Secundo interregnum: de libros a medias y otras nimiedades de lo similitudinario

moreno1De la estación llamada Copilco en el sistema del Metro de la ciudad de México, a la biblioteca Central de la UNAM, hay de por lo menos kilómetro y medio de por medio o más quizá. El primer dí­a de mi estancia tuve que hacer el peregrinaje a la susodicha biblioteca cuya fachada me deja de a seis everytime. Carlos Martí­nez Moreno fue el impulso. Es la segunda vez que lo visito. O por lo menos el libro. El sistema Dewey que utilizan ahí­ lleva la cifra decimal de PQ8519 M36 B42 con la barra de código del 213973. (Tredje Dagen: 070627)

Así­ escribí­ sobre un libro al que visito en el DF (#CDMX these days) cada vez que paro ahí­. O sea, cada dos años u algo por así­. La esposa de Sergio Infante, a quién me los encontré de pura chiripada en el Zócalo defeño, le pareció ”romántico” eso. No le veo nada de eso en ello, para ser francos, y una vez que me obligué a hacerlo me dio gusto que estuviesen reparando la biblioteca porque no tení­a ganas de leerlo. Eso el 2014. El área donde estaba el libro estaba en renovación, no habí­a acceso y los mexicanos, notorios por su sistema burocrático, siempre me hacen revolver el estómago con sus pinches retenes a diestra y siniestra. Salí­ del inmueble medio alegre y medio decepcionado; atrávese los largos pastos de La Isla de la UNAM y sus rocas volcánicas con incertidumbre de lo que estaba por pasar en las Bebidas Azules.

Todo esto me viene a mente porque he notado que tengo muchos libros a medias. En el mundo del lector, esto aparte de ser un sacrilegio, constituye una buena oportunidad de obtener la posición de tornarse el octavo pecado mortal. Para ser francos y sinceros con el uno y el otro, he de confesarte, estimado lector, que mis sentimientos de culpabilidad, por lo menos así­ conjuran demonios y demás infiernos dantescos  por la susodicha osadí­a de no acabar lo que uno empieza.

The WSJ on its June 5th 2013 edition had this to say : In the age of the e-reader, dropping a book has never been easier: It doesn’t even require getting up to grab another off the shelf. But choosing to terminate a relationship with a book prematurely remains strangely agonizing, a decision fraught with guilt.

En el ámbito hispano dejar libros a medias conlleva ir al psicólogo, veamos:

Y es que, según algunos, todo depende de la personalidad. Es el caso del Doctor Wilhelm, un psicólogo clí­nico que aseguró (para un reportaje de The Wall Street Journal). que las personas tipo A, competitivas e impacientes, son más dadas a abandonar los libros si no hay un mecanismo de castigo o recompensa (¿si no hay consecuencias negativas por qué continuar?), mientras que las de tipo B, más tranquilas, tratarí­an directamente de no comenzar ningún libro que no sepan que van a acabar. En ambos casos, el factor motivador más potente serí­a la presión social.

Creo que eso de dejar libros medias es más bien un hábito que mal, ya sea por miles de razones que en este espacio ni habrí­a esfuerzo ni ganas para entrar en detalle en ello. Así­ que me puse a pensar en todos los libros que he dejado a medias y de los cuales el remordimiento me persigue el alma hasta el cansancio y que no me deja olvidarlos por ningún motivo. No debí­ hacerlo, porque a pesar de que estoy seguro de que he olvidado alguno son bastantitos los que son y están a medias. Uno cabrí­a bien en preguntarse porqué dejo libros a medias y podrí­a dar miles de explicaciones pero soy un simple y vil Castor de Castores. así­ que solo hablaré de los que trabajo al hoy por hoy y esos son los que tengo a medias regados por bibliotecas y los que actualmente estoy haciendo el esfuerzo de leer ya sea fí­sicamente o en mi kindle.

