triptique

El secreto: TKT, limón, y sal + su solución, pinches gringos, ni se la malician. En cambio, al dos por uno, él era uno de esos Mexicanos que se curan sus heridas con limón verde y es más, al rajo vivo. Sus ojos los traí­a cubiertos con unos Rayban estilo Jhon F Kennedy que su pequeña nariz si apenas sostení­an mientras tomaba el fresco, porque ’eso es lo que hace un buen Californiano’ se dijo, ’toma el fresco’, no como estos gabachos majes que vienen a tostarse al sol, los mensos.

La morra se puso azul, la escena amarilla y la plaza yací­a a esas escasas luces morada tras un ocaso que nunca debió de presentarse tan puntualmente como lo hací­a en esa frontera gabacha. Conspiración, se dijo, a sus 35 años y llena de teorí­as maquiavélicas. La escena era su vida, y al cierre de las cortinas se imaginó un público alegre, aplaudiendo, gritos de ¡Bravo! y rosas en el piso de madera.

La calle lucia llena de propaganda electoral, candidatos a puestos de gobierno, ’quieren su hueso’ le paso lentamente por su cabeza aun examinando las fotos de los candidatos,’qué curioso’, se dijo en voz más alta sin darse él cuenta, ’no hay ninguna mujer’ …. Le patinó en la cabeza un rato, y entre la calle que miraba detenidamente sus ojos mentales se pusieron a pensar como serí­a un mundo, bueno, no tanto, si acaso la ciudad, al mando de una mujer, serí­a más mejor. Sus manos se moví­an al paso de sus piernas que la llevaban al trabajo de su padre, un mecánico de carros usados y especialista en upholstery, iba a pedirle un dinero que le faltaba, titubeaba si hacerlo pero como la necesidad le carcomí­a el alma, se apresto a hacerlo, pese lo que pese se dijo antes de salir de su casa. y ’áiba.

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