Una de las pocas cosas que no suelen contemplarse sobre el 12 de Octubre son lo relativamente nuevo que algunos de nosotros en la humanidad tenemos como seres terrícolas recien avenidos a este planeta, me refiero a este cruce de razas que se dio a partir del encuentro entre Europa y América. En mi poseo una mezcla de viejas razas y milenarias que hace más de 533 años no existían. Soy, si es que mis pruebas de ADN son fehacientes y fidedignas, una mezcla de ADN entre Europa y América. Norteamericano en mi caso pero no entraré en esos detalles minúsculos que requieren más palabras de las cuales suelo utilizar cada vez que me dispongo a tundirle las teclas a mi viejo tecleador cuyo uso a sido ya extenso para mi pues le falta la f y tiene ya de seguro boronas de comida hechas moho. Amén de mis famosas divagaciones a las cuales les doy licencia y rienda suelta en español pero no así en sueco o en inglés. Decía, somos los nuevos críos cuyos padres como a Moisés en la biblia, lo han dejado en una cesta y a la suerte de la corriente de un río. O peor, a la intemperie de este cruel mundo cuyas particiones ya han sido distribuidas y a las cuales ni pío tenemos derecho a decir si es que no hay convencimiento en la vieja materia gris o lavado de coco como dicen en mi barrio, de ya ser un indígena o ya ser un europeo y si se quiere avanzar en la sociedad en la que uno habita, ser un criollo. Esta idea de tomar partido por ser lo uno u lo otro es eso de andar batallando como los niños de padres divorciados que buscan el amor de los padres sin querer ofender ni al uno ni al otro. Este conflicto interior en nosotros nos ha dejado un tanto mochos, o pochos como dicen en mi región, a ser verdad porque no podemos desarrollarnos como seres humanos con una personalidad tan propia como la de los padres. En realidad somos unos bastardos que nadie quiere y vivimos bajo las reglas de los que nos engendraron, el domingo siete de la familia que nadie logra reconciliar. Nunca seremos justos ni europeo ni indígenas porque tanto los europeos y los indígenas son puristas, es un don de la humanidad muy feo pero que nos hostiga y martiriza mentalmente cada aliento de aire que respiramos al existir. Es muy común, por ejemplo, que mucha raza de México se ensalce de ser lo uno u lo otro pero no adjudicarse lo de uno mismo. A esto se le conoce como racismo y endogamia. Lo anterior se discute ampliamente más por curiosear nuestras malas mañas ya siendo con comentarios al nacer un pequeño que si este es blanquito o en términos de endulzamiento como mi prietito o negrito. En lo público es común también buscando gente de tez blanca sin el menor escrúpulo aunque este fenómeno ya este prohibido por leyes a mi entender. En México aún existe esa tendencia de querer “mejorar la raza” lo cuál le da preferencia a la tez blanca. Hay mucha división en la sociedad hoy por hoy de lo que deberíamos de ser. El estado gasta enormes cantidades de dinero en identidad, eso que ni qué. No remediaré esta situación hoy ni creo que se dé una discusión al respecto porque francamente uno no se topa con este tipo de discurso, eso aunque se este gestando ahora mismo. Por el momento somos criollos o mestizos y se nos adjudicó una especie de identidad que como he escrito anteriormente uno no ha sido participe de ello porque simplemente no tenemos aún una identidad que nos dé propiedad o cupo en la sociedad que nos rige. No somos criollos porque criollos da tendencia favorable al europeo y mestizo a lo indígena, así de simple.
El caso es que a pesar de lo dicho anteriormente, en mis imparticiones de clases de español en Suecia suelo decirles a los peques que yo soy el más joven de todos porque ellos llevan mucho más años siendo lo que son que yo que apenas lleva 533 años de ser un hecho, un legado que aún se retuerce de dolor por las heridas que causó ese cruento encuentro. Gran parte de este gestionamiento es que queremos honrar a nuestros padres y no sabemos ni por donde empezar, es mucha historia para un ser, francamente. Hay que tener orgullo por dos continentes y entre esos escombros milenarios hay que empezar a componer el rompecabezas o el espejo roto de Roland Forgues lo que semos. En lo particular soy más detallista con mi herencia nativa de América, se me es más claro ahí, por ejemplo, de ha ya muchos ayeres y décadas que descubrí y entendí que yo no soy la preferencia del estado mexicano la cual es la cultura mexica y maya, para esas culturas hay muchos fondos como los cenotes pero para las bajacalifornianas, por ejemplo, ni el ras de la tierra se le proporciona. La raza, la lengua y su habitat no logran captar la imaginación de los grandes pensadores del centricismo mexicano. Ni modo, no empezaran hoy o por lo menos no tiene circulación alguna todavía. Y ya, acabo con esta pequeña anécdota: en el verano del 2025 recuerdo muy bien un detalle que me ocurrió en CDMX, el Zócalo para ser exactos. Ahí hay muchos danzantes mexicas que bailan al son de tambores y reclaman identidad milenaria, es un atractivo turístico muy importante y también un acto de resistencia de parte de los que bailan para honrar a sus antepasados. Lo curioso es que la mayor parte de esos danzantes folclóricos no son enteramente nativos de alguna etnia de por esos lares, se ve claramente en sus rasgos que son lo que el estado llama como ya sea criollos o mestizos. Por alguna razón se me acercó un danzante con sus atuendos clásicos de los mexica o lo que ellos piensan que los mexicas de esos lugares portaban antes, se ve muy bonito en verdad, yo les he tomado muchas fotos. El caso es que querían que me identificara con ellos a lo cuál yo educadamente rehúse hacer porque como le dije, yo soy de otra tribu. Me refería, claro a las tribus de baja california. En Baja California hay otros españoles, hay otros indígenas, hay otros mexicanos, americanos, somos pochos, no somos ni de aquí ni de allá.