Were to start? I suppose I would like to start with a book entitled The Book-Lovers Anthology ed. by R.M. Leonard 1911 Henry Frowde Oxford University Press. I read it first during a sojourn in Rome in late December 2013. I fell in love with it at first sight and perused the sucker to no end. I got hooked and by my next sojourn a year later AD 2014 I was drawn to it again. By the bye’s, it’s a volume I would love to own. Y de seguro retornaré a él de nuevo si es que se me concede por la gracias de todas las deidades terrestres retornar a Roma. No es que lo haya dejado a medias, pero vale decir que entre Roman Osipovitj Jacobson y ese, eso es decir demasiado ya; el anterior me robó el corazón que no el cerebro.

En Estocolmo igual y dejé a Benedetti a medias a pesar de que su libro El ejercicio del criterio : [obra crí­tica 1950-1994] / Mario Benedetti me impacto tantó que no he podido olvidarme de él hasta en fecha. Ahora, ese libro no marcó espectacularmente más allá de introducirme a la crí­tica en español y dejarme la frase en particular de dejar la comarca, serí­a quizá lo indeleble de ese libro que algún dí­a, revisitaré de nuevo.

Del pueblo de aquí­ (Ní¤ssjí¶) y su biblioteca tengo dos libros en español de los cuales frecuento porque así­ es el negocio del lector a medias que como abejita de flor en flor va repsando; el uno es El Sonido de la Noche de Xavier B. Fernández (2010) cuyo personaje principal no se me va de la mente porque es un afroamericano en una Barcelona en 1959 que huye de la mafia y nunca he podido dejar de pensar cómo estará y pues darle su repasada al susodicho libro. El otro no me lo he podido tragar agusto pero el escritor italiano, Alessandro Baricco, tiene una buena prosa y las imágenes de los primeros carros en Italia nunca han desaparecido de mi alma gracias a él y retorno más por la importancia de Alessandro que la lectura misma del libro cuyo nombre en castellano es Esta Historia (Questa Storia 2005). Leer a Alessandro también me produjo ansias cuando lo leí­ en al inglés pero la traducción fue buena y ese libro si lo acabé, City.

En mi Kindle tengo varios libros a medias, aunque la mayorí­a ya los he leí­do anteriormente, se puede decir que los tengo a medias porque decidí­ leerlos de nuevo por mera nostalgia, no sé, hay libros que se releen solo porque le recuerda a uno mucho los pasajes o las memorias que ahí­ existen. Aunque por igual tengo nuevas lecturas a medias

A continuación, los libros que estoy leyendo en formato Kindle:

  • 2 years, 8 months & 28 nights by Salman Rushdie though it deserves a mention only because that is where am at: 50%
  • Borrowed Time: An Aids Memoir by Paul Monette ( reread)
  • Church of Spies: The Pope’s secret War Against Hitler by Mark Riebling
  • The Fifth Impossibility: Essays on Exile & Language  by Norman Manea
  • Sidetracks by Richard Holmes (reread)
  • The Lunatic: Poems by Charles Simic

So called hardbooks are the following:

  • Sua Santití : Le Carte Segrete Di Benedetto XVI by Gianluigi Nuzzi
  • Space Between Words: The Origins of Silent Reading by Paul Saenger
  • Min kamp Første bok by Karl Ove Knausgí¥rd
  • Limónov by Emmanuel Carrí¨re
  • Diccionario jázaro: Novela léxico de Milorad Pavic

16 in total but surely there is more than meet the eye

 

 

 

 

 

tempus vernum

seagWhilst the lot cheer as the spring arrives because its approximation heralds renewal of the land, an end of the cold days, few notice its final days. Traditionally it is the 21st when summer arrives which makes June 20th the last day of Spring. This would make me a late Spring child if you will. Leaving that aside, most people, however, are more hyped about summer than reminiscing about a passing Spring.There is, for example, Walpurgisnacht which is celebrated widely across Europe and other countries judging by Wikipedia or the celebration of Midsummer but not an official end to Spring.

