Mañana parto hacia Madrid. Ya he estado ahí varias veces. 5 o 6. Pero después de Roma no hay comparación. Madrid tendrá sus bares y sus noches que nunca se acaban pero Roma respira Historia.
Sea lo de cada quién estaré de nuevo por viejos callejones, viejas calles y nuevas rutas, quizás.
Madrid me tiene desalentado. Ya no le encuentro chiste salir a pistear ni ver bares anglosajones. Ahora es ver pinturas, como siempre, ver libros, encontrar algo nuevo que no le he visto del viejo casco.
A juzgar, Madrid no se vende muy bien. Existen muchos nuevos lugares fuera de lo que ellos llaman el casco que de viejo no deja nada que desear. Creo que Sevilla tiene más o Estocolmo para eso de comparaciones de cosas viejas. No sé si sea por su tamaño, o las cosas viejas están muy lejos de cada sí. Quién sabe, pero no me deja ese sabor que dejan otras ciudades como Copenhagen o venga, Oslo. Ahí las manijas del reloj se ven en las fachadas y la gente que le gusta atravesar por las edades de las europas caminan como si caminaran por el siglo que más les place.
Madrid carece de drama histórica que detalle cruentas batallas o cruentos encuentros o una sociedad de clase media importante. Lo que hay son contrastes de niveles socio-económicos como en todo buen país Hispano.
París, ni cómo comparar esa ciudad con Madrid. Ahí, las calles cuentan de grandes imperios, de grandes pensadores cuya influencia ha marcado a la humanidad.
Jode, eso es lo que le falta a Madrid.
Quizá Madrid no quiera esas casonas o dejos, vestigios del ayer, porque a pesar de que son muy conservadores les da por demoler todo, lo que explica mucho sobre México. No quieren que el mundo sea un viajero del tiempo por sus calles, quieren que coman, beban, vean sus luces y avenidas.
Sí, Madrid no respira París. Ni siquiera Brujas con sus edificios del viejos imperios y fachadas góticas.Y mucho menos Roma como decía, en donde el transcurso de la historia se encuentra hasta en las piedras del Tíber.
Madrid quiere respirar grandeza moderna con edificios nuevos y viejos pero adaptados al hoy. Es grande, te pierdes al llegar porque no hay un punto de partida para el interesado en la historia. No hay edificios visibles que muestren la progresión del pasado al hoy como en otras ciudades que se enaltecen al mostrar cómo se vivía en el ayer y cómo se han preservado susodichas viviendas, nix.
La primera vez que estuve en Madrid me quedé maravillado porque por fin pisé un poco de historia que me cargaba en las venas, tanto que se hablaba de la vieja patria, esa historia del estado, ese rencor y maravilla que nos inculcaron por España. Sí, el shock inicial de por fin poder estar en la tierra del padre, la tierra que me dio lengua, odio, amor, rencor, ilusiones, esa tierra, ya no me causa tanta emoción.