Abe Opincar

Rara vez recibo llamadas del continente Americano. Y esta no fue la excepción. Y es que si a lo mucho, por no presumir, de Baja California y California, si a lo mucho, recibo, y no miento, si algunas 6 llamadas al año y por lo menos uno de ellas es número equivocado.

Así­ que entrar en una especie de diálogo con Abe Opincar este invierno que no fue y primavera en ciernes antes del brote celestial que marca las estaciones del año que dictan un pabellón psiquiátrico, pues es ya ganancia dirí­a mi agíüe.

Hoy lo vi.

Serí­a el destino what not pero dar con él, sin antes verlo, en el pueblo, fue como dar con mi casa punto pedo. Y no utilizo la vieja frase de dar con la aguja en la paja esa parábola en estos lares no serí­a adecuado. Sabí­a que no serí­a difí­cil dar con él, para ser francos, pero el destino quiso que diese con él y pues dí­ con él. Así­ de simple. Baje del autobús en Ní¤ssjí¶, vi una persona caminar que poseí­a todas las caracterí­sticas de no pertenecer al pueblo y alas! ái’taiba el huerco. Trataba de prender un cigarro contra viento, Abe? Y sin más ni menos, dimos los unos con los otros.

Nunca creí­ encontrarme con una persona más agradable y bajo las circunstancias en que dí­ con él. Conste que lo digo en español para que vean que esto no tiene más fin que alabar el hecho de que el primer encuentro fue amable. Para mi sorpresa me dijo que al llegar al pueblo se encontró con alguien que me conocí­a. Jode, aquí­ todos conocen a todos.

Pistieamos y coterreamos entre Eksjí¶ y Ní¤ssjí¶ un buen, desde las 10 de la mañana hasta bien entradas las 9 de la noche, hubiere sido posible seguirle pero hay obligaciones que atender, así­ que mañana habrá otras aventuras que contar. Muy buena onda el sayo, paciente, amable y con ese wordliness je ne sais quoi que domina su personalidad.

Hubo mucha discusión sobre inmigración, cultura escandinava y temperamento nórdico. Bastante risas sobre problemas lingíüí­sticos amén de observaciones a nuestro entorno.

Y pensar que todo esto surgió porque escribo un blog. Nunca hubiere imaginado que alguien viajara desde California hasta Suecia simplemente por lo que escribo es de importancia para otra persona. Eso me sorprende bastante. En lo personal guardo cierto distancia de lo que escribo. Y bien sabrán los dioses de este planeta que mi blog tiene sus lectores. Mas aún así­ considero que lo que escribo no es de mayor importancia. Quizá Opincar tenga razón cuando me dice que escribo bien. El caso es que no sé como aceptar elogios de ese tipo. Quizá sea hora de aceptar un elogio o dos por lo que escribo o escribí­. Veamos qué pasa.

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