I take joy in observing the small changes these days. I used to notice the arrival of Spring by the arrival of the inland seagulls. They arrive in my neighborhood, or neck of woods, which I took it upon me to use as a sign that Spring was here. Not everybody liked them though, take Astrid Granberg, a Norwegian old lady who before we decided to put new windows that shut all outsides noises decried more than once that the shrieking of the seagulls woke her up too early. This particular year, however, I noticed a pair of seagulls, whose courting am certain I was an  accidental observer to, set up a nest on top of the entrance to my housing complex. I though it was ill advised of the fowls to make a nest on top of a copper roof. I worried somewhat and didn’t think nothing would come of it. The days came and went and a few times as I came back from work the shriek of the seagulls reminded me of their territorial claim as I chained my bike and headed to punch in the numbers to open the door of my building. As one of them (mother? father?)  shrilled to warn me or to scare me, eitherways, I got the message and proceeded to talk to them in a low murmuring voice: yeah, yeah, I know. As the days passed I accepted that they were nesting and nurturing so I avoided looking at them directly because, the shrills. Something was going on. Before I knew it three chicks scurried about the copper roof as they waited to be fed and shortly thereafter I even witnessed their descent from the roof to the ground. I even once accidentally almost killed one I think because as I opened the door one early morning not too many days ago, a chick got caught in my absent-mindedness and if it weren’t for the small shrill the ill-fortunate lad let out I would have not noticed the chicks still weren’t comfortable enough to leave the nest area, or the thereabouts. I later noticed that only two were left and asked what happened to the other. I thought it got ran over but later the culprit seemed more likely to be a cat since I heard the shrilling of two parents once chasing a collared feline. The cat hid under a car to avoid the anger of the pair of seagulls. I’ve no proof the cat did it but it seemed at the time it was the most likely source of the disappearance of the third chick. All I know of them now is that they have moved on since I haven’t gotten a glimpse of them to this very day.

Time lapse of a dandelion

It has always surprised me that there is something white fluttering dandyabout the air in Sweden. Just this morning I was in awe again. The dandelions let themselves be taken away by the early morning mild sirocco winds and the garden was afilled with the flying seeds of the dandelions. A million whishes floating to their destinies or white stuff in the air again, I couldn’t make up my mind. I wanted to take a picture of it all but the time lapse wasn’t in my favor, besides, I don’t have the camera for it eitherways, it’s a futile experiment. So I let my eyes enjoy a tad what was happening as it occurred. Such a delicious idea.

I then went about the chores I knew I had to do: clean, read, finish what I started, as if.

 

Nulli Secundus

*A Konzy

Aquella noche solo habí­a sombras. Las lámparas, como en el poema de Maples Arce, desangraban. Era hora de buscar no sé qué. Y entramos al antro de mala muerte El Buen Samaritano de muy mala gana. A pesar de que vení­amos de la noche más oscura del año, se nos hizo difí­cil tanto como acostumbrarnos a la luz del mal antro como los olores que emanaban de ahí­. Las cortinas que hicimos a un lado al entrar para poder ingresar tení­an ese gruesor de años de no lavarse o de años de pasaditas de mano, de cualesquier manera, para mí­, ni olí­an bien, ni se sentí­an frescas. Digo, no sé que ley dicta que esos antros de mala muerte tengan licencia para dejar que el tiempo haga lo que quiera con la tela sin intervención humana alguna. ¿O hasta que llegué yo nadie se habí­a percatado de la suciedad de las cortinas o qué? Eso deberí­a de despertar sospechas al incauto de que algo no funciona bien en el pueblo, digo, ¿que tipo de inspector de salubridad deja pasar desapercibido ese tipo de detalle?

El detalle de los antros de mala muerte es que todo vale madre. Así­ que al entrar, si uno anda medio sano, nota todo. El piso pegajoso al dar el paso; las miradas que recaen a uno a pesar de que la mitad de los mal llamados contertulios, porque no habí­a conversación, recaen en uno, no por curiosidad, sino porque la luz entra dando noticias de la hora del dí­a o molesta. Algo así­ como las conversaciones que conllevan a la obsesión. Y luego la consola, porque la consola trabaja. … yo traigo un cuerno cortito que es mi fiel amigo … se escuchaba. Me enfoqué en … las hembras son mi delirio …. Pensé en ti.

Al entrar al tugurio me acordé de mis dí­as en Suecia. En particular de cómo el sol albo brilla dejando una estela de colores en su corona entre las nubes. Así­ sean las 8 de la ”noche” la luz del dí­a triunfa lo suficiente para desquiciar al mundo árabe. No hay como un la luz del sol de medianoche como para echar en brama a toda una religión.

