Como es bien sabido por los cuatro vientos y el Phoenix que corretea marcianos en marte, la literatura en inglés desde hace mucho perdió ese dominio de que solo los anglosajones conocidos en nuestra parte del mundo como WASPs escriben en inglés. Existen miles de angloparlantes que no son necesariamente blanquitos que digamos. Los vestigios de las colonias inglesas varían tanto que solo el idioma los une, y como es sabido vienen de todos colores y sabores. El inglés lo dominan gente del caribe, como Derek Walcott, Jamaica Kinkaid y V.S. Naipal; la India con Arundhati Roy y Salman Rushdie; el ífrica con NgÅ©gÄ© wa Thiong’o y Chinua Achebe y otros tantos por ahí así que el idioma ha perdido esa esencia de que el inglés solo le pertenece a los ingleses desde hace mucho. Muchos de estos autores han utilizado el inglés como herramienta para descolonizarse. Le han dado un revés al idioma y se han apoderado de él. A diferencia del español del cual aún nos faltan muchos años para hacer lo que los demás han hecho. Nosotros los hispanoparlantes no tenemos esa independencia aún. A diferencia de los autores antes mencionados lo nuestro es el mestizaje. No nos diferenciamos mucho por nuestra etnia ni lugar del país y más o menos todos somos del mismo color. Todos hablamos español y tenemos más o menos el mismo trauma y las cuestiones del colonialismo no se tocan como se tocan en el inglés. La colonización es un tema vivo y latente en la literatura de inglés; el español no nos afecta de la misma manera al menos que uno este agudamente consciente de ello. El racismo existe pero no se habla mucho de ello. Es más todavía estamos en ese eufemismo que intenta tapar la cloaca del racismo bajo adjetivos como ’discriminación’.
No sé que nos pasa a nosotros los mestizos. Estamos tan preocupados con crecer como seres humanos que no tenemos tiempos para las etnias de nuestros respectivos países. Hay que recordar que somos una nueva raza y si apenas llevamos como 500 años de existir comparado con otros humanos. No queremos ver. No es sorprendente pues leer a veces que todavía existen personas indígenas que no saben el español y nos sorprende de manera escandalosa y internalizamos nuestro asombro. No queremos ver el pasado. Ver el pasado es ver el racismo que nuestra piel ha sufrido para llegar al lugar en que nos encontramos: una mayoría indiferente a su pasado. Lo que es irónico pues porque si de algo se ufana el ente hispano es su pasado. Hablamos de muchas culturas en el pasado como si ya no existieran. Y así. Me pregunto si algún día tendremos el valor de ver al demonio del pasado ojo a ojo y anotar nuestras crueldades. Darle la vuelta al idioma y dejar de serle servil a un idioma que solo sabe reprimirnos. Habrá que tomar las riendas de este código lingíüístico y delatar las injusticias. No nos queda de otra. Hay que robarle a España su propio idioma, hay que posesionarnos de él para así verdaderamente empezar una liberación digna para nosotros. Mientras tanto seguiremos de viles lacayos a un idioma que insiste en vernos como agachados por los años de los años.