Bueno otro día más.
Sí, ya le di la ronda a varios de los lugares que se deben de ver, o ”conocer” como me corrigió el taxista que me llevo del aeropuerto hasta Coyoacán.
Es grandisima, de norte a sur de oeste a este, la vista daba para todo, son más de 42 pisos y es una subidita obligatoria, tiene tres pisos observatorios, La Torre Latinoamericana. La palanca del elevador la movía con cierta seguridad y aburrimiento el elevadorcista. Los botones eran todos negros, de esos que se empujan para adentro, nada de era digital aquí, hermoso edificio.
El arte del deco futurista del interior me dejo asombrado y los letreros del los baños con sus letras en bronce de Damas o Caballeros me gusto le tome foto pero no hay chance hasta después de que mi viaje se acabe. Pero pude ver bien varias obras gigantescas de Tamayo, murales hermosos de Diego Rivera y otros tantos que cubren bien las paredes del Museo de Bellas Artes.
Se oían ya desde dos cuadras antes, me hizo recordar el Parque Teniente Guerrero y cuando los alumnos de secundaria iban a practicar sus marchas tocando trompetas y dándole duro a la bateria, se oía bonito. Era más art Deco. Como fui temprano no decepcionó, era tremedamente grande aunque su domo o copa que compone parte de sus exterior se veía sucia de tierra ya, no sé si es de cobre pero se miraba hermosa en todos modos, el Monumento a la Revolución Mexicana, con varios posters de Colosio colgando de unos edificios relucia muy bien a esas horas de la mañana, pero me cruzo por la mente, conque no sepan nomás que soy de Tijuas.
Las piedras volcánicas formaban parte integral de su construcción y el ladrillo se miraba bien, entre unas piedras devise con mi unicular (binaculares) una largartija muy agusto entre los escombros. Se sentía cierta energia por el lugar, luchas cruentas, el pasado y el presente ahí mientrás caminada por los pasillos al aire libre que la ciudad tiene para el turista. Se miraban unas piezas entre las escaleras, antiguas deidades o representaciones de gente común y corriente como yo, no sé seguí sólo. Miraba como construyeron templo tras templo. Ya adentro en el museo las piezas encontradas ahí daban mucho a que pensar pero la representación se me hace la tienen mal arreglada, pues sólo piensa uno: perros, lo que vinieron a destruir. El Templo Mayor, muy hermoso.