Me senté en la barra mientras mis compas buscaban afanosamente ’on tirar el agua como se dice por mis lares. Dieron las 4 de la madrugada. Hora, que como dirí­a Joan Margarit: a la vez en un único ladrido, bronco y sin ritmo alguno. No sé como pedí­ una cerveza, pero la pedí­ y se me dio. Cargaba la mala muerte del tugurio aún y bebí­ para olvidarlo porque sentí­ así­ como que no deberí­a estar ahí­. A un lado de mi hablaba un mesí­as de cómo agarrar una cerveza, porque quesque le molestaba xente que sostení­a la jarra de la birria en las garras como si se fuese a huir, o sea, a quien chingados le gusta cerveza caliente pues. Alejé la mano de la tarra.

Aquellos gíüeyes pronto empezaron a acomodarse. Les olí­a mal el tugurio porque caminaban como si estuvieren en tierra ajena pero de las sombras salieron demonios conocidos, así­ que más prontos que perezosos, se sintieron en casa. Yo, sin embargo, no aguanté la podredumbre y me salí­ a respirar aire limpio. Y el alcohol me golpeó bien machí­n al salir al cuadro de la ciudad cuyo renombre es red district en paí­ses más europeos pero que aquí­ se le denomina como la cawuila. Amanecí­ en tus brazos y ni sé cómo fui a dar ahí­. Pero no importa. Nada importa ya. Estamos. Tú y yo. Una ilusión que no puede ser hasta que abras los ojos. Desperté.

Y ya no estabas ahí­. Soñé. Como cada noche. Y le olvidé. No de a devis o a propósito, sino porque no sé cómo recordar. Lo que importa es la esperanza, resonó de la nada. Como el tugurio que invitó un espacio ajeno como aquel dicho romano: Alea jact est, darling.

 

Thy many flaws

reader1There is a passage in Patrick White’s biography The Flaws in the Glass where one can read that he hears a chandelier tingling when someone argues in another room. Of the things I’ve read in that book that image has resisted the test of time or since c. 2003. For me it represents tension manifested in an object whose response is to act within its environment. An inanimate object giving meaning to a delicate issue such as personal discord by way of a fragile object. I know it is redundancy, but it needs to be defined. It also represents a certain calmness which is rather British in its self. Keep calm and go about your business. The idea of affronting tension and grave situations with a peace of mind is an art. Not easily mastered of course. Specially if you have latino blood in you like me which tends to explode. I would imagine the glass shattering into a million bits.

I thought about this as I walked along Main street. At 3 am there is no soul other than mine walking about the streets. I shuffle the feet, an unlikely sauntering of sorts, kicking everything in my path, mostly fallen leaves from last year’s autumn and which survived the rakes and fires because winter’s snow fell upon them. The pleasure lies in living and savoring the moment as one feels the elements caress one. So I take time to feel the air caress me whilst one’s burdens pain one. What comes to mind often is the way one deals about one’s world. So I kicked a beer can, the last drops of the hops fly about as the drops gave new colors to the leaves as the splashed liquid touched the brittle leaves. Not that nobody cares how the changes come about but I have enough time to see the color spread in the many shades of a brown and withered leaf. The same way one pays attention to the flying insect whose path towards wheresoever is only going somewhere because we happen to fasten our sight on its path as it goes where it needs to go: in search of food, shelter, rest or just flying by sheer impulse where other forces reckon their lives, their direction, their duration on this life, my life.

It’s comforting to hear noises which seem to have always been part of the 3 am repertoire. Like the sudden chirp of a bird. It breaks through my train of thought and crackles the wet and humid 3 am silence where the dark shadows cower at the idea of a dawn upon them. So I began to think about what I cower at and it usually is me running away from what I feel. I usually like it very much at the beginning as the broth of emotions stir old and new feelings but like everything else, I get bored really easy with it. I prefer the newness of it all, a permanent euphoria which scientists have now proven that isn’t possible. The excitement that comes along with it is ever so ephemeral but after a while things don’t happen fast enough for me. I want the whole enchilada now. I’ve changed somewhat. Or so I would like to think. As I approached the corner of Hamilton and Main I stared intently in both directions awaiting to see if any car was about to pass by and decided to wait it out instead. I saw the traffic light lit bright red and yellow wasn’t too far behind but the seconds in between dragged on so I was obeying the law to a T as Hodge & Kress (88) would have me to. Although I could of easily have walked on red as I read once, why should a red light decide what I should do? I wait instead, there is no hurry and I enjoy the silence of it all instead.

