Acá los comerciales suecos sobre el ocio se me hacen cada día exageradamente recalcitrantes. Nunca hacen falta comerciales en la televisión ya sea que inciten a un angst sobre no ahorrar lo suficiente para la jubilación o no haber empezado a tiempo ahorrar para la jubilación. Existen variantes de este angst incitado por las emisiones del espectro radial y televisivo al respecto. Los hay desde amistades queriendo causar tripeos sobre no ahorrar en donde un joven ya empezó a ahorrar y otro que no ha empezado a ahorrar hasta fantasías sobre el futuro en donde los futuros jubilados se ven vistos por un visitante del pasado presente quienes llegan al futuro asombrados de verse a si mismos haciendo hazañas que ni de jóvenes soñaban animarse hacer. Otras variantes que juegan con esa ilusión de la jubilación son comerciales de jubilados que se encuentran disfrutando todo el tiempo del mundo en una actividad típica de jubilados mientras ese paraíso logrado se ve arruinado por las intromisiones del mundo que todavía trabaja para sobrevivir. Esta fantasía colectiva del sueco es explotada por toda especie de empresas, es solo de encontrar el fondo adecuado y ¡presto! la vista a un llano de ideales es posible.
Creo que no hace falta mencionar lo obvio, los suecos sueñan con jubilarse y la industria de la jubilación posee una maquinaria poderosa para hacer posible esos sueños algún día. Y no nada más se limita a la televisión. La radio, el correo postal, la gente, el trabajo, todos te recuerdan la importancia de ahorrar para ese día anhelado, algo así como ganarte el premio de La Isla. No sé cómo es que los suecos piensan tanto en el mañana cuando ni siquiera tienen un verbo que indique el futuro. Lo curioso es que yo también empiezo a soñar con ese mañana y todos mis empeños en el hoy se ven un tanto contagiados por esa enfermedad del mañana. Ahorro para un mañana que ni sé si voy a vivir.
Debemos de confesar que esto contrasta con mi crianza, esa de vivir el hoy hasta lo que da, esa cultura que ama lo espontáneo. Los mexicanos no tenemos una cultura de pensar en el futuro. Vivimos al día por necesidad y creo que tendrán que pasar una revolución y media para que veamos que nada más no hay campo para hacernos creer que el mañana traerá algo mejor hecho por el labor de nosotros o de uno mismo.Tenemos un circulo vicioso en nuestra cultura en el que lo usual es chingar a toda costa y el que se duerme, yeah, you know the rest.
Me veo ante esta nueva experiencia en mi vida que en su turno contrasta con el sueño americano y la creencia de la predestinación, ese virus que te hace creer que naciste para ser alguien. Ahora todos los esfuerzos de los medios que alimentan mi diario devenir se nutren del día en que deje de trabajar para disfrutar de mis ahorros. Es curioso, la verdad. ¿Qué hace uno en Suecia como mexicano en el hoy?
El otro ocio interesante que los suecos empapan con sus fantasías e ideales es el de vacacionar. Acá las vacaciones raramente suelen ser un deber individual. Lo más natural es que las vacaciones se disfrutan con la familia pero no es una familia cualquiera, no de esas, por lo menos, como las que vemos en México en donde todo el escuinclerio y los padres gordos y viejos están presentes como parte del paisaje que tenemos los mexicanos dentro de nuestro imaginario colectivo. Para nada, acá los vacacionistas son jóvenes, padres de familia viriles y atractivos en todo el esplendor de la juventud ideal. Son un padres ideales que disfrutan de cuerpos idóneos y un hijo u hija de tener padres en plena lozanía. Hay temporadas para ello, es por eso que el comercial típico de las agencias de turismo sea uno en donde el sol, las playas o destinos baratos en donde la corona sueca sea la moneda más fuerte sea lo común. Eso de la moneda sueca y las vacaciones es un giro mental realmente interesante. No es que sea raro que uno quiera sacarle provecho hasta el último centavo a las ganancias del sudor de nuestro labor sino lo que es interesante es el efecto psicológico que los suecos compran al viajar a países en donde la corona sueca tiene más valor que la moneda del destino turístico. Me parece impresionante cómo es que los suecos regresan de sus vacaciones con unas infulas de grandeza y superioridad porque durante su viaje de vacaciones constataron que en casa se vive mejor. Con esas coronas suecas también llegan asombrados de que los demás no sean como los suecos. Se vive bien en Suecia y más cuando viajas al tercer mundo para comparar tu segundo mundo y ver que después del todo, a Suecia no le va tan mal. El problema es que a algunos se les olvida la humildad en el aeropuerto.