Yo nunca he tenido problemas con Tijuana, de hecho, el único problema que he tenido con ella es del haberme alejado de ella fisicamente, pero a la vez gracias a ello la he visto con nuevos ojos.
Yo soy vago, un malviviente, uno que sabe Tijuana cómo es desde sus mismísimas entrañas maleficas, por eso no resiento ese estado que los neoRicardos le aluyen, sorry. Yo la conozco y la apreció tal cual es, nunca la he visto con esa óptica de que uyh! cuánto crimen, jámas.
La gente de la clase media media, de esos que están por arribita de la pobreza, que vive en Tijuana, tienen la filosofía de que algún día Tijuana se compondra, como sí tuviere una enfermedad gacha pues Tijuana siempre parece que apunta hacía una ciudad como San Diego. Se comen el verbo de que Tijuana es como San Diego.
Creen que sus valores morales los subiran a esas alturas de los que sí tienen dinero, pero los que sí tienen dinero en Tijuana o son muy criminales o son gente cuyo dinero viene de otros lares, no vive ahí. Y es desde ahí donde controlan sus haberes.
En Tijuana viven sólo los chalanes de los adinerados, fureños por lo usual. Lo más cierto es que cuando sueñan con la jubilación sueñan mudarse a San Diego; Tijuana, ayh, fuchila, y los chalanes de los chalanes, que se quedan viendo al tío rico mudarse de Tijuana lo resienten, pues ellos no tienen medios para hacer lo mismo, sólo les quedó la miquita para poder pasar, para poder exhalar con añoranza, ya en San Diego, lo que pudo ser. No saben, no pueden, ni quieren vivir en Tijuana. Para ellos, vivir en Tijuana es más una mala racha.
Y hasta eso, también los hay que suelen aprovechanse del nombre de Tijuana, te dicen dónde nacieron para su propio lucro, hacen dinero del hecho de haber nacido ahí, pero mientrás Tijuana no les deje dinero, la odian. O como la ágil, crítica y perspicaz mente de Fausto Ovalle lo nota:
su orgullo de ser tijuanenses se limita a ser nacidos [en Tijuana], no hay más. la ciudad de la que ellos hablan es abstracta. no pueden hablar de la ciudad material, porque no la sienten, conocerla pueden, pero no tienen sentido de pertenencia en ella.
Son estos últimos los más nocivos para la ciudad de Tijuana, los mataesperanzas, los que menos les interesa saber de Tijuana, ven como sus amistades mediamediaclaseras poco a poco se mudan de Tijuana a San Diego. Sólo se queda con ellos un rencor al rojo vivo.
No te presentan propuestas alternas a la filosofía de la maldad, la leyenda negra, no tienen una visión de lo que ha de ser la city, de lo que puede ser. Sino que, como los que lamentan la muerte de lo mexicano en Tijuana, lamentan Tijuana por lo que no es y lo que no pudo ser. Pobres, colectas deberiamos de hacer para matarles esas ansias y mandarlos a San Diego, o sus lugares de origen. Oh quizá una intervención, I think in most cases the poor suckers are just too brainwashed. The city tends to do that in some.