 

rocí­o

Parece rocí­o pero no lo es. Casi no se da por estas tierras acaso si alguna vez o quizá si lo sea y yo no estoy acostumbrado a esa variación que más parece como recién lloviznado que rocí­o. El rocí­o tiene gracia y presenta una frescura amen de su estética visual, usualmente dando la ilusión de estoicismo al susodicho atrapado por su simpleza y belleza. Mas de las veces el rocí­o aparece por acá a fines del verano cuando la humedad o el agua que tanto impregna el medio ambiente de este paí­s retorna a reclamar lo suyo, ya sea en forma de lluvia o nieve. Se ve bien cuando, por ejemplo, se aposenta en las redes de las arañas y como cuando los árboles se despojan de sus hojas para preservar más agua. Salí­a al trabajo y noté toda esta reflexión sobre el césped delante de mi, pesado por el agua cuyas gotas abrazaban los rayos del sol. Fue cuando noté por igual que al pedalear llevaba compañí­a de una arañita en los cuernos de mi bicicleta y al pensar en mi compañera rumbo al trabajo y lo lindito que se miraba que me espantó porque se tambaleo con el aire de la velocidad, me dio miedo que fuera a parar en mi cuerpo al volar a la merced del aire pero no, las patas del aracnoide fueron fuertes y ella pudo seguir acompañándome en el corto viaje de mi casa a mi escuela, bien agarrada de los cuernos y desdeñando la velocidad siguió hacia donde iba.

No sé si alguien se preocupe por ello. Porque de seguro habremos más de lo que creemos, o sea, gente que se detiene a observar ya sea por casualidad o por costumbre. Por ejemplo, esos dí­as en que llueve y el sol traspasa las nubes lo suficiente como para blanquear los cúmulos pero no tanto como para no dejar caer su carga. Aunque hoy en dí­a ese fenómeno no es fácil de deducir si es natural o intervención humana. Pero llueve. Y miro la rapidez con que las gotas caen, si guardo la imagen un poco logro ver que van en viento en popa. Aprisa. No sé que efecto natural hace que las gotas desciendan más rápido, que, por ejemplo, los conos de nieve. Habrá una explicación de seguro. A mi no me interesa. Solo quiero ver como desciende cada gota. Y no se me deja. Pero es en la multitud de ellas en donde reside la gracia, son demasiadas y juntas como un banco de peces que evitan un predador que logran hacer belleza para el ojo humano.

Quizá eso explique las semillas del diente de león en la telaraña que un arácnido decidió tejer afuera de mi ventana. Quizá por hambre o por naturaleza. No sé. E igual y el viento llega y se despega. Pinche diente de león. Tan fuerte. Lo que no logra despegarse, sin embargo, es la tizne de la ciudad, esa mugre de los gases de los autos o del paso del tren o el humo de las chimeneas que pujan aún humo porque, siempre hay alguien que añora el frí­o mediante las llamas de la lumbre y a quemar leños se ha dicho. Para no decir de las semillas de un polen que no verá fruto alguno. O las alas de un insecto que producen tristeza por si solas. Las alas de los insectos nos causa nostalgia por los ángeles. Las alas en nosotros nos indican la libertad añorada. Sin embargo, para las patudas, solo son entes deliciosos. Hay todo un repertorio de objetos atrapados en la red, y el viento los mece por igual. y uno se pregunta, que no darí­a uno para poder distinguir entre la desesperación de librarse y el viento que solo está de paso.

