Pero los vecinos de los Godinez tenían otras ideas y los rumores se corrían de boca en boca a voz que sí apenas se alcanzaba oir. Sólo las miradas de los que pasaban por esa casa decían lo que no se hablaba con miradas de reojo, y peor, reprobación. Y es que se veía raza gorruda y salían y entraban y más de las veces se oía música, del As de la Sierra, que los Cadetes y que Ezequiel Peña, a todas horas y en especial los sábados por la noche, el tintineó de las caguamas TKT llegaba hasta la cocina de Lupe y el humo de los cigarros llenaba la sala donde la abuela siempre preguntaba que era ese olor porque cigarro no era. Inclusive llegaban carros limpiecitos y con rines cromados, ajá, decía el rumor, estos son narcos. Y es que la casa estaba muy bien construida, y hasta pintada, estaba hecha de ladrillo y tenía un dejo español, una pequeña hacienda, y sí, la puerta tenía una placa, Haciendo el Rancho Grillo pero ni hacienda ni nada si apenas se miraba un perro roñoso rondar por ahí. Osea que para ser el cañon que es ese tipo de ostentación no deja otra conclusión, ya ha pasado antes le dijo Esther Ximenez a Lupe una vez, luego las abandonan y la raza les extrae lo bueno, se llevan todo, rejas, puertas, ventanas, todo, todo, ¿ves, aquella casa abandonada? El agujero ese de los vagos, sí, esa mera, ahí también llegaron una vez unos, compran su terreno, ¿qué les cuesta a esos dos, tres mil dolares? Nada, y la policia? Bien gracias, es un escondite perfecto para ellos hasta que se calienta, se abren y compran otra casa por ahí, sí, luego las abandonan, no te preocupes Lupe. Pero Lupe reojeaba también, después de todo, hubo balazos la noche anterior y cayeron sobre el techo, gracias a Dios rebotaron sobre la llanta, si no, imaginate manita, hubiere caido en la santa abuela, Dios nos libre, sí y ambas miraron quedito quedito la casa de al ladito.