Se ve.

La gente tiene caras de insomnio y mucho dista de una mueca alegre. Si no es porque mi lí­nea de metro es uno de estudiantes estarí­a más callado de lo usual mis viajes en él. Los estudiantes de intercambio hacen un alboroto de risas, platicas en voz alta y ademanes de euforia pero la población local se encontra sumergida en el abismo real de saber que cada dí­a se vuelve más corto y más oscuro. La gente se deprime. Aquí­ en Suecia el porcentaje de suicidios es altisimo y por estos tiempos el dí­a no da para la alegrí­a, los pensamientos se hacen más oscuros y si no se cuida uno puede uno no salir del fondo del mal pensar.

Hace frí­o, y yo también me veo afectado por esos dí­as grises, sin mucha platica y como mi pensar a veces me sorprende y no puedo ni decidir si hacer esto o lo otro, cuesta trabajo vivir en Suecia, por eso echo de menos México, su sol, su gente.

Hay que beber, una cerveza, dos diarias para romper el pantano del aburrimiento, si no una botella de vino, no tomo con los amigos, no, tomo para matar este cruel combate cerebral que me quiere empantanar en su mundo sin esperanza.

Mas a veces no sé si sólo sea eso la única razón de mi ’depresión’ y lo digo así­ porque dudo mucho que sufra de eso si no más es un sentimiento de aislación, aquí­ en Estocolmo por lo menos hay gente, y cuando camino sus calles por lo menos me siento parte de algo, pero hay otras cosas que me afectan mucho, dos en particulares, los amigos y las mujeres. Yo no puedo decir que tengo amigos de planta aquí­ en Suecia, no tengo a nadie, si a lo mucho ’conocidos’ con los cuales salgo un rato pero amigos para charlar no, alguien con quién platicar o ir no. Amigos de cita como el Argentino lo puso. Hacen falta, esos amigos/amigas espontaneos.

Aquí­ todo lo que viví­ en México no lo tengo y eso también incluye el trato que nos damos los hombres y las mujeres. Hay un cierto tipo de coqueteo intrí­nsico en nuestra cultura que hace de ello un aspecto vital de nuestras vidas. En México se coquetea todos los dí­as, es parte esencial del bienestar del psyche masculino y femenino, nosotros necesitamos esa afirmación diaria de sentirnos atractivos, queridos. Es una cultura que no es tactil, tocarse, darse palmadas, sentirse los unos a los otros, no para nada, muy raro, mis hijas, si no fuera por mi, nunca sentirí­an una caricí­a, bueno, quizá exageré pero yo soy quien más les da caricias a mis hijas, porque por parte de la madre ese aspecto de la vida no se les es parte integral.

Aquí­ en Suecia las mujeres no tienen eso como parte de su cultura. Aquí­ coquetear es inicio de una relación, no una parte del cortejeo, coquetear, lo interpreto a veces como un commitment ya, bueno, eso es lo que ha veces me da entender. Los pasos a contraer una relación con una mujer se me es un misterio a mi aquí­, no sabrí­a ni como acercarmele a una mujer y decirle que estoy interesado en ella más por miedo de ser acusado de acoso sexual que otra cosa, además de que los latinos estamos quemados aquí­, se nos conoce como kvinnotjusare, algo así­ como un gigolo, un Don Juan, así­ que yo no puedo mirar a una mujer, (ni se dejan mirar de por cierto, no se visten bien para otros) ni hacerla reir sin que caiga en mi ese prejuicio. Es dí­ficil, la verdad, de seguro de hacer un guiño a una mujer lo más seguro es que me pregunten si estoy bien de mis ojos que interpretar eso como una seña de amor. Aquí­ los ojos no se buscan, ni bajan la mirada, andan como si nada, no hay foreplay de ninguna manera en la calle, en la escuela, en lugares públicos, claro, ha de haber, pero creo que esos ambitos para mi son muy excluidos, la verdad, yo no sabrí­a ni como acercarmele a una mujer aquí­ …. ese calor, ese calor, aparte del sol, se encuentra ausente.

Ni modo, ni que hacerle, así­ es la vida en Suecia ….

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