Por estos días la Medusa debería de adquirir nuevas interpretaciones, algo así tanto como las cabezas de sus culebras. Y es que venga, necesitamos esas cabezas para poder cubrir ese mundo nuevo que enfrentamos todas las mañanas: la internet.
Requerimos por lo menos 9 dicen los estudiosos de Agatha Christie. 9 es lo máximo que nuestra atención logra retener en su imaginación y sostener la ilusión de una problemática sostenible. Pero requiere leer. ¿Qué es lo que uno hace en la red? Sí, eso. Y el espejo, ¿vendrá a mano estos días? Todo mediante un monitor es mediado por la mano, así como queriendo evitar el look de Medusa. Aunque hay algunos que utilizan sus ojos más que sus manos.
Una vez creí poder ser anónimo, una vez. Me mordí las uñas esa vez.
La luz del fondo opacó las intenciones que se reflejaban en el rostro. Yo quise ser listo y pensé que contrarrestar la mirada sería suficiente. Miré, en la profundidad que solo un espejo brinda, las posibilidades. El flash que solo puede brindar la posibilidad entre una mirada y un reflejo ya sea entre una vitrina o un recuerdo, no se hizo esperar. Y solo logré pensar: aquí se explaya la imaginación en cámara lenta.
La medusa detiene el tiempo a la vez que es manera de burlar ese Cronos que nos invita una sensación déjí vu: hemos estado aquí antes.
Sin Cronos no hay Medusa me dicen los que saben. Y es que Medusa tiene atributos que Cronos ya quisiera, Cronos nunca puede detener el tiempo pero Medusa sí. Ella invita eternidad pero no movilidad lo que Cronos sí tiene disponible.
Y le besé esos labios carnosos suyos esa noche en una sincronisación inesperada y los segundos que esperaban lo ya anunciado miles de años atrás, renegaron. Había rebelión.