Barrio Maya 13 II

Es curioso cómo es que llegan las historias al barrio. Llegan como las mañanas, silenciosas como la misma rutina.

A mi ya me da miedo mi barrio, pero ellos me miran como aquel que pudo salir del barrio y que regresa y se queda con ellos, aquel, que a pesar de haber visto todo lo demás no se olvida del barrio y se queda

Son historias, relatos de supervivencia, historias de haber podido y salirse con la suya y sobrevivir, sobretodo, sobrevivir.

Conozco el miedo, lo huelo, pero lo curioso es que el hedor me resulta raro olerlo entre los mios despidiendose de mi, ellos me huelen, estando ahí­, siento a la vez su hambre por bajarme todo lo que tengo, o sea nada, y a la vez siento la admiración que me tienen por tenerlo todo y nada a la vez

Son cuentos, quizá exagerados por estar contandolos pero no por ello falso. Son historias de ganar, pequeñas historias de triunfos alternos, de triunfos que el rico y sus lujos moralistas, sus discursos de lo bueno y lo malo no aceptaria pero que un sujeto que de eso hace vida sí­ lo comprende.

Escucho, atento, como aprendiz, como lo hací­a en mi juventud, como lo hací­a apoyando sus actos y la desesperación que los llevó a hacer eso, sus actos, sus deberes, para conseguir dinero para sobrevivir la ciudad. Me entran las ganas de ser el vago aquel que una vez fui, ¿lo seré todavia? Y se me va la imaginación en dirección hacia aquellos dí­as, mientrás, mis ojos miran al tatuado, un sayo nuevo al terre, su piel morena me alarma, su ojos negros hurgan mi alma, su voz wachandome a ver si me como el verbo.

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