Como cuando la luz del sol penetra las nubes o las nubes dan paso a la luz. Y resplandece a altas horas toda una amalgama de esperanzas.

tempus fugit xviii

Mayo 22 2016. La bolsa de papel en donde echo lo que hay que reciclar es de la tienda donde suelo hacer mis compras. A veces salen defectuosas y se les rompe una manga y se pone de pelos la cosa, pues habrá que abrazar la bolsa para que no se tiren las cosas al suelo. Y yo voy a la larga si es que no bicicleteo a la tienda de ví­veres del pueblillo. Una de esas desventajas que se acarrea uno porque uno nunca aprendió a manejar carro. En fin, esta mañana decidí­ ir a reciclar y ahí­ iba la bolsa conmigo, que no defectuosa para aclarar, y de mi apartamento al sitio de reciclaje no hay muchos pasos pero los suficientes para poder disfrutar de los ruidos del pueblo. Era de mañana y luego domingo. Crucé por el césped y ya se podí­a oí­r el canto de un zorzal a todo lo que daba y me imagine que anda en friega buscando pareja aunque dudé si así­ lo fuese porque se siente ya tarde eso. No habí­a carros y pude cruzar la carretera sin problemas pero no sin percatarme de que las campanas de la iglesia sueca estaban sonando. Serí­anse si las 9 ó 10 de la mañana y sabí­a de antemano porqué sonaban, uno de esos privilegios que se gozan al caminar por estas tierras si es que uno a vivido largo ya por estos lares. Eran campanadas para anunciar la muerte de alguien mejor conocido en español como el doblar de las campanas. El tañer de las campanas será lo último que el pueblo sepa de esta persona porque ya mañana la vida sigue menos para los que sufren la perdida pues. Sonó un buen rato y de repente las campanas sonaron bien fuerte para después dejar el espacio del pueblo a seguir su rutina. El plástico al plástico y el cartón al cartón, las botellas oscuras al de las oscuras y las blancas al de las blancas pero siempre me molesta lo de los corchos de las botellas de vino, nunca sé a dónde van y las tiro en cualquier contenedor no sin sentirme un poco mal de mi acción ilí­cita. No sé cómo le hacen los que de repente van y dejan un cochinero alrededor de los contenedores. A veces de curiosidad me asomo a mirar qué tiran y si son cosas de reciclaje las tiro donde deben pero no siempre.

El dí­a ya más tarde me ofreció uno de esos lujos que anhelo tanto y desde que le cambiamos las ventanas al inmueble donde vivo no puedo disfrutar de ello. Las ventanas del inmueble se cambiaron hace mucho, dos años o tres, no sé pero recuerdo las viejas. Eran de los 50’s y si lee uno la publicidad de ellas eran lo último porque uno podí­a hacerlas girar para limpiarlas bien. A los años dejaban pasar todo lo que pasaba afuera y se escuchaba muy bien todo. A la gente, sin embargo, le molestaba que a principios de la primavera las gaviotas de tierra adentro empezaran con su chilladero. Suelen llegar un poco antes de que la nieve se derrita y uno puede observar todo el show del cortejeo cuando se aparean. Suelen ser abusivos con los otros pájaros pero he visto como las zorzas no se dejan. Y gritan o chillan y se escucha como si estuviese la mar cercas. El deleite de escuchar eso es cuando el viento juega con el ramaje de los abedules porque las hojas del abedul son hojas romboidales, alternas y dentadas en el borde y gruesas que ya meciéndose suenan como si la mar estuviere ahí­, y las olas acariciando la arena, justo así­ y yo por esos segundos me siento en casa.

Ist das nicht wunderbar?

I don’t know if there is a color called fresh green. Have you ever seen
the late night sun hit the newly sprouted leaves
of a tree
Ist das nicht wunderbart?
So alive that I can see their veins pump water
palpitating
or maybe its an aura
or the setting of the sun which strains to send its hardest and most powerful rays
that when they hit the newly sprouted leaf it arches even more so glowing in awe
reaching
in tune
or in the here and now as humans are wont to say
so it radiates
life
so fresh you want to keep it for ever
Have you?
They happen as the earth rotates
and the clock ticks
so that no second
is the next the same, as if,
creation itself
in its path
never left
yet my eyes are older
and the world even more
.

