Yonder Lies It

Querido lector

Claude Monet The Reader by Pierre Auguste Renoir
Válgame. A partir de mi post sobre el libro sueco que escucho por estos dí­as en mis ratos libres se ha suscitado un acto inesperado en mi vida: ser codiciado como lector. Siempre pensé que mi calling era ser escritor, pero el destino me hace resignarme a ya sea espectador o lector. Y ahora resulta gratificante ser lector pues hay gente que me reclama para leer sus libros.

Confieso ser un maniático para la lectura, de cincho me chingo un libro de harina y huevo. Ni qué hacerle, ese es mi labor, consumir lectura de otros y como el agua a la roca, con el paso del tiempo he sido pulido por eso de la lectura de años que llevo haciéndole a varios libros conocidos, por ende la demanda que algunas de mis amistades me ofrecen. Lo curioso es que ciertas de esas amistades hace menos de seis meses atrás ni me consideraban parte de su elenco de conocidos. Sé que me utilizan, abusan de mi como lector y creen que dominan ese deseo latente en cada ser humano por el rockstareo.

Confieso trabajar para una editorial que me manda libros para leer y ejercer mi opinión al respecto. No es que mi opinión sea más chingona que la de los demás sino que mis observaciones sirven los propósitos del mercado que regula la demanda en la industria en que me encuentro y además, me han dicho, digo pizcas de verdad que niun otro dirí­a al respecto. O sea, soy una verdad difí­cil a dar por estos dí­as. Peor tantito, confieso que mis opiniones emitidas no son publicadas pues mi contrato explicitamente deja la palabra al mejor postor, o sea, la opinión puede o no puede ser manipulada para otros propósitos más allá de los que me podrí­a dar una columna en un periódico. Que hagan lo que quieran con las palabras que les mando, les digo en broma, siempre y cuando el cheque llegué a mi buzón, sin descaros, claro.

Sostengo dos interpretaciones al respecto sobre esta alabanza inesperada renumerada económicamente. Una, que sé algo sobre la lengua que leo, dando pues una información entendible de los rasgos que describo al servir de observador en mis lecturas amén de fidedignas pues no me ando entre las ramas así­ como no me detengo por pelos en la lengua, y dos que mi opinión carece de ese lambisconerio que suelen contraer algunos recencionistas de libros cuya labor se ve más bien impregnada por la necesidad de aparentar algo ya sea debido al oficio que susodichas personas ejercen, tales como periodistas para nombrar sólo una profesión, o porque mi opinión da mucha mejor información sobre los libros que leo que una simple y sencilla opinión que ofende intelectos a diestra y siniestra sin misericordia alguna por parte de simples empleados de alguna empresa periodí­stica que ni a independiente llega.

A tí­tulo personal siempre he considerado que el producto de mis lecturas es de pésima calidad, venga, ni yo mismo me considero la verga que los que me contratan piensan que soy, seamos francos, y eso es lo que hago. Mas cuando hay dinero de por medio dejo mis criterios personales a un lado, esa es la verdad absoluta, para qué creerse algo que uno no es, además, el mercado de la literatura en México no es ya de llorar sino hasta de morirse de pena ajena pues en un paí­s de millones, las industrias dedicadas al papel escrito manipulan a todo escritor y ni siquiera creen en la letra del más famoso escritor mexicano por estos dí­as. Las industrias de la literatura en español le apuestan a la muerte de los escritores pues es cuando después de muertos que las verdaderas ganancias empiezan a dar reditos pues no sólo se encuentra muerto em autor sino que las leyes de propiedad intelectual caducan dando pues así­ paso al ’dominio público’.

Por ende, sostengo, que si es que quieren basura, basura cara les doy. Y válgame que si son hasta zonzos para ello. El otro dí­a les vendí­ una recensión a un precio exorbitante. Me dieron 200 dólares por un artí­culo cuyo único uso, supe después por medio de mi amigo editor del local, fue una frase que me robé de la internet! Mi amigo se dio color pero por despecho propio y odio que le tiene a los dueños, no dijo ni pí­o al respecto. Eso sí­ es joder.

Los que me conocen dentro de esta industria dirán que cometo suicido literario al explayar lo siguiente, yo les digo, todo se vale en la ficción y mucho más en la minificción.


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