En la casa siempre hubo rumores-personajes que recibieron el aire de la vida por medio de la boca de mi madre y de mi abuela. Ambas fueron creadoras de rumores-personajes que hasta la fecha los veo y siento como si en verdad hubieren vivido en este mundo. Rondaban la casa como cualquier otro ser que se sentaba a ver la televisión o se peleaba por comerse el resto del rico caldo de fideos con valvita. Con el tiempo siempre me han seguido estos rumores-personajes, hasta la fecha cada vez que me mudo sin querer los empaco con las demás pertenencias que me han seguido en mi divagar desde que dejé Tijuana, rehusan, como yo, olvidarse del lugar donde nacieron y me producen cierto consuelo cada vez que se aparecen de la nada.
El otro día me di cuenta de la blancura que el resto de mi cuerpo tiene. A diferencia de mi cara o mis brazos, cuya tez ha sabido retener las bronceadas del sol Californiano, mis piernas y mi torso son blancos, pues rara vez me bronceo, así que retienen ese misterio que de vez en cuando sacan de los recuerdos uno de los rumores con que mi familia le gustaba alimentar mi imaginación.
A diferencia de las Europas e inclusive gabachas, la gente de mi país parece no importarle mucho su genealogía. Así que muchas de las veces las historias de la familia terminan con los abuelos. Una de las cosas que me gustan de Suecia es que sólo tienen que ir a sus registros para dar con los suyos de hace más de 400 ó 500, 700 años atrás. El sistema de recaudación fiscal les ha ayudado mucho a estos con eso e inclusive también los registros de la iglesia, por muchos años la (Svenskan Kyrkan) Iglseia Sueca fue la dominante en la vida diaria del sueco así que la iglesia era obligatoria hasta hace poco menos, me arriesgaria a decir, de 20 años. Así que los registros ya sea por ley o por costumbre los tienen ahí y así les indican empiezen su genealogía a los que quieren saber un poco más de sus entes.
Bien fuere así en México pero la iglesia Católica le dio más por el honor y el pecado que un sentido de justicia para todos así que hijos bastardos regados porquier andan y amén de buscar en los registros de ellos el pasado de uno, se puede, no digo que no se puede, pero tampoco, a mi parecer, parece importarle mucho a mis paisanos saber de su pasado, es como si tuvieremos demasiado ya en nuestras manos definiendo el pasado de nuestro país como para ponernos a indigar el propio de uno.
Así que mi piel blanca, según tengo entendido, es por el rumor-personaje que me ha seguido en mis vagancias mundiales. El rumor es un gabacho que trabajaba en las caballerias del viejo Hipódromo de Tijuana. Es un fantasma al cual bien pudiere yo rellenarlo de información facilmente buscando los registros de los empleados que hubieren estado en 1945 ahí pues fue cuando nació mi madre, la quién fue adoptada por mi abuelita ese mismo año y la tesorera de la historia familiar de mi madre. Siempre me ha gustado para que fuera un Irlandes mas el rumor nunca tuvo nacionalidad más allá de gabacha y nunca tuvo otro color más allá que el de gíüero. Un rumor que me ha llenado la cabeza con una familia fictiva de la cual nunca sabre su verdadero origen, ni modo, pero así es, mientrás, no dudo que mi piel blanca me siga recordando al rumor-personaje que mi familia supo darme para toda la vida.