Estoy convencido más y más aún cada día que paso en Suecia: no me voy a quedar aquí.
El sólo caminar por las calles es un infierno de mil demonios a veces.
La gente no saluda, no se sonríe ni le mira a uno; esa es la diferencia entre los Hispanos y los Suecos.
y eso es justo lo que más me hace falta, sentir a la gente a mi paso hacía donde voy.
No me tomen a mal, no odio a Suecia, me encanta, tengo mi familia aquí y ellos son lo más hermoso que tengo en este planeta, pero la sangre esta que llevo corriendo dentro de mis venas me quema como un volcán a punto de explotar, pero como me encuentro en un iceberg de país mi expresión es como una chispa en el desierto antártico.