Fin de año

Fin de año y las promesas del año anterior, en ¿’on quedaron? A ser verdad, siento que me traicioné, como siempre, en más de un punto, no sé porqué me digo cosas que no haré ni cumpliré. Leí­ lo que debí­, dos libros clásicos del Latí­n. O por lo menos algo sobre ellos.

No acabé mi ensayo aunque el 2012 no se acaba aún. No conocí­ a la chica de mis sueños pero jode cómo me chingó un amor imposible por más de 9 meses y aún sigo pensando en ella. Un puto desmadre todo ello. Lo que seguro pasa es que no sé leer el comportamiento o baile de cortejeo de los suecos. No sé ni cuándo uno debe de decir qvoles guapa ni cómo es que alguien demuestre interés en mi. O quizá soy tan feo que nadie me pele, en fin, en ese departamento, no habrá cambios los próximos meses, eso es lo más seguro. No es que no crea que no tendré una mujer en mi vida de nuevo, ese no es el problema, el problema es que me gustarí­a que ella fuera lo que será. Reconozco que el próximo amor de mi vida será algo que tendré que saber luchar por ello. Y a ser verdad me gusta la idea, la idea de luchar por ella, pero sé o acepto que quizá ella no es quién será la que yo creo que será. Lo hago pensando en ella, esto de pensar en la futura chica mientras pienso en ”ella”. Jode. Qué puto rollo.

He bebido más de lo debido y aún no agarro la onda de calmarme. Comprendo que mi vicio es el alcohol. Ahora, ¿qué propósitos me haré para el 2013?

Creo que será el año sin propósitos más que aquel de salir adelante. Haré casi lo mismo que el año que está por terminar. Quedarme en casa, hacer un poco de reparaciones en mi departamento, planear compras, y esperar, desesperarme, perder el quicio de vez en cuando, hartarme de todo, calmarme, y progresar, retrogradar, y así­. Lo más obvio es que no sé planear el futuro próximo. Ni el futuro lejano.

Creo que tendré que aceptar que por lo menos los dos próximos años solo me aguarda soledad, rutina y quizá un poco de satisfacción si logro calmarme un poco, moderar mis vicios y sacar adelante algo interesante para mi.

No es que no haya hecho nada de progreso este año, he leí­do mucho, viajé, empecé aprender Italiano, empecé a observar el chino y tengo la costumbre de repasar esas lenguas. Al igual, he leí­do dos libros en sueco y quién sabe cuánto más periódicos en la red en sueco.

Quizá para mí­ lo más importante es sentirme intelectualmente estimulado y que tenga avance. Para mí­, lo más peor es sentir que no estoy al tanto de las cabezas intelectuales del mundo angloparlante o hispanoparlante. Quiero y necesito saber quienes son esos que hacen sentir y vibrar el lenguaje. Es una tarea imposible, siento que me pierdo mucho y a la misma me doy cuenta que estoy al tanto a la misma vez que siento toda la ausencia intelectual del mundo en este rincón escandinavo.

Me he hecho un poco más honesto con la gente, digo la verdad, duelale a quién le duela y así­ no me ando con mentiras para nadie ni para mi, soy tal cual soy con mis defectos y todo ello. Uno de ellos siendo que sufro de baja autoestima. Lo que más odio es la soledad y l oque acompaña la soledad, escuchar los ruidos y fiestas de mis vecinos y lo peor, escucharme a mi mismo y sentir pena por mi mismo o sentirme triste o darme en la madre yo solo con los mil y uno pensamientos que solo dejan lastres emocionales inservibles.

Como todo inmigrante me he dado cuenta que nunca podré ser parte de la cultura sueca a pesar de que me siento más adaptado e integrado a la sociedad sueca. Veo a muchos de mis compatriotas sacrificar mucho de sus identidades para poder adaptarse a los modos de los suecos y cómo es que se pierden ello. Por lo mismo, yo no soy la excepción, no es que haya sacrificado todo pero a la misma vez he perdido mucho de mi cultura porque en realidad, aquí­ en este pueblo solo hablo los idiomas que me dieron mi identidad para cuestiones laborales y las amistades laborales quedan en ello. Llevo años trabajando con las mismas personas y nadie muestra ni el menor interés en mi y solo se preocupan por sus edades, que hago aquí­ y siempre bajo esa óptica del Otro como si fuese un extraterrestre.  Pero es el pan de cada dí­a, mi carrera parece estar siempre en juego y la que paga las deudas y lo que hace que pueda darle un poco de dinero a mis hijas cada vez que mandan un mensaje por teléfono que necesitan dinero.

Me doy cuenta también que a pesar de mis tendencias autodestructivas procuro tener buena apariencia fí­sica y de hecho este año empecé a correr de nuevo, procuro tener ropa nueva y bajar de peso, mucho. Uno de mis propósitos era bajar a 85 kilos y casi lo logro, he tenido buenos resultados en ello pues a veces logro pesar 85 pero más de las veces quedo en 86 ó 87 en un mal dí­a. Casi no como carne roja, y procuro comer mucho pescado o pollo. Consumo mucha cebolla, tomate y otras verduras y lo más seguro es que siga así­. Claro, todo para la vanidad de procurar verme bien y dar la apariencia jovial que me gusta vivir a mis 46 añejos mí­os.

No estoy contento con mi situación, me gustarí­a tener más amigos, hacer valer lo que soy y poder hacer más y mejores cambios. Pero no es así­, la realidad es otra, aún me falta mucho por saber ser un humano verdadero. No basta con ayudar a otros, sino hay que comprender a otros y a pesar de las quejas que uno lanza con otros seres humanos un aspecto de mi que me gusta es que no me gusta quejarme con calamidades de otros, ni hablar pestes de otros aunque eso no quiera decir que no lo haga sino que no admito que ese tipo de pensamiento logre establecerse en mi narrativa personal del Otro. Me gusta tener mi corazón libre de odio hacia otros para recordarme lo malo que he sido antes. Mis acciones estos dí­as también me recuerdan mucho al tipo de persona que soy y porqué hago lo que hago aunque sean acciones minutas como abrir camino después de una nevada pesada para que la gente pueda abrir la puerta y pasar libremente por la puerta de la casa o asegurarse de que hacer actos pequeños como acceder a ser voluntario para ayudar a una iglesia local lograr acabo sus metas. No me dejo creer de mi o mis acciones porque sospecho yo mismo de mis intenciones y eso me hace resguardarme de mi mismo para bien y para mal.

En fin, este año que está por concluir ha dejado mucho en que desear y mucho en qué pensar.

 

 

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