Al mejor novelista del pueblo de Zaragoza lo agarró por descuidado la novedad del blog. Apenas si se había hecho un nombre para sí mismo. El entusiasmo apenas se le empezaba a subir por el ego cuando luego luego le empezaron a dar la espalda y le rechazaban sus escritos uno tras otro. Esto lo ponía nervioso pues se la creyó del todo cuando las recensiones de su primer libro salieron por todo el país y los periódicos de izquierda le alabaron su estilo; el lenguaje, ante todo, eso era la novedad. Que la frontera, que los fronterizos y quién sabe que. [en realidad lo único que les diferenciaba era que la ideología de la capital mexicana quería ponerle freno al avance de los escritores chican@s, así que el termino frontera y fronterizo les quedo bien, pues la frontera detiene y la Línea no] Pero salieron los malditos blogs, de la noche a la mañana la mina que el creyó tenía una veta para rato y que duraría si por lo menos unos lustros no alcanzó ni para tres semanas. Ni la gloria de verse en Proceso le supo pues cuando salio la recensión su nombre había pasado de las primeras planas a las primeras letras de la hemeroteca local. Y eso es lo que pasa con la internet, ¡maldita sea! pensó una noche cuando la puesta del sol caía sobre las Islas Coronado para después desaparecer tras unas cortinas de brisa procedentes de San Diego, ni la gloria le supo.
Estrategia tras estrategia elaboró y hasta explotó su nombre que nadie mencionaba ya, de esas palabras de alabanzas que extraños por todo el país le dieron, sacaba copias de las recensiones que su libro recibió y las ponía en un folder para que la gente le creyera más pero todo fue en balde, ni un taller de escritura que quiso poner le resultó pues allí quedo, en el querer, su autoestima estaba hecha trizas; es más de tanto intentar sacaba frasesitas aquí y allá con doble sentido para que la gente viera sus truquitos de letras y se admirara de su dexteridad con el idioma o si no sacaba historias con temas universales porque según él la comarca pasó de moda y ya no rendía para el día, la moda era que el mundo te entendiera.
Hasta que un día desapareció, se fue para playas tengo entendido y ahora se dedica a un negocio de cabelleras.
Y tiene un blog, ¡sí! Ahora él tiene un blog, lo único malo es que su orgullo no deja de estorbarle, pues le echa en cara a cuanto puede que él escribió un libro, jajaja, cada que lo leo, sí, es una risa increíble, jajaja, pero de tristeza y incredulidad porque nadie le entiende y sus letras desabridas, llenas de academicismo no pueden competir con la cruel realidad que los jóvenes de su ciudad, sí, de ese lenguaje que él creyó poder explotar sólo, demuestran a cuanto quiera y gratis cómo es ese mundo.
Una tarde lo ví tocando el piano en un bar local de la ciudad y le pregunté como iban las cosas con las letras en su blog, yo tenía días sin conectarme a ese mundo efímero, a lo cual me contestó muy airado que había dejado hace mucho de postear algo ya que el arte de las letras tardará, dijo, en retornar a la gloria de antes y qué mejor que reemplazar ese arte con el de tocar el piano, al cabo, enfatizó, el piano muy pocos pueden, en esta ciudad, tocarlo. Mas cuando asentí con la cabeza las sabías palabras del escritor olvidado descubrí de reojo que atrás de su cognac se encontraba un pequeño libro de notas y un lápiz, al final de la última nota de su rendición Blue Berry Hills de BB King sólo logré pensar que las viejas mañas no son tan fáciles de matar, o como dicen los gíüeros, old habits are hard to die.