Vivo entre dos pueblos grandes. Uno es Burgués. El otro es proletario. En el proletario encuentré chiles de árbol; en el burgués encontré una mirada ajena y extraña [mis palabras suecas cayeron en deaf ears ¿qué?]. Me quedé con ambos e hice una salsa a la sueca. A mis vecinos les pareció exótica. La salsa con miradas ajenas siempre es un éxito inesperado acá. La aldea de 800 personas está por igual de dividida, yo, como siempre ha sido mi destino, me hallo mejor en esa tierra rara, ni de aquí, ni de allá.