¿Sabes? Me acuerdo muy bien de ese día, en esa plaza de mariachis tan famosa, tu me invitaste una cerveza de esas que venden en esa plaza, como si fueran tamales, o elotes de calle y me dijiste que querías invitarme una canción norteña y dimos con un grupo norteño en ese mar de mariachis, es más durante todo el tiempo que pase contigo me hablabas del norte como si fuese una especie de yermo exótico al cual querías partir hacía él, corriendo. Pero deja te sigo contando esto puesto que hoy estoy escuchando la canción que pedí y que los fruncidos de tu cara me decían que te parecía raro (escuchabas tan atenta), es más, en ese momento supe que algo adivinabas (por lo menos sospechabas, creo, me gustaría pensar) de mis intenciones que de seguro ya para en eso eran visibles (debo de admitir que me puse nervioso), sí, desde que te vi tenía ganas de vivir todo eso que me atrajo como cosa del destino (te lo dije, desde que te vi, era un vortex sin frenos) pero no fue hasta que esa canción y en ese mundo tan mexicano, en medio de ese simbolo inmensamente grande que lo hice, y de alguna manera me correspondiste, sentí que sí, lo peor, no sé de donde saque el valor para llegar ahí, en ese momento ya tan lejos y porque me sentí tan seguro de poder estar contigo viviendo eso. Qué noche tan más divertida, me cae, lo que dio pauta para pensar fue un beso que le diste a un chico que me dio el tiro por la culata, ¿te acuerdas? Según yo el poder de mis palabras lo iba ahuyentar, pero ¿te fíjaste? Mi educación y triste juego de palabras fueron refutadas por un niño que supo por experiencia lo que yo ni hubiere pensado así, tu te dejaste dar un beso en la mejilla y en la mano, no recuerdo muy bien el orden, no sé si tu le diste uno o te dejaste dar uno, no sé, pero todo el acto fue más noble que mis intenciones de querer impresionarte. Qué raro es el mundo, y que raro que me acuerde de ti ahora en este instante y por qué, mejor apago RealOne y dejo la canción descansar, así es mejor, creo que sí.