Mejorando la raza. Que blanquito/a.
Fuente: El universal
Da curiosidad la foto del desnudo en la plancha del Zócalo. La super mayoría de los bichis en cuestión son de tez blanca. Uno se pregunta si hubo selección deliberada para excluir a los prietos y morenos del shoot out. No sé porque a los mexicanos nos da por resaltar más nuestro lado gíüero que el prieto, o mostrar la mancha del indio en la espalda. Sí, sí sé.
Hay que reconocer, lo prieto no es cool. Venga, si lo prieto fuera cool no fueran tan pobres. Sé que habrá uno más que ofendido ante lo dicho anteriormente, pero esa es la verdad, lo prieto representa la pobreza que está hyper inculcada en uno, jode, hasta los prietos que de alguna manera logran burlar los filtros del nazismo más viejo del planeta, el de los españoles, off course, tienden de alguna manera u otra ignorar el pasado de su piel a toda costa, ergo Porfirio Díaz ayer, Felipe Calderón hoy.
Gobierno tras gobierno ha ignorado lo prieto en uno por medio de acciones absurdas, hasta casi parece religión esta inútil odisea de hacerse el blanquito, como si el mestizaje fuera un rió de una sola corriente, la de blanquearse hasta llegar a la boca del mar que representa la Raza Superior que en este caso es lo dizque Europeo en uno.
A qué se debe está insistencia de parte del mexicano por exterminarse a sí mismo es una adivinanza cuya respuesta es más que obvia, queremos ser blancos, como nuestros padres, pero como la tragedia genética que nos insiste en recordar nuestros genes, nada más nunca acabamos de ser lo blanco que deseamos, terminamos a medias en un ente cuya energía se obstina en acabarse a sí misma cual deseo inconsciente de que la reencarnación es la verdad absoluta y que tarde que temprano uno terminará blanco cual clímax idealizado para pertenecer a un mundo que elude nuestros más íntimos anhelos.
Quizá el devaluado SubMarcos sea una expresión de lo opuesto con la insistencia de proseguir con esa máscara siendo a sabiendas que el sujeto detrás de la máscara de esquí, está un hombre blanco que desea a todas costas ser un indígena. O quizá eso es lo que los lideres mayas nos dan a entender a una sociedad incapaz de lograr cambios, pasiva, inmóvil, ante lo que el universo dicta para una raza que pisa el suelo sagrado de los antiguos continué una tradición milenaria que a no ser por investigadores de cultura estaría ya en un anal sin vida alguna.
Y es que hay poco de que admirar dentro de nuestra cosmología indígena, jode, hasta en un intento por mejorar la moral mexicana los viejos aztecas son maquillados para dar apariencias de blanquitos.
Como mestizo nunca podré saber qué raíces indígenas poseo. Soy demasiado medio blanco como para poder apreciar el medio prieto en mi y dedicarme a investigar un pasado que insiste en permanecer en él, el pasado. Y es que gracias a la propaganda ideológica del gobierno mexicano priísta, ahora en continuación con los paniztas, la Revolución de esa vieja batalla genética que logro una victoria hace poco menos de cien años atrás y cuya corrupción desemboco en las garras nazis del PRI, ahora PAN, nunca podré saber las glorias de mi mancha india, ni podré saber mi origen indio, ni cómo es que la Baja California, a pesar de tener indígenas nunca figuran en mi cosmología imaginaria amén de la bendición Católica de dar por muerto un pasado que insiste en vivir cual hechizo de Vudú en la tierra de Aniceto e Hermelinda. De hecho uno es remontado a museos para admirar un pasado glorioso cuyos ojos me observan en las entradas de susodichos museos mediante la mendigación de chicles Adams.
No es pues de sorprenderse del éxito de Hugo Chavez, un hombre de raza negra con una visión que por fin se materializa, desemboca en los ríos naturales de la América verdaderamente mestiza que no se escabulle detrás de un presente falso, sino que le da plena libertad de expresarse con una inteligencia nunca antes vista. No me importan los mecanismos políticos del presidente venezolano para lograr lo que tiene ahora, para nada, sino la imagen presentada para dar un orgullo que los mexicanos nunca realmente hemos tenido, nosotros, los mexicanos mestizos no tenemos un orgullo, un ejemplo a emular como los venezolanos tienen ahora y de manera, jode, aparenta por lo menos, ejemplar y digna de emular a toda costa.
Meéxico, Tunick