Yonder Lies It

Jano

Con estas cuestiones del año nuevo nunca faltan las promesas de lo que uno se propondrá a hacer o de lo que uno no se propondrá a hacer. Creo que es la primera vez en mi vida que resuelvo no caer en esas nimiedades de lo que se podrí­a considerar como rutina en la vida de nuestros tiempos o de nuestra humanidad. Claro está que me refiero a los siglos que nos aquejan en este presente, el siglo xix, xx y el siglo xxi y todas sus influencias anglosajonas. ¿Quién se preguntarí­a a estas alturas sentir el palpitar de los siglos anteriores como uno los siente hoy en dí­a en carne propia? es tan fácil escribir los siglos hoy en dí­a que hasta parecerí­a que uno estuviere hablando de ellos como uno habla de ayer, martes, miércoles. Quizá yo, tú, los demás que somos mexicanos y que no podemos olvidarnos de los nuestros, pues es menester puntualizar que en México nadie muere.

Caray, no está de más puntualizar que, por lo que concierne al ente hispano, formular promesas sobre lo que uno hará o no hará durante el proceder del año es tan ajeno al alma hispana como hacerle creer al tibetano que no existe la reencarnación. Comprendo que es difí­cil aceptar la última tesis. Carece de un sustento más válido para nuestra premisa. Caer en estos argumentos delante de nosotros merece un poco de paciencia pues conjurar tales aseveraciones requiere de una comprensión total del alma hispana, por suerte, sé de lo que estoy hablando. ¿Cuál tiempo rige al hispano? Cronos no es una deidad hispana. Cursar las edades sí­, es como hablar de siglos como si fuere ayer, eso es ser hispano. Contrario al argumento de que hay que hacer una promesa para lograr un resultado, nada más foráneo podrí­ase inventar para uno, pues nosotros no tenemos tendencias de mirar mucho al futuro y hacer promesas para lograr un cambio es mirar hacia el futuro, en pocos palabras, por falta de costumbre las promesas de fin de año para el año entrante están destinadas al fracaso total. Costumbre es lo que nos hace falta y costumbre no tenemos de proponernos propósitos y llevaros acabo hasta ver el resultado. Curioso es pues ver como aquellos hispanos que están totalmente corruptos dentro de su hispanidad intenten llevar acabo un proceso ajeno que no es el de uno. Cabida hay aquí­ para criticar a las personas que se jactan de ser hispanos puesto que la mayorí­a de los hispanos tienden a ser hedonistas por naturaleza y es curioso como es que algunos hispanos dentro de la constelación hispana deciden, por ejemplo, no beber, no fumar, bajar de peso et cera.

¿Cuál serí­a pues lo nuestro? Cada pueblo, cada religión tiene sus ritos para alejar la mala suerte y atraer la fortuna. Con lo nuestro esto quiere decir que deseamos que el año entrante sea uno más mejor, es por eso que se desea un próspero año al por igual la razón el comerse 12 uvas antes de que inicie el año, cada uva representa cada mes por venir:

Sin duda, comerse 12 uvas al son de las campanadas es la tradición más popular durante la Nochevieja. No hay campanario donde no se congreguen personas con ganas de fiesta y con 12 uvas, se dice de la suerte, en la mano. Al ritmo de la campanadas, se deben formular 12 propósitos o deseos, al mismo tiempo que se comen las uvas. Las uvas en España son una tradición muy reciente (los años 20 del siglo pasado) y debida a que los viticultores catalanes tuvieron un año de producción excesiva, pero se ha extendido por el mundo hispano y se supone que cada uva tragada traerá un mes bueno.

Claro que las uvas no son los únicos amuletos a los que nos encomendamos para tener salud, dinero y amor durante el año que empieza. Algunos depositan un anillo de oro en la copa con la que brindarán por la llegada del Año Nuevo.

Queda claro pues que las resoluciones a las que muchos hispanos se atan no son más que nuevas costumbres cuya infiltración dentro del cosmos hispanos no es más que una costumbre extranjera como alguna vez lo fue el comerse las doce uvas antes de la medianoche.


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