La apatía es en realidad un acto que debió morir cuando el PRI perdió su hegemonía en México. Sé lo que la apatía es porque por muchos años mi familia daba las mismas razones por no votar: alcabo el PRI siempre gana.
Hoy en día las cosas son diferentes.
Hay razón por votar. Hay oportunidad por hacer valer el voto de los mexicanos.
Mas debo de confesar que una minoría de mexicanos recurre a la apatía no por las razones que mis parientes daban antes sino porque no comprenden las relaciones de poder en México. La apatía oculta la ignorancia que poseen en lo a que a México se refiere. No poseen un nivel de pensar que incluya abstracciones mentales, es pedirle colores a una televisión en blanco y negro.
La apatía es una miopía intelectual.
La apatía política en México es un voto en contra de México.
La apatía es de hecho una posición política cuya plataforma es la continuación del poder tal cual es: la continuación del estatus quo. Sin quererlo, los que propagan por la apatía sirven a los intereses de aquellos que sostienen las riendas del poder en México. Sostiene a ese mismo poder que tanto abhorrece. La apatía tiene una agenda política secreta: nadie sabe para quién trabaja.
La apatía no es una queja.
La apatía política es renunciar a un derecho político con el único fin de demostrar rechazo a las instituciones que ostentan poder mientrás sostiene y legitima al mismo poder que la apatía caracteriza como incambiable e icorregible.
En lo particular, yo creo en México. Mi enemigo no son las campañas presidenciales, de hecho, las aplaudo porque ponen a prueba el sistema democrático de nuestro páis. Mi enemigo es la mentalidad política que una minoría de mis compatriotas adoptan al verse en medio del ojo del huracán político por el que estamos pasando: la apatía. A esos quiero regalarles un par de anteojos, para que miren más allá de sus narices, para que miren que México tiene un futuro, no nada más un presente y un pasado.
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