* Siento algo muy positivo, muy alegre dentro de mi.
Esto de que mi sitio se ha caido me ha dado repuntes. No aguanto las ganas de utilizar nueva tecnología. Estoy muy cerca de empezar a trabajar con otros medios para expresar mi punto de vista. La computadora mientrás que consume una inmensidad de tiempo al grado de alejarme de la lectura de libros significantemente también me abre los sentidos a otras alternativas. No voy a negar que sufro del síndrome del protestante, veo la computadora como el pecado que se me ha inculcado es, la computadora es un mal en la vista de la doctrina del protestante, es una perdida de tiempo y eso lo llevo dentro de mi. Mas a la vez me entusiasman mucho las posibilidades. Por eso me alegra que pronto dispondré de mejor equipo y de mejores programas para hacer lo que se me de la relagada gana con mis letras.
Trabajar con letras es un desastre, más cuando lees las letras de los neoconsagrados. Las letras siempre causan disgustos entre quienes laboran en este menester. Nacen discordias, nacen sentimientos contrarios, a base de una competencia: a ver quién sale primero, a ver quién atrae la atención no ya la del público ni de las casas de publicación sino de el mundo de las alabanzas. James Joyce y D.H Lawrence vienen a la mente.
Esto del blog presenta un dilema: va en contra de la noción de la escritura. Muy pocos regresan a pulir lo que han escrito antes. Lo que impide esta acción esencial es la misma naturaleza del blog. El blog requiere, es una de sus tesis centrales, que sea alimentado diariamente. El blog es bueno para la opinión repentina, para el pensamiento instantaneo, para tapar el agujero por donde las ideas se fugan. Mas no para guardar para un futuro próximo. Lo que impide esto es el público que un blog tiene. Ese público demanda lo nuevo, lo fresco el aquí y el ahora, no tiene tiempo para el pasado, quizá esto sea una aproximación a la conquista del único tiempo que la humanidad no ha podido conquistar, el presente. Y es ahora cuando más miro al pasado.