Elena Ferrante

Me dispuse a leer en italiano.

No es que lo sepa, no es que lo hable. Lo entiendo, lo comprendo, pero no lo domino. Intento rodearme del italiano en la medida que sea posible. Llevo años queriendo dominarlo, pero tibiamente. No me entrego del todo. Mucho se debe a que es fácil de comprender. siempre y cuando uno disponga de un buen vocabulario e imaginación lingíüí­stica. Abordo el tema. Hay que tener un buen vocabulario porque muchos de los vocablos que se comparten en las lenguas europeas tienen una raí­z similar y es ahí­ donde entra la imaginación lingíüí­stica, hay que no solo poder ver más allá de las letras plasmadas ya sea en las pantallas electrónicas o papiros sino hay que tener que usar la imaginación fonética e fonológica. Asociar palabras mediante su pronunciación e enunciación no es tarea fácil. Mucho menos en la palabra escrita. A mi se me han pasado muchas de esas palabras que al traducirlas veo el error de mis acciones. Aunque no me cabe duda que aquí­ lo más importante es tener un buen vocabulario. Por suerte, mi vocabulario es bastante bueno, por gracia de Dios, domino 3 idiomas y eso ayuda bastante.

Terminé la mitad del libro.

Me dio mucho gusto poder leer el libro en italiano. No tanto porque comprendí­ la novela famosa de Elena Ferrante. Sino porque podí­a leer en italiano. Ese era el mayor gusto. Podí­a seguir la lectura en la medida que se podí­a. Un párrafo aquí­, una página allá. El hilo se me iba, quizá ahí­ la medida, no lograba captar bien el hilo de la historia. Captaba trazos de eventos, cuentos, anécdotas, sucesos pero no el hilo de la novela. Como Ferrante es muy actual por estos lares no habí­a manera de escapar algún reportaje tanto televisivo como de la radio, parece que todos hablan de Ferrante. Leí­ L’amica Geniale de Ferrante y es ahí­ donde empezó la trayectoria de la napolitana. Con trozos de cultura que me caí­an de los medios mediáticos y lo que yo habí­a leido antes y la lectura en mano, podí­a más o menos seguirle el rollo al librito, il volume primo.

Aunque la satisfacción yací­a siempre en poder leer y comprender el italiano napolitano. Aunque no sabí­a que era napolitano. Mucho placer en poder comprender, lindo poder descubrir eso de uno mismo.