Itinerant rant

En el diario acontecer hablo con muchos suecos y una de esas fascinaciones de las que disfruto es la sensación de que mi étnicidad no importa. Con los suecos, sentirse mexicano no tiene importancia. Para empezar, ni sabrí­an de lo que estarí­a hablando. Simplemente no hay referencia a ello así­ que cuando uno habla con los suecos, ese espejismo del Otro no es tan latente como serí­a en los EEUU. Quizá se deba a ese esmero del sueco de que todo tiene que ser igual, todo debe compartirse igual, todo debe ser equitativo, así­ que mientras tú seas tú y yo yo, no hay tos, semos iguales. Mas si hablamos el mismo idioma. El idioma es equitativo porque la naturaleza del sueco es ser corto y al punto, en otras palabras, al business, directo, franco y al punto. Por eso cuando uno habla con ellos uno no siente la étnicidad a flor de piel.

No es que uno nunca se sienta fuera de lugar. Se dan las situaciones en que te das cuenta de que uno no es de aquí­. Tengan ustedes por ejemplo las situaciones sociales en que los suecos conviven. Para convivir un rato con ellos fuera del trabajo habrá que seguir una serie de reglas no escritas, tales como saber la hora exacta de tomar café o ser parte de las negociaciones para salir a divertirse, porque creamelo usted  lector incógnito, salir a divertirse implica sortear un llano lleno de obstáculos para que todos puedan concordar con sus agendas. Las negociaciones en sí­ son ya pauta de risa o chiste entre la comunidad expatriada porque raya en la absurdo ponerse de acuerdo para ponerse borrachos. Y es ahí­ donde uno que no entiende ese reglamento a seguir como vil burócrata en donde uno pierde oportunidades para convivir con los suecos más allá de su trabajo. Y como dirí­an en México, el que se mueve no sale en la foto igual en Suecia, el que no forma parte de las negociaciones para salir a divertirse no puede después unirse al grupo. Tendrí­a uno que tener contactos con uno de los integrantes del pre-acuerdo para poder llegarle a la fiesta. De otra manera el grupo del party cierra filas y no hay manera de hacer fiesta con la dignidad bien puesta. Exagero un poco pero por lo general así­ es. Lo suecos no son de los que si le ven a uno sean proclives a llamarle a uno por su nombre para invitarlo a la juerga.

Y es ahí­ en donde uno si se siente fuera de lugar, que uno no es parte de la sociedad y que uno, por más que intente nunca lo será. Así­ que si uno quiere sentirse bien habrá que hacerlo dentro del ámbito del business en donde nada importa siempre y cuando uno haga lo que uno tiene que hacer a la mejor manera de su disposición. O pelar bien el ojo para cuando empiezan las negociaciones de la juerga.

Tempus fugit

No sé si sea así­, pero los suecos tienen una manera de dejar el tiempo pasar de la cual no logro acostumbrarme del todo. Anteriormente lo comparaba al tiempo fugaz de un ente como yo que proviene de una gran ciudad. El tiempo en una ciudad fluye de una hora a otra con esa sensación de que todo vuela; acá, serí­a muy poco decir que el provincialismo de la gente desacelera el tiempo, no es eso, estos no se dedican a desacelerar el tiempo sino más bien a darle un curso ajeno al ajetreo de la ciudad. Acá, los segundos se sienten a flor de piel y hasta parece poder tener el don de detener el tiempo lo bastante como para poder absorber a todo un cosmos. Las conversaciones adquieren ese misticismo cuya una vida de la gran ciudad rara vez otorga y cuando bien lo da adquiere matices mí­sticas. Y para poder comprender al sueco habrá que bajarle hasta que el tiempo se detenga. Yo creo que muchos se exasperarí­an si en verdad pudiesen platicar con un sueco de provincias. Creo que aquí­ las llevan de ganar en eso porque el sueco se toma su tiempo para contestar, observar, anotar, oí­r, ver, reflexionar. Si hay estrés, no me malinterpreten pero la mayorí­a de las veces así­, calmadito, sin prisas, con tiempo.

