Hablando de traducciones y otros males cierta gente a mí alrededor, física, non-e-, me ha puntualizado mi dizque actitud soberbia. Y es que rehuso discutir con ellos libros que han sido traducidos del inglés al finlandés, les digo con toda la sinceridad del mundo, que ellos han leído otra versión completamente diferente a la que yo he leído y sería un desperdicio de mi tiempo tratar de discutir una obra que yo sé de antemano está ya adulterada a la que yo he leído, mejor, les digo, discutamos las serias diferencias que surgen al traducir obras literarias, mas mi propuesta queda por lo usual rechazada, salvo uno o dos casos que se manifiestan como afrenta y suelen terminar como pequeños desafíos intelectuales que nada tienen que ver con el buen uso de la razón.
Un suponer realístico, Hamlet, yo le he leido en inglés, la lengua materna del libro, pero ellos, una ella en este caso, lo ha leido en finlandés. Hamlet, cuya edición que yo leí es la más cercana a la Shakespeariana del bardo inglés que existe, la última que él mismo efectuó en 1623 y que requiere otra lectura, La Historia de los Dinamarquéses escrita por Saxo Grammaticus en 1200, para poder comprenderla en su totalidad, y que intenté prestarselo para estar al par intelectualmente, concluyó rápidamente que ese inglés de ese libro, era “antigíüoâ€. Cosa que me resultó toda una sorpresa para serles francos ya que para mí eso no representa lo mismo puesto que el inglés es mi lengua materna tanto así como el castellano y pues esas dificultades para mí no se presentan. Mas, me dijo, lo he leído en finlandés, como si su comentario anterior hubiere sido un gran borrador de obstáculos mentales, sí, le digo, qué bien, pero no es lo mismo, la cosmovisión del idioma o como los de lengua hípica (lo dijó Carlos V) dicen, el weltanschauung arruina la versión, me hubiere gustado mucho poder haberlo leído en finlandés pero lo siento, no lo he hecho, así que discúlpame. La ira no se hizo esperar. Realmente su comportamiento me causó una desagradable sorpresa ya que se fastidió por lo que ella pensó era una actitud soberbia de mi parte.
Desde hace mucho que decidí no leer traducciones si sé el idioma original en que el libro fue escrito, eso se reduce, obviamente, al inglés, español, y finlandés. Si la traducción se da de un idioma que tenga un parentesco a uno de los tres idiomas que tengo intento leer esas obras en su idioma original, por ejemplo, Comedia de Dante Alighieri (sí, soy de esos puristas que rehúsan llamar esa obra clásica como La Divina Comedia, recuerden que la palabra Divina le fue agregada al título doscientos años después de los tiempos de Dante) la leí en italiano, debo de confesar que éste labor puso en prueba mis convicciones, me costó trabajo con diccionario en mano y todo, pero valió la pena, no me permití la flojera de leerlo en español siendo que el italiano y el español tienen un parentesco de más de un 75% de mutuo entendimiento, en realidad no fue más dificultoso que leer un libro en español donde uno se encuentra culteranismos y hay que sacar el diccionario para entender lo que el escritor quiso decir.
Claro, leo traducciones, pero de autores de otros países que no tienen relación lingíüística con las tres lenguas antes mencionadas, pero procuro leer traducciones que por lo menos tengan una relación geográfica con la susodicha obra y la del autor en cuestión, por eso me supo mejor leer las novelas de Alejandro Solzhenitsyn en finlandés puesto que la cercanía de ambas naciones les da un lazo psicológico insuperable por el español o el inglés.
Mas hay de sabores a sabores, por ejemplo yo nunca leería una novela japonésa en español porque simplemente estoy impuesto a leerlas en inglés y no cualquier inglés ¿eh? Inglés norteamericano puesto que la psicología de entender a los japonéses tiene tradición desde la segunda guerra mundial con los norteamericanos y suele ser que los traductores del japónes al inglés son personas absolutamente dedicadas a su labor cuyos méritos académicos hablan por sí mismos.
Por esto y mucho más, tengo entendido, se me juzga de soberbio, cosa que juzgo falso y fuera de merito.