Sfinx de Falkenland, Christine

Sfinx -Christine Falkenland

Sfinx
Wahlstrí¶m & Widstrand
ISBN 978-91-46-22103-6

He leí­do mi segundo  libro de una autora que me ha cautivado la imaginación. Se llama Falkenland, Christine. El libro se titula Sfinx, 2011.

Me ha gustado el librito. Tení­a muchas ganas de leer en sueco y me pesa mucho encontrar literatura sueca que me agrade. Son muy pocos los autores que pueden lograr la proeza de robarme mi atención, Falkenland es una de esas autoras inolvidables.

El librito trata sobre el tema de los celos. Acá en Suecia miran a los celos como un mal, a la par de un cáncer.  De hecho es un mal renombrado que hasta los monarcas tienen que cuidarse de ello. Para el sueco, la envidia y los celos se debe evitar a toda costa y en realidad no es deseada en ninguna expresión y por lo tanto, el que siente celos, debe tener un mal de ojo que nadie quiere desear ni ser la victima del blanco al que los celos se dirigen. Se les hace pesado y ni cómo tratarle más que como una desgracia familiar. Si comparamos con nuestra cultura, la cultura latina, los celos deben de expresarse ya que si los celos no expresan es que algo anda mal. Aquí­ habrá que recalcar que eso de sentir celos en una relación, en moderada medida, es saludable para las parejas ya que para muchos, los celos expresan esa dicha para el ente latino de que se les querido con fervor. Sin embargo, si los celos se expresan sin medida, la bestia de los celos recae en un mal cuyos resultados son pocos deseosos. Supuestamente, los latinos sabremos de moderar nuestras emociones un poco más mejor. No quiero pintar al ente nórdico como un ente que no sabe controlar sus emociones sino que simplemente, para el ente nórdico, los celos no se les modera, se les rechaza, punto y aparte y es que ellos creen que es injusto que estando en una relación, tal cosa pueda suceder, la confianza y la fidelidad no dan campo para ello, y así­ pues.

Ahora, el libro. Desde un punto de vista psicológico, la autora elige una narradora totalmente omnisciente de sus actos. Con omnisciente me refiero a que la autora de las misivas a Claire está consciente de lo que ella sufre no es moralmente bueno. Se trata de una mujer torturada por los años, los recuerdos y la obsesión por querer ser la mujer de su exmarido y la proyección de sus deseos hacia ella. Se le podrí­a clasificar como una persona con un trastorno de personalidad que varia desde la compulsión hasta la personalidad histriónica, o sea, su comportamiento abarca la gama del llamado Grupo B de trastornos de personalidades. Y eso lo digo con los pocos estudios que he tenido de psicologí­a y como amateur de esa rama de ciencias. Aquí­ lo que importa no es verla bajo esa óptica pues serí­a delimitar a la narradora de las misisvas, sino que habrá que ver cómo es que un ser humano batalla  para librarse de uno mismo y los deseos oscuros del cuerpo humano.

Ella es pobre y batalla tanto como poder darle una buena vida económica a su hija como para poder tener una buena estima de si misma. Por eso mismo, no tanto emocionalmente, sino económicamente,  la envidia de lo que la nueva pareja de su exmarido tiene acarrea una buena parte de la narrativa y forma buena parte de los actos que ella quiere hacer y decirle a Claire, el nombre de la nueva esposa de su exmarido. El libro está escrito en forma de diario personal.

Durante todo el desarrollo de la narrativa el nombre de Claire aparece en las entradas de cada nueva misiva que la exesposa le manda a la nueva esposa del exmarido el cual se llama Felix. Esto tiende a causar un poco de hipnotismo que causa la sensación de mantra, se repite una y otra vez en todo lo que tiene que decirle a Claire, sus secretos y los deseos que siente, lo que quiere hacer y proyectar con su obsesión de ser ella la que deberí­a de ser Claire y no ella, o sea, Claire. En realidad, nunca se sabe si las mentades cartas llegaron algún dí­a a su destinario.

Me gustó mucho la lectura porque comprendo la obsesión del amor al que la narradora se refiere. Tengo sangre latina y ello me hace un tanto conocedor de alguna obsesión u otra. Por ello, me causa un poco de risa la recepción critica que le dieron los periódicos suecos. A la pobre exesposa no me la bajan de ser una vil stalker y la envidia y los celos son emociones endemoniadas que no caben en las personas sensatas y ¡dios mio! que apunto estaba de cometer un crimen al acercarse tan de cerca a las propiedades privadas de su exmarido. Como que los suecos no entienden estas cuestiones de las pasiones o dejarse arrastrar por el incontrolable deseo de obtener lo inobtenible ya que siempre y acabo mientras en las paí­ses de raí­z latina contienen legislación para actos o crí­menes de pasión en Suecia eso es una barbarie insoportable de tolerar. Dejarse llevar por las emociones, Dios mí­o, ¿cómo?

Por suerte, Falkenland deja que la narradora tenga un poco de cordura, su antihéroe es una mujer que si bien se deja llevar por sus pensamientos y las emociones asociadas con su obsesión, sabe también delimitar sus actos y todo queda en una conjetura banal y en un figmento de la imaginación que nunca logra llevar acabo esa travesí­a entre el delirio mental y la realidad.

 

 

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