de perfumes

Tengo muchos años usando perfume para hombre. Un buen amigo de la infancia, José Virgen alí­as el Brujo, Kiko y Cheché, nos introdujo a las susodichas fragancias cuando trabajaba para una tienda en Tijuana que se llamaba Importaciones Sara’s allá en los 80’s. Se jambaba las muestras en botellitas pequeñas que primero empezó a regalar y no se hizo esperar la demanda por sus botellitas las cuales después las vendí­a. Ya prendido uno de las fragancias pues ni cómo. La que se quedó en la memoria fue una de Paco Rabanne, era la más codiciada. Después ni las pelaba.

Me enamoré varias veces y un efluvio que me trajo juido era de una morra que conocí­ en un Mc Donalds allá en Menlo Park de California. Se llama Jill Boyer. Ella usaba una fragancia que se llama Poison, de Dior. Antes de esa usaba Obsession de Ck. Esa fragancia con el sexo, jode, ni pista de Julio por ningún lado, pura locura de la buena. Después con una belga me enamoré de una fragancia unisex, Ck One. Jode, por igual, esa esencia combinada con sexo, son-of-a-bitch; sexo y perfumes, para reventar de locura máxima.

Hoy en dí­a uso Dolce & Gabbana. Pero por decisión propia. Tengo como 4 años usando la misma fragancia. Se llama Light Blue Uomo. Me gusta. No es escandalosa. Sirve para mi profesión en donde tengo que tener cuidado de no ofender sensibilidades alérgicas. Hoy compré dos botellitas de esas. A ver qué.

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