da fe Peregrinos de Aztlán.
Situación geográfica
La novela se desarrolla entre Tijuana y Sonora, de donde es el autor, pero más bien se puede decir que es un mapa de los estragos que las naciones embargán a los individuos que las habitan, especialmente las fronteras de ambos países de los cuales Peregrinos de Aztlán narra y los impactos que estos dejan a la gente de menos escasos. La novela, si eso se le puede llamar, es una forma de mirar un poco a la intrahistoria de gente sin tierra. Ni de aquí ni de allá. Es un J’accusé pero también a la vez un rico documento de vidas perdidas por su situación social.
Los personajes
Las personas que habitan Peregrinos de Aztlán son Mexico-Americanos, Yaquis y Mexicanos, sus historias cuentan los cruentos encuentros de las naciones de México y los EEUU y como estas afectaron las vidas de ellos, si alguien anda tomando es porque andan huyendo del mal poder. Es gente rebelde y humilde, con sed de venganza y sueños como cualquier otro ser humano.
Pero su mayor valor es que es un documento que antecedió a la ahora llamada Narrativa del Norte