El avión salió de Frankfurt am Main a las 19:55 de la noche rumbo a Tijuana, el vato estaba cansado y este último fracaso lo derrumbo completamente, estaba viejo, y el futuro no plantaba para una buena vida, por lo menos no ha una como a la que él estaba acostumbrado.

Llego a su viejo barrio, aquel pasaje donde vivió su juventud, donde las loqueras eran de a diario y las broncas que empezarón con lanzameintos de botellas y después se volvierón filerazos. Eran morros, y los pleitos de barrio a barrio, recordaba con su amigo de infancia, era ir al mismisimo barrio del enemigo para partirles en su madre en su terre y pintarreajarles sus paredes con las insignias de nuestro barrio, con TKT’s en manos, fumando mota y uno que otro chemo, se lanzaba uno a partiserlas como Dios manda y a infundir miedo para causar respeto.

18 años habí­an pasado de aquellos entonces, ahora los rollos son diferentes por eso, dijo T, estaba en pos de entrarle de nuevo al desmadre para sacar una feria, pero esta vez iba a lo grande, le dijo a J, su amigo más fiel. Cómo corre el agua? Pronto se dio cuenta quienes eran los matones, gente de su infancia y morros calmados que ni antes los sospechaba de desmadrosos trabajaban como pistoleros de gente afamada en nuestro barrio. Lo primero era comprarse fuscas, y T se compró una .22, si apenas le cupio en la palma de la mano, una escuadra .45 con silenciador y J un cuerno de chivo. Después se fueron a la tienda Mission Impossible localizada en la Misión rumbo a Playas. Ahí­ mismo se comprarón eqiupo de computadoras y unas camaras pequeñas de uso para espionaje industrial y dos bugs para escuchar y ver a distancia remota.

El plan era extraer información y quién comandaba el mayor volumen de droga y saber sus movimientos. ’Esta noche actuaremos’ fue lo único que le dijo a J, y J le dijo que si. ’Pero te advierto’, le lanzo T su voz, ’después de este jale no nos veremos más ya’.

Empezarón con un morro presumido, lo agarrarón con 3 kilos de yesca y una buena paca de feria, unos mil dolares, lo agarrarón por la noche, y lo quebrarón en la madrugada después de extraerle sus conexiones, fue una noche productiva. La mota les valio madre tanto a J como a T pero J no pudo resistirse y forjó un churro bien chingón el cabrón. Al otro dí­a ya sabí­an quienes recojian la lana del morro, así­ que fue sólo esperar. Pasarón tres dí­as y ni luces de los guaruras que levantaban la lana. Llegarón dos dí­as antes de la mencionada y acostumbrada hora del levantamiento, se corrió la voz que las ventas no se estaban dando y mucha gente empezó a telefonear, se afocarón los guaruras pa’ ver ’ondaba el buey ese.

Les llegarón por la espalda a los guaruras, las fuscas la sintieron en la vertebra y con un ’no te des la vuelta pendejo, sigue derecho’ les instruyerón a los fornidos guaruras qué que pex, quienes eran, los amazagarón a una silla y T los empezo a torturar para sacarles la información de sus jefes. Ahí­ mismo les dieron un tiro de gracia y abandonarón los cuerpos junto al del morro presumido. Se fueron en la troca de los guaruras a la dirección que obtuvierón y allí­ mismo en el carro se encontrarón un ferion encabronado, 15 mil dolarotes y como 200 mil en plata, se fueron rayadotes y hasta se pararón a chingarse unos mariscos con sus respectivas chelas. Al llegar a la casa se vieron enfrentados con un matón al que le volarón los sesos con la .22, se escucho como un cuetito, sin mucho ruido, le llego preguntando por una calle el J, y en cuanto le contesto, J le acerco la .22 a la cien como diciendole que si allá y al puntar la mano al aire le solto el cuetazo.

Entrarón sin problemas, tuvierón suerte, estaban dormidos aun, ni sintierón cuando J y T se metierón a esculcar el changarro, pronto dierón con la lana, tres bolsas de mandado del Calimax estaban listas en la mesa repletas con pacas de a mil dolares con billetes de cien. Ben Franklin nunca se vio tan guapo como aquella mañana. Los bultos amontaban como a unos 300 mil dolares, con eso, dijo T, puedo rehacer mi vida. La gente de la casa estaba bien jetona, se veí­a que la anoche anterior hubo fiesta, en la recamara estaba una morra abierta de patas, de ladito, con las sabanas cubriendose el culo, y las chichis saliendose de fuera, a T le dieron ganas de verla toda desnuda pero era arriesgar de más. Las botellas de Bacardi yací­an vací­as en el piso y unas a medias en la mesa y hasta coca de a madres se deviso. ’N’ombre’ le dijo J a T en voz susorrandole, estos bueyes estan bien tumbados, ni quién los despierte.

Antes de abrirse T le instruyo a J que le pasara el equipo que se habí­an comprado y instaló los bugs por las esquinas de la casa, y las lámparas de la casa, se salierón por donde entrarón y se largaron al hotel sonde T se estaba alojando, se fueron con las tres bolsas del Calimax en la mano. J se llevo un Chivas Regal a medias que habí­an dejajo los narcos para festejar despuésito.

Al llegar al hotel, T prendió su portatí­l y espero hasta que despertarán los narcos, ahí­ mismo vio como los narcos gritaban qué qué habí­a pasado mientrás el jefe hací­a llamadas con la mano temblandole de miedo. A J le repartio cien mil bolas y le dijo con cara bien seria, abrete de TJ, estos bueyes pronto sabran quienes semos, y toma esta es la lista de las caras que vez en la computadora, mandolos quebrar si es posible, pero lo mejor es que te larges de TJ para siempre, yo me abro, así­ que ahí­ te waucho homes.

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Esta historia me salió porque el Angel y sus compinches blogueros ( Yorsh, Crónicas policiacas, Chango #100 et al) me influyerón a redactar algo ansina ….

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