Las cosas de Mayo

Leyendo las noticias locales veo/leo que uno de los titulares de las pocas cosas que se anuncian por estos lares anuncia que a pesar del frí­o el precio de la electricidad es bajo. Constato que hace frí­o. Justo hace unas horas antes andaba yo en bicicleta haciendo ciertos menesteres consuetudinarios de un domingo que me vio más obligado a hacerlo que hacerlo de buena gana.  Y es que este 31 de Mayo, Dí­a de las Madres por acá, el viento está a raja piel, la agua de la lluvia, juro vení­a medio helada y a titiritar un poco pues sí­, hace un tanto de frí­o, no cala, pero lo hace. Mis manos lo resentí­an mucho al pedalear.

Aunque por igual cuando la oportunidad y Njord lo permiten algunos rayos solares logran iluminar de la nada grisácea colores fuertes y vivos. Los colores de las recién salidas hojas de su invernadero se iluminan con los rayos del astro rey. Cosa que siempre me sorprende pues la frescura es casi tangible. Frescas, muy frescas acogen la luz, el calor y los caprichos de la nubes que actúan como agentes de aduanas, controlando el paso de la iluminación.  El viento sopla, veo las ramas y las hojas de los arboles danzan al son nórdico cuando no presumen su esplendor, y el trasfondo, pues como dirí­an los gringos, partly cloudy with light showers o los suecos praecipitatio. Me encanta.

Salgo, pero a la misma vez me cuesta salir. Salir a la calle me resulta una batalla enorme contra miles de emociones y siempre me refugio en la oración para ahuyentar las malas vibras. Ver a la gente me da estragos, como leer lo que pasa en el periódico. Este negocio de no poder andar con otros quiza por culpa propia, y no por alguna otra razón, aunque así­ quisiese que fuese, da puñaladas en el estómago, el corazón y punzadas del trayectos del pasado. Ouch sayeth I. Y resulta que a veces veo a alcohólicos caminar sin pena ni gloria todos embriagados sin qué preocuparse. Lo dejan todo. Es un abandono total del cuál da un poco de envidia ver porque no todos pueden dejarse arrastrar por el vicio y dejar que todo se vaya a la chingada, es en realidad, mucho de admirarse que cierta gente aquí­ en Suecia hagan eso, ni pena ni gloria, se entregan a la dipsomania y ni que diga el pueblo mas que conjurar las morales que no valen ya mas que para el acusador.

E intento tener paciencia, mucha de ella, a pesar de los vientos invisibles y su fuerza a tomar en cuenta.

 

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