tví¤tt tider

Hay muchos lugares sagrados en el mundo y cada cultura tiene sus espacios consagrados a lo intocable. Lo intocable puede ser tocable, por supuesto, no hay ninguna magia ahí­, puesto que lo intocable suele tener espacios tangibles donde se resguarda lo sacro y las reglas y las costumbres delimitan esa especie de aire que esta ahí­ y no está ahí­ a la misma vez y lo curioso, dentro de demarcaciones geométricas claramente delineadas para marcar dónde empieza lo sacro y dónde acaba lo inhumano de ello. A los humanos nos gusta negociar ese tipo de espacios que ahuyentan a otros, o incitan a otros, a respetar o violar tales espacios. Tengan ustedes Meca. Ahí­ no entra uno si uno no es de la fe así­ como en muchos otros espacios semitas amén de sus espacios dedicados al lado oscuro de sus religiones como la deidad contraria a Dios o Dio, el Chamuco. Otros espacios sagrados existen más mundanos aún como las sectas o clubes de personas afines a sociedades secretas. Esos espacios están cerrados al no creyente y para poder ingresar a tales espacios habrá que sortear múltiples rituales para ello. Lo común entre estos delimitadores a los espacios anteriormente mencionados es que si uno se hace transgresor de ellos el castigo no se hace esperar. Todos de alguna forma corporal, por supuesto, ya sea psí­quico o carnal, el castigo a la transgresión se manifiesta con la ira del guardián de lo sacro.

Acá en Suecia ese espacio es, créalo o no lector mio, ¡la lavanderí­a! Sí­ amigo lector, has leí­do bien, las lavanderí­as son los lugares que uno no esperarí­a violencia alguna pero tengan ustedes que los puntos de discordia entre los suecos se dan dentro de las lavanderí­as. Los castigos para los transgresores de la hora y el dí­a para lavar ropa son muchos que van desde amenazas verbales y subliminales hasta la violencia fí­sica. Pero qué hay que esperar de una sociedad que tiene un dí­a dedicado a justo el lavar. Para los que no saben, el sábado en Suecia se le llama lí¶rdag (lourd-ak aprox.). Su etimologí­a, dicen los que saben, proviene de un dí­a dedicado a lavar. Y no es broma, justo salió en el periódico una nota de un sujeto que filereó, o para los hispanos de corte mundial, acuchilló a otro porque el acuchillado se atrevió a violar la hora y el dí­a del lavado que el acuchillador habí­a reservado para lavar su ropa y con suma antelación. Y no acaba ahí­, los suecos, notoriosos por evitar confrontaciones, utilizan este espacio como un Muro de Lamentaciones que el Dios de la Ira acomoda para que incautos y afines se percaten del dolor del afligido. Los suecos se dejan notas en papelitos a la vista al portador. Estos papelitos contienen mensajes dedicados a los transgresores de toda especie de normas y regulaciones pertinentes al espacio de la lavanderí­a. Estas lamentaciones incluyen entre otras cosas, el robarse la hora que otro ha reservado, dejar las lavanderí­a sucia, no respetar el tiempo alocado a lavar y hasta por dejar ¡pelusa indeseada en las secadoras!

Lämna ett svar