 

 

blip

La luz de la lámpara recaí­a sobre el sostén azul/negro y esta se pintaba muy alegre contra los defectos de la pared que yo miraba con sentimientos de culpabilidad. Habí­a que cambiar el tapete de papel. La sombra del sostén de la bolsa lucí­a bella. Y es que el foco del pasillo tiene la suficiente intesidad como marcar el negro oscuro contra el beige con lujo de detalle. Creo que si 5 décadas tení­a marcadas el tapete de papel en su desgaste serí­an pocas. Amén del gasto económico. Las horas que marcaban la observación eran de esas mal llamadas consuetudinarias. Yo aquí­, la sombra allá y los minutos del diario devenir, en marcha como gansos.

Suecia. Mayo. 2016. El paso, hací­a un equinoccio que da colores a cuentagotas al fin del dí­a. Ya un azul pastel, ya un rojo sin ganas. En fin. Solo yo y el ruido de los abanicos de la computadora, el silencio abrumador del atardecer y los colores del paso lento del movimiento aequus nocte.

Llevo años aquí­ y aún no me impongo a ello. Cambios graduales. Así­ que decidí­ cambiar de narrativa en el coco. Me puse a pensar. Rayos. No. Eso no acaba bien nunca. Llevo años temiendo mis propios pensamientos. Y es que la culpa la tiene el alcohol. Conjugado con mi agresividad pasiva. A los años veo que eso que los gringos llaman como passive agressive se debe a que nunca aprendí­ a desembuchar como dirí­an allá en mi rancho, o sea, dejar que mis reacciones tuvieran un cauce propio, pero en una sociedad como la mexicana que reprime independencia propia a cuesta de la obediencia, pues lo estragos no se hacen esperar.

A cierta edad uno deja de pensar. Es lo más saludable. Uno descubre que los rí­os del tiempo sí­ tienen manera de orientarles. No son esa fuerza tsunami que consume y destroza a sus anchas como el cerebro nos hace creer. Los cauces, los riachuelos, los rí­os y aquellos lagos o lagunas mentales acaban amansados por el mar en donde desembocan todos los pensamientos. Así­ que pensar, descubre uno, es no pensar en el pasado. Por ejemplo. Uno se conserva en el aquí­, el hoy, efí­mero y fugax. Igual, el futuro se torna a pagar las deudas a tiempo. Los planes a largo y corto plazo se esfuman. O más bien se convierten en planes para pagar deudas lo más pronto posible. Así­ que lo mejor es dejar los vastos horizontes del pensar mecerse con las olas del tiempo en el ancho mar del pací­fico ente que alberga la esencia de uno. Las tormentas se enfrentan mejor así­ no porque sean menos peligrosas sino por la envergadura del mar, es tan ancho y amplio, tan grande que a veces ni se sienten transcurrir. Uno acepta pues, la fluidez como forma de vida y no el estancamiento de un charco cuyo riesgo es apestar, heder y acabar seco sin más rastro que costras de inmundancia.

Uno no creerí­a, pero toda luz se ve afectada por la luz. Así­ que mientrás escribí­a esto la sombra del sosten adquirí­a colores más profundos a la misma vez que la luz del dí­a retrocedí­a en el pasillo alumbrado por la lámpara que recien habí­a adquirido en IKEA. Le trae a uno recuerdos de Manuel Maple Arce y su Prisma. A estas alturas uno no piensa lo que luz artificial hizo en la mente. Y Blinded by the Lights de The Streets parece ser una cosa de ovnis.

Deje de pensar. Salí­. Y te vi.

Independent. Like a taco stand, a green leaf came to my eyesight, between your mouth opening wide and your arm folding to take the taco to your beautiful lips I couldn’t make out if it was a radish leaf or a cilantro one, either way, I knew then we were meant to be where we were.

humedad

si Eliott se quejaba de abril
bajo tierra
es que no miraba
cielos quebrantados por el paso del forastero azul
pastos que salen a reverdecer
ni escuchaba el canto de las hojas marchitas
salir en friega por vientos locos
y la pálida
raí­z
surgir de nuevo
no dejá más que la imaginación
y no respira
cómo la humedad
palpa
el acontecer de los segundos
cotidianos
ver cúmulos
en chinga
no porque quieran
sino porque otras temporadas ya aquí­ reinan
no que sea mejor arriba
de la faz
de la tierra
ni que ocho cuartos
cuyo moho
exprime
de la vida
lo que puede