Prosopagnosia

Sometimes you want to go
Where everybody knows your name
And they’re always glad you came
You want to be where you can see
The troubles are all the same
You want to be where everybody knows your name
 
Nadie comprende a los suecos, y cuando digo nadie digo nosotros los extranjeros, foráneos, advenedizos, xente que no es de aquí­, de otras latitudes, de otro lado. Aquí­ aún nos sorprende que haga frí­o a fines de Julio, muchos, decimos, no es cosa de dios. Aún así­, proseguimos y poco a poco nos adaptamos al ”frí­o”. Lo digo porque al ir en bicicleta caigo en cuenta que a los unicos que se les puede saludar sin conocer son los inmigrantes. Por estos lares suelen ser de Etiopí­a, Somalia, la vieja Siria. Por mis calles. No sé otras ciudades, y así­, mientras pedaleo una de las pocas calles con transito de seres humanos en mi ciudad, intento saludar a los advenedizos. Basta con una mano al aire en seña de saludo o un hola en el idioma local. Hej!, Hejsan!, Hallí¥! Hoy, en las tantas vueltas que le doy a mi ciudad decidí­ por fin saludar a los inmigrantes, esos entes que buscan encontrarse de nuevo en estas tierras gélidas de este paí­s nórdico. No solí­a hacerlo por si te preguntas. Soy un tanto taciturno, ya ni sé quién soy, así­ que por eso, en mis sanos intentos de mantener mi sano juicio eso hago y pienso al pedalear por estos lares, pero recaí­a en algo al pensar en eso. Todos queremos que alguien nos reconozca y eso, mi estimado lector, no funciona aquí­. Así­ de sencillo. Los suecos no tienen por costumbre reconocer a todo el mundo.
 
Aquí­ la onda es evitar saludar a la gente. La xente no tiene las ganas de ello, así­ de sencillo, se les hace pesado tener que saludar a cada individuo que se les cruza por su camino. No es que sea perezoso. Si no que se les hace una tarea fútil. Una tarea que no conlleva a nada. Lo que se podrí­a considerar como una cosa de utilidad, no hay utilidad en saludar a medio mundo, las energí­as de la labor esa podrí­an usarse de otras manera. A qué se deberá a que sean ansina no sé. Un miedo a las enfermedades mentales o cultura. Quién sabrá. Lo general es que lo que bien podrí­a considerarse como un desdén, un acto de ignorancia hacia el prójimo, en realidad no lo es así­. Es simple y sencillamente un acto sin malicia alguna. El sueco prefiere ni voltear a verte.
 
Cuando enseñaba el bachillerato o la prepa en Mexican, solí­a impartir clases a los morros escandinavos sobre leyes no escritas en otras culturas. Una de esas era hacerles ver como el sueco se explica intrí­nsecamente. Más de las veces, el sueco evita saludar a gente que no conoce. Prefieren, más de las veces, observar detalladamente el suelo que caminan. El no sueco lo tomarí­a a mal. A ser franca verdad, la mayorí­a del mundo lo tomarí­a como insulto. jode, que le ignoren a uno, vaya osadí­a. La lógica ante un posible reclamo es que no te conocen, no sabes quién eres. Para evitar el faux pas sale a la defensa el no te vi. Ellos están acostumbrados a no saludar, uno que no lo está se jode, el dolor se vuelve una experiencia negativa.
 
Lo curioso es adaptarse a ello. Con los años uno acaba igual que los suecos. Como no se castiga el acto de no reconocer al prójimo uno busca otras formas de contacto, por lo tanto, yo saludo a diestra y siniestra, digo, a los inmigrantes y uno que otro viejito acosado por la soledad. Hay que hacerse el sueco.

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