Algo raro pasó hoy en mi labor. Mi labor es la docencia. Un incidente donde un colaborador de la escuela, porque este último no era colega sino un colaborador de instrucción, hacía las labores de un docente, instruía, fue despedido de la escuela abruptamente. En Suecia cuando algo así ocurre es de gran sorpresa porque por lo regular uno no sabe todos los detalles, se lo dan a uno a cuentagotas o a cucharadas y en retrospectiva caigo en cuenta de ciertos actos posteriores al gran drama de este lunes en mi escuela. El personal activo de la escuela estuvo totalmente en shock ante esta última noticia de que un compañero de nuestras laboras cotidianas fuese despedido sin decir agua va, por regular siempre hay un procedimiento o rutina de cómo debe de quitiear alguien de sus labores por estos lares. Quitiear dicen en mi tierra o sea, despedirse. Hubo especulaciones por todos lados del porqué fue despedido y a espulgar, analizar, comentar y hasta el cansancio tratar de descifrar los motivos del despido.
En este país cuidan mucho la integridad de las personas así que mientras los chismes fluían a flor de piel al terminar el día escolar la gente parecía muy rara. Algo de satisfacción se asentaba en la escuela, una especie de respiro y alivio se podía sentir. Este quasi-colega era muy estimado por muchos así que la sorpresa de su despido fue causa de mucha discusión y temo que se debe a que muchos se preguntaron cómo es que esto pudo suceder enfrente de sus ojos. Ojo, no se sabe a ciencia cierta las causas de su despido, aquí solo escribo el clima atmosférico del medio ambiente laboral.
Me dio cierta curiosidad de ello, porque yo también sentí un alivio inexplicable ante lo que mi jefe pronunció como un evento trágico. Cosa que no indagué ni quise saber a que se refería con eso. Lo supe porque aquí en Suecia tengo un título de representante del sindicato de maestros de Suecia y mi jefe tiene la obligación de informarme como representante de susodicha organización sindica lo que ocurrió detrás de las puertas de los mandamáses. El alivio laboral que la tragedia de esta persona le dio al personal de la escuela fue una especie de animo de que ellos algo estaban haciendo bien en sus propias labores. La docencia tiene en particular ese don de que uno nunca sabe si lo que uno está haciendo lo está haciendo bien, rara vez ocurre que le digan a uno que lo que se está haciendo es algo bueno y mucho se debe a que la labor de la docencia es a largo plazo y hay muchos tropiezos en el camino, por ende la incertidumbre de ello y por lo general cuando te dicen que algo va bien se torna uno escéptico ante la afirmación o confirmación de la buena labor de uno.
La verdad es que a mi en lo personal me molestó mucho sentir alivio o validez de que algo estaba haciendo bien en mi labor en base a la tragedia de esta persona que ahora para bien o para mal queda tachado como una incógnita negativa en un pueblo muy pequeño como lo es en que laboro. No es mi derecho ni quiero derivar una especie de validez de mis labores comparándolo con los errores que otra persona cometa. No es justo ni se debería de hacer. Y así la sopa hierve con sus múltiples sentires de esta tragedia que hoy dimos ser parte de ello. Rechazo tajantemente sentirme bien de mis propios labores por los errores que otros cometen. Es una seria equivocación hacerlo, no soy mejor en mis labores porque no caí en los errores que esta persona cometió. Ni tampoco quiero ensalzar que porque yo sí estudié docencia sé más, simplemente no es adecuado hacerlo y ya. Suerte en tu camino X.